PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Marcos 6,7-13
No desprecian a un profeta más que en su tierra
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y añadió:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
NOTAS BÍBLICAS
Este domingo continúa la lectura del capítulo 6º de san Marcos, donde se dejó el domingo pasado.
La perícopa anterior terminaba anotando en v. 6: Jesús «recorría los pueblos de alrededor enseñando».
Ahora manda a sus discípulos a hacer lo mismo que Él.
En primer lugar les da su «autoridad» para poder ejercer. En concreto, les da poder sobre los «espíritus inmundos». que es una forma de designar a los demonios, espíritus que se oponen a Jesucristo.
En segundo lugar, les dice lo que pueden y no pueden llevar durante el camino. Llama la atención que les permite llevar un bastón y sandalias, pues en la versión de san Mateo 10, dice que no lleven «ni sandalias, ni bastón». Dado que no les permite llevar «ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja, no una túnica de repuesto», parece que Jesús se preocupa de que expresen su no interés por enriquecerse.
También les prohíbe cambiar de casa en el lugar donde lleguen, quizá con la misma intención de no estar buscando el mejor alojamiento.
En tercer lugar, les enseña a asumir el rechazo, si se produce, dejando un signo profético que se ha hecho muy conocido: «sacudíos el polvo de los pies».
Por último, Marcos nos narra en qué consiste la actividad de los enviados, desplegada en tres acciones: invitar a la conversión, expulsar demonios de las personas y curar los enfermos. En esta última, se indica un modo de hacerlo que no usaba Jesús, pero que sí usa desde sus orígenes la Iglesia que él fundó: «ungían con aceite», acción que se mantiene hoy día en el sacramento de la unción de los enfermos.
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE EL ACOMPAÑAMIENTO Y CUIDADO A LOS HIJOS
(Hombre, separado, 4 hijos, pertenece Comunidad eclesial)
Estamos ante el Evangelio del envío. Del mandato especial de Dios a «hacer» desde nuestro «ser» y sentir cristiano. Esa encomienda que siempre está de actualidad y que hemos de cuestionarnos en nuestro día a día o recordárnosla con frecuencia.
Jesús nos envía, pero lo hace también llenándonos de autoridad, de esa autoridad que debe darnos la fe, y especialmente el sentimiento de que Dios está con nosotros y camina a nuestro lado, esa es una fuente especial de fortaleza que merece la pena tener muy presente.
Y siendo ese mensaje muy intenso y principal; a mí de esta Palabra también me resuena algo que me parece muy real y que a menudo me sirve cuando en casa hemos de enfrentar las frustraciones o decepciones que nos provocan las respuestas o acciones negativas de otros ante lo que nosotros entregamos o ante nuestras buenas intenciones y nuestros mejores intentos de hacer las cosas bien: seguir el camino y «sacudirse el polvo».
Es decir, valorar donde nos quieren y escuchan, y donde no sucede esto, después de intentarlo de la mejor manera posible, simplemente dejarlo atrás y tratar de que ese rechazo no nos penetre, no nos empape y no nos aparte de quienes somos, de nuestros pasos. No detenernos en el pesar o en el conflicto de esa adversidad o de ese rechazo.
DESDE LA ENFERMEDAD
(Mujer, casada, dos hijos, pertenece Movimiento Laical)
En esta preciosa lectura del Evangelio de San Marcos, vemos cómo Jesús envía a sus apóstoles. También nosotros hemos sido enviados por Él a predicar su Evangelio. Quizá pensemos a veces que, por nuestra enfermedad, no estamos para muchos trotes. Sin embargo, Jesús nos dice que no nos hacen falta grandes cosas para transmitir su Buena Noticia, apenas un bastón y unas sandalias. Con nuestra fe, nuestro compromiso y las ganas de compartir la alegría del Evangelio es suficiente.
Jesús no nos envía a evangelizar de cualquier forma. Él manda a sus discípulos de dos en dos, acompañados. Al leer esto, veo a toda la gente que tengo a mi alrededor, y que me acompaña cada día, en mis buenos momentos y en los no tan buenos: familia, amigos, comunidad parroquial, los médicos y enfermeras que nos cuidan,… Nuestra tarea evangelizadora no sería muchas veces posible sin el apoyo y acompañamiento que todos ellos nos ofrecen cada día. Doy gracias a Dios por tenerlos en mi vida.
No nos podemos engañar, el Evangelio no está de moda hoy en día, y la tarea evangelizadora no es sencilla. Muchas veces nos encontramos con personas que intentan ridiculizar nuestra fe, y que exigen respeto para su postura, pero no respetan la nuestra. No pasa nada, ahí está la libertad de cada uno. No olvidemos que la fe es un don. Nuestra tarea es llevar el mensaje de Jesús a cada rincón, vivirlo con coherencia, pero no empeñarnos donde no nos quieren. El Evangelio es alegría, y ahí es donde debemos estar
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(Hombre, casado, pertenece a Movimiento cristiano)
ENVIADOS
Señor Jesús, nos envías a la misión.
Siempre lo haces: nos quieres luz del mundo.
Señor Jesús, somos Iglesia: somos de los tuyos.
Somos misioneros.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Hoy, intuimos que hay una sed de refugio, de silencio, de santidad
en los corazones de muchos de nuestros contemporáneos.
Hay mucha desorientación y mucha huida de las huidas.
Hay mucha tristeza de fondo.
Hay mucha soledad.
Hay mucha biografía íntima no escuchada, no querida, no sanada.
Señor Jesús, nos encontramos con tantos y tantos muy dañados en su corazón.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús, el mundo quiere autenticidad,
quiere que hablemos sencilla y sinceramente de ti,
de tu presencia en nosotros y en la realidad
de tu poder de sanación y de liberación
y de tu fascinante rostro de santidad.
El mundo exige y espera de nosotros
sencillez de vida,
vida de oración,
ardiente caridad para con todos,
pero especialmente para los pequeños y los pobres,
los caídos del sistema,
los nadie de nuestras ciudades,
los migrantes,
víctimas de tantos sufrimientos evitables.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús, nos quieres radicalmente alternativos:
centrados en lo esencial,
humildes,
fraternales,
desapegados de sí,
austeros,
transparentes,
veraces,
cabales…
personas para los demás
que generan nuevas formas de convivencia,
nuevas formas de economía,
nuevas formas de familia,
nuevas formas de educación,
nuevas formas de acogida
nuevas formas de política…
nuevas formas de Iglesia.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús, quisiéramos ser
muy humanos y muy santos,
muy novedosos y muy enraizados
en la historia de santidad de la humanidad.
¡Que seamos síntoma de tu presencia que sana y genera confianza!
¡Que seamos testigos de la santidad y de la justicia!
Señor Jesús,
marcados por tu santidad,
asidos por tu santidad,
alimentados por tu santidad
surge de nosotros
un canto de alabanza,
un canto de confianza,
un canto de alegría:
Proclama nuestra alma
tu grandeza, Señor…
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO´
¿A qué nos lleva el texto?
(Hombre, casado, un hijo, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)
¡¡ECHEMOS DEMONIOS, POR DIOS!!
A quien le escribe le gusta ver el vaso «medio lleno» o, incluso, «a punto de llenarse», por más que la realidad a veces se empeñe en querernos convencer de lo contrario.
Pero eso no quita que, con cierta frecuencia, observe a mi alrededor que hay muchos «demonios que echar». «¡Ojú, cómo está la peña!» me decía hace unos días un buen amigo.
Y es que, ciertamente, la «peña», la gente… y el mundo… tiene muchos síntomas de enfermedad del cuerpo, del alma y de la mente.
La famosa polarización, la falta de empatía, los «egos» soberbios, la ausencia de humanidad, la exclusión de los más vulnerables, los muchos problemas de salud mental, la fragilidad de las relaciones y los compromisos, la violencia en todas sus manifestaciones, la crisis de sentido… y un largo etcétera.
Pues ahí, en medio de todo eso, es donde Jesús -después de llamarnos- nos envía en comunidad a sanar, curar, echar demonios.
Esa, pues, es una necesarísima misión que tenemos los que le seguimos.
Por eso, estos días… ¿por qué no piensas/pensamos que «demonio» podemos contribuir a echar en una realidad o persona concreta, oramos por ello… y nos ponemos manos a la obra? Eso será vivir el Evangelio sin titubeos. Digo yo.
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