La evolución -expresó Charles Darwin en famosa afirmación- funciona por la supervivencia de los más aptos. La Cristiandad, por otra parte, está comprometida con la supervivencia de los más débiles. Entonces, ¿cómo cuadramos con la evolución nuestro ideal cristiano de hacer una opción preferencial por los débiles?
La naturaleza es evolutiva y, dentro de eso, podemos percibir un buen criterio que manifiesta inteligencia, intención, espíritu y designio. Y quizá en ninguna parte es esto más evidente que en la manera como, en el proceso de la evolución, vemos que la naturaleza viene a ser siempre más unificada, compleja y consciente.
Sin embargo, cómo la inteligencia y la intención de Dios están reflejadas en esto, no es siempre evidente, porque la naturaleza puede ser muy cruel y brutal. Para sobrevivir, todo elemento de la naturaleza tiene que ser canibalesco y comerse otras partes de la naturaleza. Sólo los más aptos logran sobrevivir. Hay una dura crueldad en eso. Insistiendo en lo cruel y desleal que puede ser la naturaleza, los comentaristas citan frecuentemente el ejemplo del segundo pelícano nacido de pelícanos blancos. He aquí qué cruel y desleal es su situación:
Las hembras del pelícano blanco normalmente ponen dos huevos, pero los ponen a distancia de varios días para que el primer pollito salga del cascarón varios días antes que el segundo. Esto da al primer pollito una ventaja y, para cuando el segundo sale del cascarón, el primero está más desarrollado y más fuerte. Entonces éste actúa agresivamente contra el segundo acaparando su comida y empujándolo fuera del nido. Ahí, ignorado por su madre, el segundo pollito normalmente muere de inanición, a pesar de sus esfuerzos por encontrar su modo de volver al nido. Sólo uno de diez segundos pollitos sobrevive. Y aquí está la cruel lógica de la naturaleza: Ese segundo pollito es planificado por la naturaleza como una póliza de seguros, en caso de que el primero resulte débil o muera. Salvo eso, está condenado a morir excluido, hambriento y buscando ciegamente la comida y la atención de su madre, mientras muere de hambre. Pero esta crueldad funciona como una estrategia evolutiva. Los pelícanos blancos han sobrevivido durante 30 millones de años, pero a costa de la cruel muerte de millones de su propia especie.
Hay, obviamente, una cierta inteligencia en esto, pero ¿dónde está la compasión? ¿Diseñó realmente esto un Dios compasivo? Es clara la inteligencia en la estrategia de la naturaleza para que sobreviva el más fuerte. Toda especie, a no ser que esté interferida contranaturalmente desde fuera, está produciendo siempre miembros más sanos, más robustos y más adaptables. Tal -según parece- es el buen criterio y el designio de la naturaleza, hasta cierto punto.
Algunos científicos tales como Pierre Teilhard de Chardin sugieren que la evolución física ha alcanzado su cúspide, su grado más alto de unidad, complejidad y conciencia dentro del sistema nervioso central y el cerebro de la persona humana y que la evolución ahora ha dado un brinco (exactamente como hizo cuando la conciencia saltó fuera de la pura biología y como hizo cuando la auto-conciencia saltó fuera de la simple conciencia) de modo que ahora la evolución significativa ya no consiste más en ganar una mayor fuerza física y adaptabilidad. Más bien la evolución significativa está interesada ahora en lo social y espiritual, esto es, en la fuerza social y espiritual.
Y en una comprensión cristiana de las cosas, esto quiere decir que esa evolución significativa es orientada ahora hacia los seres humanos usando su auto-conciencia para volver a ayudar a la naturaleza a proteger y nutrir sus segundos pollitos pelícanos. La evolución significativa ya no consiste más en hacer al fuerte crecer más fuerte sino en hacer crecer fuerte al débil, esa parte de la naturaleza que la naturaleza misma -a este punto- no ha sido capaz de nutrir.
¿Por qué? ¿Cuál es el interés de la naturaleza en los débiles? ¿Por qué la naturaleza no debería estar feliz desocupándose de los débiles? ¿Tiene Dios interés en los débiles, de los que la naturaleza prescinde?
No, también la naturaleza está muy interesada en la supervivencia de los débiles y está fomentando la ayuda de los seres humanos para lograrlo. La naturaleza está interesada en la supervivencia de los débiles porque la vulnerabilidad y debilidad traen a la naturaleza algo que está ausente cuando está sólo ocupada en la supervivencia de los más fuertes y en producir especies e individuos siempre más fuertes, más robustos y más adaptables. Lo que añaden los débiles a la naturaleza es el carácter y la compasión, que son los ingredientes centrales necesarios para lograr la unidad, complejidad y conciencia a nivel social y espiritual.
Cuando Dios creó a los seres humanos al comienzo de los tiempos, los cargó con la responsabilidad del “dominio”, del mando sobre la naturaleza. Lo que se contiene en ese mandato es no una orden o permiso para dominar la naturaleza y usar de ella del modo que queramos. El mandato es más bien el de “vigilar”, cuidar el jardín, ser administradores inteligentes y ayudar a la naturaleza a hacer cosas que, en su inconsciente estado, no puede hacer, a saber, proteger y nutrir a los débiles, los segundos pelícanos.
Ireneo, teólogo del siglo II, dijo una vez esta famosa frase: La gloria de Dios es que el ser humano viva. En nuestro tiempo, Gustavo Gutiérrez, acreditado generalmente como el padre de la Teología de la Liberación, refunde este aforismo para decir: La gloria de Dios es que la persona pobre viva. Y esa es también la última gloria de la naturaleza.