El pájaro enjaulado

    

         El pájaro en la jaula llevaba viviendo allí muchísimo tiempo. Solía mirar a través de los barrotes de la jaula, a los prados y árboles que había al otro lado de la ventana. Podía ver a otros pájaros volando libremente a cielo abierto y a menudo se preguntaba qué se sentiría al advertir el sol sobre el lomo, el viento entre las plumas, descender y elevarse y cazar mosquitos Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.en pleno vuelo.

    Cuando el pájaro pensaba en estas cosas, sentía que el corazón le latía fuertemente. Se posaba en el columpio con la cabeza bien alta y respiraba hondo fon su vientre de pájaro, sintiendo el estremecimiento de semejante posibilidad.
A veces otro pájaro se posaba en la repisa de la ventana para hacer un descanso en medio de sus travesías y miraba dentro hacia donde estaba el pájaro enjaulado. El viajero doblaba la cabeza aun lado, pareciendo preguntarse cómo podía existir algo semejante. Un pájaro enjaulado. Inconcebible.
Y era en estos momentos cuando el pájaro enjaulado se sentía más infeliz. Sus pequeños hombros se encogían y sentía un nudo en la garganta y una opresión en el pecho.

    Cierto día, el dueño del pájaro dejó abierta accidentalmente la puerta de la jaula. Vio a los demás pájaros afuera, descendiendo y elevándose, el sol en sus lomos y el viento en sus alas, y sintió una enorme agitación interior. El pájaro enjaulado observó que la ventana estaba abierta y el corazón le latió aún más rápido.

Se puso a considerar sus diferentes opciones.
Todavía seguía considerándolas al anochecer, cuando el dueño volvió y cerró la puerta de la jaula.
El pájaro, por alguna razón, valoró más la seguridad que la libertad.

Nick Owen. La magia de la metáfora. Desclée