De forma sencilla se puede decir que estamos alcanzando el límite de extraer agua dulce de la superficie terrestre, pero el consumo no deja de aumentar. Sin embargo, una gran amenaza la constituye el efecto que el cambio climático tendrá sobre el ciclo hidrológico y la disponibilidad de agua dulce. Básicamente se agravarán las condiciones de escasez de las zonas que ya son áridas (menos lluvias y mayor evaporación).
SITUACION MUNDIAL
Actualmente el 20 % de la población no tiene acceso a agua de calidad suficiente y el 50% carece de saneamiento. África y Asia Occidental son las zonas de mayor carencia. De forma simplificada podríamos decir que en los países enriquecidos el problema del agua afecta sobretodo a la conservación de la naturaleza y a las posibilidades de crecimiento económico mientras que en el sur, además de todo eso, la falta de agua potable es la causante directa de enfermedades como la diarrea y el cólera que causan la muerte de 15 millones de niños cada año.
El consumo global de agua dulce se ha multiplicado por 6 entre 1900 y 1995 mientras que la población sólo lo ha hecho por 3 ¿superpoblación o superconsumo?. La Agricultura se lleva el 70% de agua dulce consumida por el uso de técnicas inapropiadas como el riego por inundación. El consumo industrial se doblará en el 2050 y en países de rápida industrialización como China se multiplicará por 5. El consumo urbano también aumenta con la renta per cápita, sobretodo en usos recreativos (campos de golf, parques y jardines, etc) y derivados del turismo. Por otro lado la pérdida de calidad del agua dulce por contaminación repercute muy gravemente en su disponibilidad para consumo, una vez superada la capacidad natural de autodepuración de los ríos. En primer lugar la contaminación difusa de origen agropecuario a través del uso incontrolado de plaguicidas tóxicos y fertilizantes produce la eutrofización (crecimiento excesivo de algas y muerte de los ecosistemas acuáticos) pero llega a causar enfermedades cancerígenas a las altas concentraciones que se dan en el Sur. En segundo lugar la contaminación industrial por metales pesados, materia orgánica y nuevos compuestos tóxicos (PCB, etc) se multiplicará por 4 para el 2025. Por último la contaminación urbana se da sobre todo en las mega ciudades del Sur y en sus cinturones de miseria.
Otro gran problema a nivel mundial es el de las aguas subterráneas. Estas constituyen el 97% del agua dulce terrestre frente al ridículo 0.015 % del agua superficial embalsable. El 33% de la población mundial, sobretodo la rural, depende de ella, pero está amenazada tanto por la contaminación de los acuíferos como por la mala utilización de los pozos existentes.
Por último, tanto a nivel nacional como mundial el agua dulce no está homogéneamente distribuida ni geográfica ni temporalmente. Por ello se están ya produciendo muchos conflictos por el acceso al agua, sobre todo internacionales pero también intranacionales, como el generado en España por el plan hidrológico nacional. Este es un problema que se está agravando muy rápidamente por lo que empezamos a asistir a verdaderas guerras del agua. Sin embargo, esta distribución desigual se utiliza a menudo como excusa para grandes embalses y trasvases que ocultan motivaciones puramente económicas y una política hidráulica derrochadora.
EN LOS PAÍSES ENRIQUECIDOS
La situación en Europa y Estados Unidos principalmente no es especialmente grave. Al contrario que en el resto del mundo, el uso de agua industrial supera al agrícola, aunque esta tendencia se invierte sólo en los países mediterráneos, por la elevada presencia de regadíos. Sin embargo se observa que la demanda de agua está en descenso gracias a la mejora en la gestión, reutilización y cambios en los procesos industriales. Existe abundancia de embalses e infraestructura hidráulica. El problema más grave ha sido siempre la contaminación de origen industrial sobre los ríos, sobretodo en Europa central y en los países del Este. Sin embargo, se está produciendo una mejora general significativa, sobretodo en la situación de los ríos, gracias a la extensión de plantas de tratamiento, el endurecimiento del control y la legislación y el empleo de fondos estructurales para mejoras, infraestructuras e investigación medioambiental.
EN LOS PAÍSES EMPOBRECIDOS
En AFRICA, a pesar de que globalmente sólo usa el 4% de sus recursos, las grandes diferencias de distribución, la estacionalidad de las lluvias y la falta de infraestructuras la convierten en uno de los continentes más castigados. El control por el agua dulce de los grandes ríos (Níger, Nilo, etc) provocará muy pronto verdaderas guerras de agua. Se espera un rápido crecimiento de la demanda, hasta llegar en el 2025 a que el 32 % tenga escasez. Por ejemplo actualmente sólo el 6% de la agricultura, que consume el 88% del agua, es de regadío.
ASIA y el PACIFICO ha experimentado el mayor aumento mundial de recogida de agua embalsada, sobre todo para la agricultura (90%). Sin embargo la escasez de tratamiento ha hecho de la contaminación una de las principales amenazas. El nivel de coliformes en los ríos es 50 veces superior al permitido por la OMS, lo que causa la muerte por diarrea de 500.000 niños al año.
En AMERICA LATINA y el CARIBE pese a que el 70% de la población puede acceder a agua potable, sólo el 2% de las aguas sufren tratamiento. La principal contaminación se produce en las mega-ciudades (repercutiendo además en las poblaciones aguas abajo) y, en segundo lugar, por el mercurio generado en las minas de oro.
En ASIA OCCIDENTAL el control por el Tigris y el Eúfrates provoca ya conflictos internacionales e intranacionales. La agricultura utiliza el 90% del agua dulce y al haber capacidad económica se está fomentando la desalación y la reutilización.
PROPUESTAS DEL SISTEMA
Frente a esta realidad la propuesta del sistema para todo el mundo es la privatización del agua
Partiendo de la mala gestión generalizada confía en que los mecanismos del mercado “optimicen” el recurso, convirtiéndolo en un bien económico, al igual que hacen con la electricidad, el petróleo y las materias primas. Pero ya sabemos que la gestión eficaz y rentable no proporcionará agua a todo el mundo y que el precio de ésta vendrá fijado artificialmente por la especulación bursátil de las grandes empresas. Por otro lado, es muy dudoso que las empresas privadas fomenten realmente el ahorro de agua, ya que sus beneficios aumentan con el consumo. Se espera que para el 2015 la gente que depende de abastecimiento privado pase de 300 a 1600 millones. Está privatización está estrechamente vinculada a la construcción de grandes embalses y centrales hidroeléctricas, justificadas en la promesa de traer el progreso a la zona. Sin embargo, por lo general, las comunidades pobres no han podido acceder al agua y a la electricidad prometidas.
Las políticas de “ayuda” del BM (a través de sus agencias como la International Finance Corporation y la Multilateral Investment Guarantee Agency) y del FMI están impulsando abiertamente la privatización de los servicios de agua en los países empobrecidos (creándose monopolios y oligopolios como ocurre con la luz y el teléfono) al incluirlo siempre entre las condiciones para sus préstamos (12 países sólo en el 2000). El BM establece que las instituciones gubernamentales internacionales sólo pueden proporcionar el 5% de los recursos necesarios.
Con el argumento de que aumentar el precio del agua impulsará su ahorro se he establecido la “recuperación integral de costes” (RIC) derivados de las inversiones en agua. Este principio, defendido también en la Directiva Marco de la UE tiene un doble filo, ya que impide el uso de fondos públicos y provoca un aumento salvaje de las tarifas. Sin embargo, mientras en EEUU y en la UE las infraestructuras del agua se han financiado tradicionalmente con fondos públicos y se mantienen aún elevados porcentajes (10% en USA, inversiones para el PHN en España) y tarifas asequibles, en los países empobrecidos se impone a rajatabla y exige además un margen de beneficio para las compañías privadas.
INCONVENIENTES DE LA PRIVATIZACIÓN DEL AGUA
Tendencia a favorecer a los ricos a costa de los pobres Las prácticas del mercado hacen del agua una mercancía más dependiente del provecho de los accionistas y los intereses de las grandes compañías que de las necesidades de la población local y de la preservación de los recursos naturales. En realidad, esas compañías están mucho más interesadas en servir a las necesidades de la economía de los centros urbanos, la industria y la agricultura intensiva, donde la gente puede permitirse pagar precios comerciales, que en proporcionar agua a los pobres, habitantes de barrios bajos y zonas rurales. Además, la empresa privada ha mostrado muy poco interés por mejoras necesarias en lo referente a sistemas de reciclaje de agua en los países en desarrollo y a mantenimiento de instalaciones antiguas.
Empleo de soluciones técnicas caras en vez de alternativas locales baratas La capitalización de la gestión del agua por empresas privadas suele auspiciar proyectos necesitados de alta tecnología. Lo cual hace aumentar la dependencia económica de los países pobres y desechar proyectos y formas de desarrollo susceptibles de mayor sostenibilidad. Estos suelen representar soluciones mucho más baratas, descentralizadas, tradicionales, experimentadas en el tiempo: el almacenamiento de agua de lluvia, por ejemplo. La concentración de capital y tecnología en manos privadas también contribuye a entorpecer iniciativas populares como el desarrollo de economías locales, la formación de cooperativas, el establecimiento de enseñanzas prácticas basadas en la experiencia, la solidaridad entre consumidores y la participación democrática en la toma de decisiones.
Efectos dañinos a largo plazo
– para la comunidad
Las empresas pretenden poder aportar soluciones a la crisis del agua de los países pobres en desarrollo; pero la experiencia de estos últimos tiempos ha demostrado que esa afirmación carece de fundamento. Liberalización y privatización de los servicios africanos de agua y saneamiento conducen a pérdida de interés de la gente y de una vigilancia legal y democrática del suministro de agua. Favorece la formación de monopolios mediante adquisiciones y fusiones, aumentando así la dependencia respecto a inversores extranjeros que, invariablemente, se esmeran en hacer recaer en otros los riesgos de sus negocios.
– para los recursos sostenibles
La privatización ocasiona también un conjunto privativo de opciones de adquisición y tratamiento basadas en razones e intereses económicos. Pone en peligro los ciclos locales del agua al enviar a grandes distancias cantidades excesivas de agua, desoye advertencias de entendidos y experiencias tradicionales y socava el interés de la gente por la protección y la conservación de los recursos naturales y su gestión sostenible.
PROPUESTAS INTEGRALES
Dado que la causa real de las injusticias derivadas del agua no se deben a una causa natural sino a la lógica imperialista del sistema, la principal línea de acción debe ser combatir éste en todos sus frentes.
Acción ciudadana contra la privatización Movimientos contra las presas Reducción de consumo: Hay mucho trabajo que hacer para reducir el consumo, en todos los ámbitos pero principalmente en los que mayor porcentaje del gasto suponen: En agricultura es imprescindible mejorar los sistemas de riego. Sustituir el riego a manta (60% en España) por la aspersión (bien hecha, no a las horas de sol) y el goteo.
De fondo habría que replantearse la política agrícola, limitando los regadíos y buscando cultivos más sostenibles, los nuevos cultivos hidropónicos, etc. Las pérdidas de agua dulce en la red de distribución son escandalosas. 25-50 % en urbanas y 40-60% en agrícolas.
El consumo de agua en industria se puede frenar en primer lugar con sentido común y buenas prácticas en las operaciones de limpieza (que suelen implicar más tiempo y por lo tanto más personal). Los procesos se están mejorando sensiblemente en cuanto su gasto de agua y energía, aunque sólo las grandes empresas tienen acceso real a estas tecnologías.
Las campañas de sensibilización ciudadana pueden reducir el gasto de agua de uso doméstico, aunque eso supone una cantidad mínima del global del gasto. Sin embargo, las actividades recreativas (fuentes, riego de jardines, campos de golf, parques de atracciones etc) suponen la mayor parte del consumo considerado urbano y que es muy fácilmente reducible.
· Calidad del agua La estrategia tradicional consiste en la instalación de estaciones depuradoras. Estas son necesarias en muchos casos, pero es mucho más eficaz (sobretodo en agricultura e industria) minimizar la fuente de contaminación (causa) en vez de intentar remediar el problema a posteriori. En agricultura la reducción e incluso eliminación de pesticidas y la dosificación racional de nutrientes pueden evitar la contaminación difusa de las aguas subterráneas. En todas las industrias se puede reducir considerablemente el vertido de agua residual:
Optimizando los procesos y evitando las pérdidas de materia prima.
Incrementando el aprovechamiento de subproductos.
Estricto control de residuos tóxicos y peligrosos (aceites, metales, etc).
Segregando corrientes según el grado de contaminación para recibir distinto destino (ej: lluvia).
La reutilización está aún muy poco desarrollada. No todos lo usos del agua requieren la misma calidad, así como no todos los vertidos son iguales. Tanto para uso agrícola, como para usos recreativos se pueden utilizar aguas residuales mínimamente tratadas. En la Industria se está propiciando el cierre de ciclos hasta llegar al vertido 0 con o sin sistemas intermedios de tratamiento, sobretodo allí donde el agua es escasa o el vertido muy problemático.
· Nuevas Fuentes En primer lugar el correcto aprovechamiento de las aguas subterráneas como ya se ha señalado. La desalación se presenta cada vez más como alternativa en las zonas con recursos suficientes y carencia de otras fuentes de agua.
· Organismos democráticos de distribución. Debido a la desigual distribución del agua, todo el mundo coincide en la necesidad de instituciones que lo regulen en la que estén presentes responsables políticos, empresarios, hidrólogos, ciudadanos, etc. El problema está en que sean verdaderamente democráticos y justos
· La cuestión del precio. El principio básico es que el agua no es un bien económico que pertenezca a una empresa, cuenca o país, sino un patrimonio común de la humanidad, al que todo el mundo debe poder acceder para cubrir sus necesidades básicas. Es evidente que si el agua es gratis, el derroche está garantizado. Sin embargo, el precio debe tener en cuenta la capacidad de pagarlo. Las propuestas actuales giran siempre en torno a la TRIPLE TARIFA: La primera parte, que cubriría las necesidades básicas correría a cargo de la comunidad. Sobrepasando ese umbral mínimo cada uno pagaría su exceso de consumo. Sin embargo no por poder pagar mucho se tiene derecho a derrochar, (como en el principio de “el que contamina paga”), por lo que la tercera tarifa implicaría multas o sanciones y precios desorbitados.