En la muerte de un hermano

Señor Jesús,
que eres Dios y conoces todas las cosas,
que eres hombre y has vivido
tu propia muerte en la cruz;
tú que lloraste la ausencia de un amigo,
a quien amabas entrañablemente,
comprendes hoy el dolor de nuestra familia
-de cada uno de nosotros-
ante la muerte de nuestro/a hermano/a N.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Nos conforta tu presencia y tu testimonio
y nos ilumina tu palabra,
que es palabra de vida,
de esperanza cierta en la resurrección.

Tú eres la resurrección y la vida:
el que cree en ti,
aunque haya muerto, vivirá.
Nuestro hermano/a N creyó en ti
y esperamos que cumplas en él/ella tu promesa,
fiados en tu infinita misericordia.

También nosotros creemos en ti, Señor,
tu Pascua nos permite pregustar
el gozo de nuestra propia pascua.

Haz que mientras permanecemos en este mundo,
sepamos ser como el grano de trigo
que cae en tierra y muere
para dar fruto abundante:
el fruto de la vida,
que eres tú, Cristo resucitado,
profecía y testimonio del hombre nuevo.

Te lo pedimos confiadamente
por intercesión de María,
nuestra madre,
a ti que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.