En la paradoja está la virtud

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Hay una serie de axiomas antiguos que sugieren que la virtud y la verdad se encuentran en el medio, entre dos extremos.  Esto fue llamado el “justo medio” y se expresa en frases tales como “En medio stat virtus” y “Aurea mediocritas.”

Sin embargo, esto, facilmente, puede ser malinterpretado cuando se sugiere que la virtud y la verdad se encuentran en el mínimo común denominador, en la mediocridad.  De hecho esa es la traducción literal de la “aurea mediocritas”, la mediocridad de oro.

Lo que estos axiomas señalan, sin embargo, no es una mediocridad que trata de evitar los bordes crudos de los dos extremos para replantear algún centro desfigurado. Más bien nos dicen que la virtud y la verdad se encuentran en la paradoja, en provocar la verdad en ambos lados y en vivir dentro de la tensión de esa ambigüedad.  La virtud y la verdad no se detectan mediante la elección de entre "uno / otro" ó en  optar por algún punto medio insípido que no es lo suficientemente picante como para ofender a una u otra postura.  La virtud y la verdad se encuentran en la vivencia de " ambos / y ", es decir, en el provocar y en el equilibrar  la verdad que se encuentra en ambos extremos.

Y, en nada, esto es más verdadero que en el discernimiento religioso, es decir, en la cuestión de cómo reconocer la voz de Dios en nuestras vidas.  ¿Dios habla en voz baja ó en el trueno? ¿Dios habla en el dolor ó en la bendición? ¿Dios nos llama fuera de este mundo ó más profundamente hacia él? ¿Dios nos llama a través de lo que ya es conocido y domesticado ó  Dios nos llama a tierras extranjeras? ¿Dios nos altera ó nos tranquiliza? ¿Reconocemos a Dios en los milagros ó en la impotencia? ¿Dios habla a través de los ricos ó por medio de los pobres, a través de la educación ó a través los que no tienen educación? ¿La voz de Dios nos asusta ó nos libera del temor? ¿Se escucha la voz de Dios más a través de la piedad ó la iconoclasia? ¿Dios nos pide renunciar a los placeres de este mundo ó Dios nos pide disfrutar de ellos?

La voz de Dios está en todas estas cosas. Se escucha en la paradoja:

  • La voz de Dios se reconoce tanto en los susurros y los tonos suaves, así como en el trueno y en la tormenta. Dios le habló a Elías en una suave brisa, sin embargo a Faraón a través de las plagas.
  • La voz de Dios se reconoce donde quiera que uno ve vida,  alegría,  salud,  color y  humor, incluso se reconoce allí donde uno ve morir, sufrimiento, pobreza, o un espíritu abatido. Dios está igualmente presente en el Viernes Santo y en el Domingo de Pascua.
  • La voz de Dios se reconoce en aquello que nos llama a lo más elevado,  lo que nos distingue,  lo que nos invita a la santidad, y al mismo tiempo nos llama a la humildad, nos invita a sumergir  nuestra individualidad en la humanidad, y rechaza todo lo que denigra nuestra humanidad. La voz de Dios nos llama a salir de lo que es puramente humano, incluso nos invita a tomar humildemente nuestro lugar dentro de la humanidad.
  • La voz de Dios se reconoce en lo que aparece en nuestras vidas como "diferente", como otro, como "alguien no conocido", y también se reconoce en la voz que es profundamente familiar y que nos llama a casa.  La voz de Dios nos lleva más allá de cualquier lenguaje que conozcamos, incluso cuando reconocemos en ella, más profundamente,  nuestra lengua materna.
  • La voz de Dios es la que más nos desafía, aun cuando sea la única voz que en última instancia nos calma y nos consuela.  La voz de Dios perturba a los que da consuelo y consuela a los perturbados,  sin embargo también consuela a los que da consuelo y perturba a los perturbados.
  • La voz de Dios entra en nuestra vida como el más grandioso de los poderes, y en la vulnerabilidad, de un bebé indefenso entre pajas.  La voz de Dios crea el cosmos y lo mantiene en existencia, y al mismo tiempo se encuentra en nuestro mundo como un niño impotente.
  • La voz de Dios se escucha en forma privilegiada en los pobres, pero también nos llama a través de la voz del artista y del intelectual. Dios está en los pobres, incluso cuando el artista y el intelectual ayuden a revelar las propiedades trascendentales de Dios.
  • La voz de Dios nos invita a vivir más allá de todo temor, aun cuando nos inspira un temor santo. Cuando Dios aparece en la historia humana, invariablemente, las primeras palabras son: "¡No tengáis miedo!" La presencia de Dios tiene la intención de erradicar todo el miedo, incluso cuando nos invita a vivir en el "santo temor", en una reverencia y una castidad que ayudan a crear un mundo en el que nadie tiene que temer nada.
  • La voz de Dios se  reconoce en los dones del Espíritu Santo, aun cuando nos invita a nunca negar la complejidad de nuestro mundo y nuestras propias vidas.
  • La voz de Dios siempre se escucha donde se esté  disfrutando genuinamente y haya auténtica gratitud, incluso cuando nos pide negarnos a nosotros mismos, morir a nosotros mismos, y relativizar todas las cosas de este mundo.

Por supuesto que aceptar esto también es aceptar vivir con la ambigüedad, la complejidad, sin saber, y con una gran dósis de paciencia.  La voz de Dios, entonces ya no será tan clara como a nuestro instinto fundamentalista le gustaría, sin embargo estará libre para aliviarnos y  desafíanos como nunca antes.