Supongo que muchos de nosotros hemos oído textos de una entrevista que el papa Francisco concedió a una serie de publicaciones jesuitas, incluida la revista norteamericana América, donde, entre otras cosas, sugirió la sabia actitud de no insistir constantemente en las cuestiones morales acerca del aborto, el matrimonio homosexual y los anticonceptivos. Esa fue, por supuesto, la frase que más llamó la atención de los medios, pero la entrevista completa es interesante por su espontaneidad e incluye un conjunto de pensamientos que ayudan a hacernos ver cómo Francisco pretende orientar su papado. He aquí algunos de sus pensamientos, en sus propias palabras:
Sobre la necesidad que nuestro enfoque pastoral tiene de centrarse en sanar y no en reiterar ciertas cuestiones morales.
“Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es la capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles; cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene alto el colesterol o el azúcar! Hay que curar las heridas. Ya hablaremos luego del resto…
Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto, he dicho lo que dice el catecismo. La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres; no es posible una injerencia espiritual en la vida personal. Una vez, una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime: Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto, o la rechaza y la condena?’… Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello, esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor? No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo no he hablado mucho de estas cuestiones, y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas, hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia, y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar.”
-Sobre la mujer en la Iglesia.
“Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar… Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia… Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer, incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia.”
-Sobre el significado de “sentir con la Iglesia”.
“El conjunto de fieles es infalible cuando cree, y manifiesta esta infalibilidad suya al creer, mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo que camina. Esta es mi manera de entender el ‘sentir con la Iglesia’… Por lo tanto, no hay ni que pensar que la comprensión del ‘sentir con la Iglesia’ tenga que ver únicamente con sentir con su parte jerárquica.”
-Sobre la manifestación de una catolicidad abierta.
“Esta Iglesia con la que debemos sentir es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupo de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad.”
-Sobre la decisión de Benedicto de permitir un uso más amplio de la Misa Tridentina.
“Pienso que la decisión del papa Benedicto estuvo dictada por la prudencia, procurando ayudar a algunas personas que tienen esa sensibilidad peculiar. Lo que considero preocupante es el peligro de ideologización del Vetus Ordo.” (El decreto que autoriza un uso limitado de la Misa Latina).
-Sobre la tentación de cercarnos defensivamente ante una creciente secularidad.
“El cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la ‘seguridad’ doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras… Impresiona ver las denuncias por falta de ortodoxia que llegan a Roma.”
Quizás lo mejor sea no añadir mucho comentario a esto. Sus palabras hablan por sí mismas y, obviamente, por él.