Evangelio Seglar para el Domingo 13 de Tiempo Ordinario (2 de julio de 202)(

30 de junio de 2023

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Mateo 10,37-42

El que no coge su cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros me recibe a mi.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro."

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL AMOR CONYUGAL

(Matrimonio, 3 hijos, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Ser dignos De Dios.

Desde que Dios nos pensó a cada uno de nosotros nos dio una dignidad especial, nada más y nada menos que ser Hijos suyos y ser imagen suya. Este es el traje más radiante que podemos vestir. No queremos estropear su obra, debemos cuidar no ensuciar esta vestimenta, mantener en nosotros la belleza y la grandeza que Dios puso sobre nosotros.

Este evangelio nos dice de qué manera ensuciamos nuestro traje original, nuestra dignidad originaria. Ensuciamos nuestra dignidad cuando ponemos nuestros quereres por delante de Dios.  Dejamos de ser dignos de su recompensa cuando no somos capaces de ver esa dignidad originaria en mi esposa, en mi esposo, cuando no se acogerlo como Lo que es, Mi ayuda adecuada, quien Dios pensó para mí, para que perdiendo juntos la vida, dándonos el uno al otro hasta el extremo, lleguemos juntos a ganar la Vida plena, la santidad.

Perdemos nuestra dignidad cuando exigimos a nuestro cónyuge ser como nos gustaría que fuera, y no lo acogemos como Dios lo soñó para mí. Ensuciamos nuestro traje cuando exigimos al otro cubrir nuestras carencias en lugar de dar nuestra vida para que el otro crezca.

El evangelio de hoy nos invita a perder la propia vida y recibir la de mi esposo/a, a mirarnos y vernos, como Dios nos ve. Queremos ser dignos de Dios, queremos amarnos con Cristo en la cruz.

DESDE EL TRABAJO EN LA ENSEÑANZA

(Mujer, casada, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Esta semana pienso que el evangelio me dice que un seglar comprometido tiene a veces que "dejar a su familia", por hacer bien su trabajo. Y el trabajo del docente no es cumplir con un horario ni con una programación. Implica mucho más desgaste, porque en todo (en el trato con los alumnos, en la relación con sus familias, en el compañerismo, en la acogida a los profesores nuevos del colegio, en la Pastoral, en el respeto a los no docentes, en la aceptación de una corrección del equipo directivo…), tienes que implicarte al máximo.

Esto es ser profeta hoy, esto es hacer justicia, esto es recibir a quien nos ha enviado.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

Señor Jesús: los apegos nos atan.
Lo sabemos muy bien.
Nos atan nuestros bienes ideológicos y emocionales.
Nos atan nuestros refugios en las riquezas y en las relaciones.
Nos atan nuestras raíces y nuestras identidades.
¡Sólo tú puedes liberarnos de nuestras filias tan humanas…
tan demasiado humanas
que nos blindan bolsillos, cabeza y corazón!

Señor Jesús: la falta de confianza nos bloquea.
Lo sabemos muy bien.
No discernimos: repetimos y repetimos.
Año tras año.
No creamos: reiteramos y reiteramos.
Liturgia a liturgia
No nos abrimos: nos encerramos y nos encerramos.
Día a día… año a año.
Y nos agotamos por la falta de luz,
de aires nuevos,
de vitalidad del Espíritu.

Señor Jesús: sin darnos cuenta nos deslizamos a un cristianismo sin cruz,
a un cristianismo que nos hace creernos vivir en una santa comodidad,
comodidad sin cruz.
A un cristianismo que nos hace vivir sin la tensión de evangelizar en serio,
evangelizar sin cruz.
A un cristianismo de palabras vacías, insignificantes, viejas.
A un cristianismo que no llama a jugarse la vida realmente
para que todos tengan vida y vida en abundancia.

¡Señor Jesús,
sólo tú puedes aumentarnos la fe
que nos abre a la aventura de la libertad de los hijos de Dios!

¡Señor Jesús,
que no rehuyamos los conflictos
a la hora de discernir los caminos a los que nos llamas,
las exigencias concretas que nos pones por delante,
las grandes obras a las que estamos llamados!

¡Señor Jesús, enraizados en ti,
queremos crecer como como hijos e hijas de Dios,
crecer como audaces testigos de que otra cultura es posible,
otra Iglesia es posible,
otra humanidad es posible!

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(Matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar).

"El que os recibe a vosotros me recibe a mí"
Esta Palabra, como tantas del Evangelio, nos anima a la acción. De hecho resaltan muchas acciones: querer, coger, seguir, encontrar, recibir, dar.
Y se entrelazan con otras que aunque no se recojan expresamente son un denominador común: amar y servir.
¡Cómo se da gloria a Dios cuando se sirve por vocación, sabiéndonos sus manos y sus pies!
A eso se refiere Gabriela Mistral con sus versos:
El Placer de Servir:
“Toda la naturaleza es un anhelo de servicio; sirve la nube, sirve el aire, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú; donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú.
Sé el que aparte la estorbosa piedra del camino, sé el que aparte el odio entre los corazones y las dificultades del problema.
Existe la alegría de ser sano y de ser justo; pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
…/…
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito con los grandes trabajos; hay pequeños servicios que son buenos servicios: Adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña. Aquél es el que critica, éste es el que destruye, sé tú el que sirve.
El servir no es una faena de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamársele así: El que sirve. Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿Al árbol? ¿A tu amigo? ¿A tu madre?”.
Es un buen propósito para cada día de esta semana: hoy voy a servir como ayudante de Dios, para construir su Reino desde lo pequeño.
 


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