Entrevista con Isidre Esteve, piloto con lesión medular.

    Circulaba ayer por Pamplona en silla de ruedas, sin extraviarse en nostalgias de cuando cruzaba el desierto en moto –10 veces en la París-Dakar– o de cuando se retiró en el 2006 tras sufrir dos caídas en 30 km y perder el bazo marchando segundo en la carrera africana. Hace seis meses, durante la Baja Almanzora (Almería), perdió el control de su moto en una curva junto a un río, cayó de espaldas y cambió radicalmente su existencia.

Además de fracturas costales y encharcamiento pulmonar, sufrió fractura de las vértebras T7 y T8 con una lesión medular aguda.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. Nacido hace 35 años en la Seu de Urgell, Isidre Esteve Pujol, dedica la mañana y la tarde entera a ejercicios de recuperación y musculación. Ayer, invitado por Caja Navarra reconocía que su visión de la vida cambia cuando el mundo se contempla desde una silla y cuando debe calcular un tiempo para vestirse llegar a una cita o acudir al baño, pero advierte que ha tenido suerte: mi cabeza está bien y también mis brazos.

El sueño de conducir de nuevo

Insiste en su nuevo enamoramiento por los pequeños detalles de la vida y en su vieja fascinación por África. Sobre su futuro profesional anhela vivir ligado al mundo del motor y no descarta volver al desierto en un coche adaptado. Ayer revelaba una confidencia: el sábado, por primera vez, pilotó un «buggie» adaptado.

-¿Qué le dijo su hija al verle en silla de ruedas?

-Cumplía tres años y entendió que me había hecho daño, que no podía caminar. Jugaba conmigo con la silla, hacíamos carreras, pero no le gustaba que me quedara en el hospital.

-Asegura que antes necesitaba dos horas para prepararse para salir de casa, luego una hora…

-Evoluciono muy bien. La rehabilitación consiste en esto, en poder hacer las cosas. No hago rehabilitación para poder caminar porque no voy a poder caminar. En estos momentos la lesión es inamovible. La rehabilitación para mí es que el día a día pueda ser más fácil, que me pueda vestir solo en 15 o 20 minutos, y que las limitaciones que tengo ahora vayan desapareciendo lo antes posible.

-Le colocaron un chip de ondas magnéticas en la primera operación de este tipo en Europa.

-Me instalaron un electroestimulador con el que estaba claro que no iba a ir a peor, ni resultaría algo increíble. En Estados Unidos la mejora máxima en un paciente fue del diez por ciento. Otros mejoraron un uno por ciento, con una media de un 6%. Pero con los avances de la ciencia acaso se pueda llegar a una solución en un periodo más largo de tiempo, pero no vivo pensando en una solución para volver a andar. Desde mi punto de vista no tiene que ser así, porque lo que se tiene que hacer es en vivir.

-¿Qué alimenta la energía y el optimiso en su vida?

-He estado de vacaciones y lo he pasado superbien en Vigo. He disfrutado de muy buenos momentos. Pero ves gente que lo tiene todo y te dice que lo han pasado fatal, mal tiempo, que el hotel no era lo que les prometieron…No puede ser (se ríe). Mi reto es disfrutar al máximo de lo que tengo con lo que tengo.

-¿Qué detalles nuevos de la vida se descubren cuando uno no puede caminar de pie?

-Antes me levantaba por la mañana enfocado para ganar una carrera, el Dakar o el Campeonato del Mundo. Vivía todo el día entrenando, corriendo en función de un resultado que no siempre salía y a veces volvía a casa desencantado. Vamos tan acelerados, sin tiempo para nada… y no disfrutamos.

-¿Y desde su punto de vista, qué nos paraliza al resto de los mortales?

-Es difícil decir qué estamos haciendo mal, pero muchas veces nos olvidamos de vivir. Vives como en una corriente que te arrastra, no te pones a pensar, y únicamente cuando tienes un frenazo en seco te das cuenta de lo que podías haber hecho.

Las lecciones de África

-Enamorado del desierto asegura usted que piensa llevar a su hija a conocerlo. ¿Qué le fascina del desierto?

-Siempre digo que no me explico cómo África puede estar tan cerca y a la vez tan lejos para todo el mundo. África es maravillosa. Te das cuenta de su manera de ver la vida. No tienen nada y están contentos; solo que me gustaría que tuvieran lo básico más a mano como alimentación, sanidad y educación. Le das un caramelo a un niño en África y, si se lo pides después, te lo devuelve. Los ves con bicicletas que solo tienen chásis y ruedas y van más felices que Dios. Aquí en cambio necesitan la play, la bici espacial, el spiderman y lo último de la guerra de las galaxias… Por eso quiero llevar a mi hija a África varias veces cuando sea mayor y comprenda. Me dijo mi padre que la mejor escuela es viajar. Y es cierto, porque sólo viendo diferentes culturas a la vez entras a analizar la tuya. Es algo tan importante como ir a la universidad.

Moteros y riesgo

– Parece menos arriesgada la competición que el uso general de la moto. ¿Cuál debe ser el lema de todo motero?

-Tienen una fama que creo que no les corresponde. Hay dos vertientes como en todo deporte: la competición y el disfrute. Y no toda la gente está capacitada para competir y no toda para disfrutar. El que compite es porque lleva algo dentro, aunque no creo que yo fuera un piloto extraordinario. El competidor es una persona consciente de sus límites, no se salta los semáforos, siempre sale con casco…Pero hay otro motero joven que no es consciente de esos límites.