PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Lucas 9, 11b-17
Comieron todos y se saciaron
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: "Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado."
Él les contestó: "Dadles vosotros de comer."
Ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío."
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos: "Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta."
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA PAZ
(Mujer, soltera, pertenece a comunidad cristiana y movimiento laical)
La fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo me recuerda los gestos y las palabras de Jesús en la Última Cena, que es memoria de las “Mesas Compartidas” de Jesús con sus discípulos. Celebramos la memoria de una existencia donada al servicio de los demás hasta la muerte y nos recuerda lo que la vida de los discípulos y discípulas de Jesús deben ser, vidas entregadas por amor para la transformación del mundo. También me recuerda la muerte y Resurrección de Jesús, que al hacer memoria nos remite a las personas crucificadas de hoy, en quienes se encuentra sufriendo Jesús redentor. En esos rostros estamos invitados a seguir el camino redentor que nos salve del egoísmo y la indiferencia. El gran milagro de Jesús no está en multiplicar panes y peces, sino en renunciar a la mentalidad individualista, despertando la solidaridad entre todos para compartir y compartirse. Propuesta que sorprende y pone a prueba la fe de los discípulos en el proyecto de Jesús, que apenas empiezan a hacer suyo.
El símbolo sacramental del Cuerpo y Sangre de Cristo me invita a transformarme en Eucaristía para ser alimento de vida para mi familia, mi comunidad y la sociedad en general. Quiero ser pan partido y compartido.
Las comunidades negras del Medio Atrato, Chocó, Colombia son muy solidarias y esta solidaridad hace que, en medio de la precariedad, ninguna familia pase hambre. Hace varios años acompañé la Semana Santa en una comunidad del río Atrato, llegué a una casa de familia y cuando estaba entrando vi que le entregaban a la dueña de la casa varios racimos de plátano. Me puse contenta porque en esos días el plátano estaba escaso y pensé “tenemos comida asegurada”. Cuando entré a la cocina ví montoncitos de plátano y muchachitos que entraban y salían llevando su montón. Entonces le digo a la señora: está bien que comparta, pero ¿nos alcanzará lo que queda? Me contestó: usted ha venido varias veces a mi casa y ¿alguna vez ha pasado hambre? Yo no puedo guardar ese plátano sabiendo que la mayoría de las familias no tienen en la casa. Yo soy feliz cuando todas las familias tienen qué comer y mire que nunca nos ha faltado. Hubo comida más que suficiente y aprendí esa hermosa lección de solidaridad. Eso es Eucaristía, por eso cada celebración de este sacramento nos debe llevar a ser más generosos, serviciales y solidarios. Cuando somos solidarios y compartimos, estamos construyendo PAZ.
DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
El evangelio de este domingo nos introduce en la solemnidad del Corpus Christi y nos sitúa ante un misterio que, año tras año, meditamos y oramos. Es un Misterio que Cristo permanece dándose, a sí mismo, en su cuerpo y en su sangre (también en su Palabra) en la vida litúrgica de la Iglesia. Es un misterio que nosotros, por la fuerza de su Espíritu, permanecemos unidos a Él y somos parte de su Cuerpo. Es un misterio que la bendición y los dones de Cristo sigan repartiéndose en pan para tantos que lo necesitan. Es un misterio que las manos misericordiosas del Señor continúen curando tantas vidas a través de los más impensables y diversos servicios y modos de entrega. En fin, este domingo nos hace entrar un poco más en el Misterio de Dios-Hijo que podemos palpar en la vida de la Iglesia.
Desde una perspectiva sinodal es hermoso pensar que nuestro “caminar juntos” como Iglesia no es una suerte de carrera, sino que caminamos precisamente porque formamos parte de un Misterio que se mueve en la historia… “caminamos en”.
Y el evangelio, en relación a lo anterior, nos recuerda otra cosa este domingo que toca a la sinodalidad y a la vida de la Iglesia. La bendición de Dios, su gracia que es capaz de multiplicar pan y compartirse en él, no es nuestra, no somos sus dueños ni la poseemos. Somos servidores todos, cada uno desde la vocación que le es propia. Nosotros, como aquellos primeros Doce, somos los que repartimos las cestas; los que acercamos el Misterio en lo concreto del día a día en casa, en el trabajo, en la educación de los hijos, en el servicio al Reino, en el cuidado de los mayores y enfermos, en la lucha por la dignidad de todos los hijos de Dios…en todas esas cosas (y más aún) se experimenta que la sinodalidad no es “teórica” sino un movimiento del Cuerpo del mismo Cristo en el que tú y yo somos una célula de gracia.
DESDE EL CUIDADO A LOS MAYORES
En este trozo del Evangelio, Jesús les dice a sus discípulos: “Dadles vosotros de comer”. No es una imposición de Jesús, más bien es pedirles una colaboración, hacer partícipes a sus discípulos de su misión. Como a sus discípulos, Jesús hoy me dice a mí hoy “Dales de comer”. Como no estoy en un descampado, rodeado de un gentío, tengo que preguntarme, ¿a quién le tengo que dar de comer? Y después, ¿qué clase de comida?
En la lista de personas a las que tengo que dar de comer, mis padres ocupan un lugar preferente. Esta pregunta parece fácil de responder. Vamos por la segunda, ¿qué clase de comida? Aquí tengo que ser más imaginativo, porque no es la comida material la que necesitan. Necesitan de mi ayuda, de mi compañía, de mi tiempo. “Dar de comer” a personas mayores es acompañarlas, estar a su lado. No tienen que ir a las aldeas cercanas a buscar comida y cobijo. Lo tienen que encontrar en quienes estamos a su lado.
Y hay dos cosas más. La primera es el gesto que hace Jesús sobre los alimentos: “pronunció la bendición sobre ellos”. Porque el alimento que les tengo que dar no es mío, viene de Dios. Él es el único capaz de dar ese alimento que necesitan. Él es el único capaz de hacer que ese alimento reconforte y de fuerzas. Y la segunda cosa: “Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos”. Cuando se reparte este alimento, no haciendo mi voluntad sino haciendo la voluntad de Dios, nunca falta la comida, nunca faltan las fuerzas, nunca nos vence el cansancio. Todos se sacian de buen alimento e incluso sobra.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)
Te alabamos, Padre bueno: creaste cielos y tierra, creaste los vivientes de toda clase, nos creaste a los
seres humanos… Misterio y presencia de cuidado y amor para nuestra plenitud.
Te alabamos, Padre bueno: desde Abraham se manifestó la Alianza eterna con todos los seres humanos,
sedientos de vida y de amor inacabable…
Te alabamos, Padre bueno: has hablado a la humanidad a través de radiantes profetas inspirados por el
poder y la energía santa de tu presencia fascinante…
Te alabamos, Padre: todo lo preparaste para comunicarnos la Palabra definitiva a través de Jesucristo.
Palabra que nos da el alimento que necesitamos y que nos lanza a compartir,
Palabra que nos da la compañía que necesitamos y que nos catapulta a sembrar.
Palabra que nos da el nacimiento a la nueva vida que todos necesitamos y que es un fascinante caminode crecimiento humano.
Palabra que nos llama a tu servicio, servicio que es el cuidado de la vida, de toda vida… y especialmente
de los más necesitados y vulnerables.
Palabra que nos capacita para mirar la realidad con esa misericordia que transforma…
Palabra que nos enraíza en lo que no falla, en lo que no desaparece, en lo que es esencial: amar y ser
amados… porque nos hiciste por amor y toda creación anhela, inquieta, descansar en Ti, que eres paz,
que eres ternura, que eres vinculación, que eres enamoramiento.
Palabra que nos convoca a la comunión, comunión que es el acceso a tu voluntad para todos los seres
humanos, sean como sean, vengan de donde vengan, te recen como te recen… busquen lo que busquen
sus corazones, a veces tan desgarrados.
Palabra que nos llena de Espíritu…
de audacia,
de esperanza.
Te alabamos, Padre,
océano de santidad que te revelas en lo mejor del corazón humano…
corazón que se alimenta de la presencia de Cristo,
constante,
en la comunidad…
Te alabamos, Padre,
inmensidad de comunión que te revelas en cualquier gesto de fraternidad en la vida cotidiana…
vida cotidiana que se recoge en la sencillez y en la intensidad de pan y el vino
fruto de tanto y tanto trabajo de las mujeres y de los hombres que se ganan la vida y la de los suyos…
Te alabamos, Padre,
incansable presencia de santidad…
santidad de Cristo… que nos habilita a ser testigos de tu Reino de vida…
santidad de Cristo… que nos empasta con lo mejor de las capacidades humanas de todas las culturas…
santidad de Cristo… que constantemente nos saca de nuestras jaulas y nos dice una y otra vez, una y otra
vez: Id y dadles vosotros de comer.
Santidad de Cristo,
Misterio de Cristo,
Presencia de Cristo.
Amén.
Amén.
Amén.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
No tenemos más que cinco panes y dos peces.
No tienes más que lo que eres. Hemos de convencernos de que al Señor le basta.
¿Estás en disposición de darte junto a tus dones, a lo que te pida el Señor esta semana, y confiar en que Él hará el milagro de llegar a los demás por medio de ti?
¿Te ves capaz de no enterrar tus dones por incredulidad o por conformismo, y ponerlos delante del Señor?
Te propongo confiarnos en Sus manos y Él sabrá bien qué hacer con nuestro ofrecimiento.
Estemos despiertos para saber cuándo y para qué hemos de poner nuestros panes y peces a Su servicio.
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