El «tono adecuado»

8 de mayo de 2024

Sigamos reflexionando acerca de la exhortación apostólica que, sobre el amor en la familia, ha escrito el Papa Francisco. Ahora nos adentraremos en los párrafos iniciales del capítulo primero llamado “A la luz de la Palabra”.

El Papa señala a modo de introducción: “Comenzaré con una apertura inspirada en las Sagradas Escrituras, que otorguen un tono adecuado. A partir de allí, consideraré la situación actual de las familias en orden a mantener los pies sobre la tierra”.

Pensemos juntos en lo que significa esta frase.

Iniciemos determinando lo que significa un “tono adecuado”.

En la música, un tono adecuado es aquel que permite distinguir entre la armonía y el ruido. En anatomía, un tono adecuado, implica la contracción muscular necesaria para mantenernos erguidos y poder mover nuestro cuerpo. En literatura y en comunicación también se conoce el “tono adecuado”; en este caso, se refiere a la emoción o al sentimiento que modula por ejemplo el ritmo de un escrito o el volumen de la voz.

Así que esto del tono adecuado, nos lleva a pensar en tres cualidades: armonía, consistencia y coherencia. Tres cualidades que, en el caso del amor y los vínculos familiares, son indiscutiblemente importantes.

Todos buscamos armonía en nuestro interior y en nuestras relaciones. Todos anhelamos una consistencia suficiente en nuestro “yo” para enfrentar las exigencias de la vida y todos buscamos la coherencia entre la palabra, el pensamiento y el comportamiento.

Es significativo reflexionar que, ante la situación del amor y la familia, el Papa Francisco señala de modo asertivo a las Sagradas Escrituras como ese “tono adecuado”.

Y dentro de este hilo de reflexión, llegamos al punto en el que tenemos que preguntar-nos si estamos haciendo lo mismo que propone el Papa Francisco, es decir, si estamos considerando a las Sagradas Escrituras como el “tono adecuado” para comprender el amor y vivir nuestros lazos de familia. Y más aún, si aceptamos la Palabra de Dios como el fundamento de nuestro comportamiento.

Hay que decir que muchos creyentes parecen tener su “tono” en otros menesteres. A veces, incluso en cuestiones tan poco sólidas como los horóscopos; test psicológicos; focos de beneficio personal, entre otros.

El tono que emplean en sus relaciones afectivas parece muy ajeno a la fe que profesan. Incluso hay personas que moldean la Palabra de Dios adecuándola a sus propios intereses y se confeccionan una práctica religiosa a su medida.

Todos lamentamos esta situación, pero también hay que reconocer que las Sagradas Escrituras nos invitan a una vida bastante diferente de los valores que en la actualidad parecen ser la moda.

La exigencia del amor radical del mensaje de Jesús, por ejemplo, puede resultarnos muy demandante pero no por ello, deberíamos acudir a “tonos” incompatibles con nuestra fe.

Vale la pena que cada uno, en nuestro fuero interno, lo pensemos con seriedad. Sobre todo, porque siguiendo la línea del papa Francisco, el “tono adecuado” de la Palabra de Dios puede ofrecernos luz ante nuestros problemas cotidianos e incluso nos puede ayudar a “poner los pies sobre la tierra”.

Porque hay que decir que, para poner los pies sobre la tierra a la luz de la Palabra, hay que tener valentía y coraje. Todos sabemos que es más cómodo vivir pensando egoístamente que salir de la zona de confort para pensar en los demás. Todos sabemos que amar al enemigo o perdonar sin fin es una exigencia difícil. A la hora de vivir, el mensaje de la Palabra de Dios se nos presenta desde una radicalidad que siempre necesita un enorme coraje y disposición.

Un coraje que implica fortaleza, como el tono muscular al que hacíamos referencia en los primeros párrafos. De modo que si viene una tormenta podamos como un árbol fuerte sostenernos en nuestra raíz. Un coraje que implica armonía, como el tono musical al que nos referíamos también.

Pero para tener a la Palabra de Dios como nuestro “tono adecuado”, hay que aceptar que es nuestra responsabilidad conocerla a fondo, dialogar con ella, volverla viva en nuestro día a día. Es un ejercicio complica-do que no está exento de dificultades, pero todos sabemos que los logros en la vida no provienen de la ausencia de problemas sino de la capacidad que hayamos tenido para resolverlos.

Con estas reflexiones, tratemos de ahondar en el tono emotivo que recorre estas palabras y dejémonos llevar por su consistencia y su armonía.

«El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue». 1 Corintios 13: 4-8

Ahora que lo hemos leído, podemos volver a preguntarnos ¿Estamos dispuestos a que la Palabra de Dios sea nuestro “tono adecuado”?