Evangelio Seglar para el Domingo 23 de junio de 2024

21 de junio de 2024
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PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Marcos 4,35-40

¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.» Dejando a la gente, se lo llevaron en la barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?» Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!» El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

NOTAS BÍBLICAS

Terminadas las parábolas el domingo anterior, Jesús decide ir «a la otra orilla» con sus discípulos, atravesando en barca el lago de Galilea. En la tradición, la «barca» se ve como un símbolo de la Iglesia.

«Se levantó una fuerte tempestad» y los discípulos temían «perecer», por lo que «despertaron» a Jesús, que «estaba en la popa, dormido sobre un cabezal». La comunidad a la que San Marcos escribe el evangelio está sufriendo persecuciones que le hacen temer sobre su vida, ante las que Dios «parece dormido»

Jesús mandó «silencio» «al viento y al mar» y «el viento cesó y vino una gran calma». La «gran calma» que instaura Jesús contrasta con la «gran tempestad» que afrontan sus discípulos en la vida.

Eso «llenó de miedo» a sus discípulos que se preguntaban quién era ese que «hasta el viento y el mar le obedecen». Sienten sobrecogimiento ante un acontecimiento donde se está manifestando lo divino, pues es Dios quien tiene autoridad sobre «el viento y el mar»; sienten «temor de Dios». Esta manifestación les hace preguntarse sobre la auténtica identidad de Jesús, al que tenían solo por «maestro», y que se muestra como alguien con más poder. Esta pregunta sobre Jesús («¿quién es éste»?) es una constante en el evangelio de Marcos.

En cambio, Jesús les cuestionó sobre su fe al ver su miedo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Igual que Jesús mantuvo la paz en medio de la tempestad -«dormía»-, así espera que la confianza de sus discípulos en él, les permita no dejarse llevar por el miedo ante las dificultades.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL ACOMPAÑAMIENTO Y CUIDADO A LOS HIJOS

(Hombre, separado, 4 hijos, pertenece Comunidad eclesial)

En la vida tratamos de controlar lo que queremos que suceda y en eso también incluimos a nuestros hijos. Y entonces la vida nos demuestra que precisamente su esencia es contraria a nuestro ego.

Como padre, y cuando a veces nos sorprenden acontecimientos inesperados y adversos, cobra un significado muy intenso este evangelio que viene a decirnos: “confía!, Él está contigo”.

Ese mensaje lo comparto a menudo con mis hijos porque es fácil querer o tener fe o confiar con el viento a favor, o cuando nos ocurre aquello que esperamos y queremos. Mientras vivimos en el mar en calma…

Y son precisamente las tempestades las que vienen a agitar nuestra confianza en Dios y nuestra forma de contar con Él y sentir que está en nuestro camino.

DESDE LA ENFERMEDAD

(Mujer, casada, dos hijos, pertenece Movimiento Laical)

La vida está llena de momentos inesperados que no comprendemos. Un tranquilo paseo en barca por el lago se convierte de pronto en una tempestad. Así se revuelve la vida de una persona cuando le comunican que tiene una enfermedad grave. De repente, todo cambia. Y miramos al Señor, y parece dormido, ajeno a todo lo que estamos pasando.

Pero Él se levanta y manda calmar la tempestad. Y la tempestad le hace caso. Luego se dirige a sus discípulos, y les pregunta: “¿Aún no tenéis fe?” Y ahí está la clave de todo. Necesitamos tener confianza en el Señor, ser conscientes de que Él no nos va a mandar ninguna tarea que no podamos sobrellevar. Por muy dura que se nos haga.

Te pido Señor que aumentes mi fe. No entiendo el porqué de esta enfermedad, pero tengo que reconocer que dispongo de medicamentos que reducen los síntomas y mejoran mi calidad de vida, tengo acceso a médicos que me escuchan y, desde su conocimiento, me ofrecen los mejores consejos; tengo familia, amigos, hermanos en la fe que me acompañan y me sostienen cuando caigo en el desánimo. Dame fuerza para superar el desasosiego, y cada día confiar un poquito más en Ti.

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a Movimiento cristiano)

¿POR QUÉ TENÉIS MIEDO? ¿AÚN NO TENÉIS FE?

Señor Jesús, vivimos hastiados de ruidos que nos asustan.
Señor Jesús, que sintamos tus manos sobre nosotros.

Señor Jesús, vivimos sumergidos en de masas desvertebradas.
Señor Jesús, que sintamos tu mirada personal sobre nosotros.

Señor Jesús, vivimos embebidos en muchedumbres solitarias.
Señor Jesús, que sintamos que nos llamas por nuestro nombre.

Señor Jesús, nos hablan ecos y ecos de tinieblas desde nuestro interior.
Señor Jesús, háblanos con la fuerza de poder sanador.

Señor Jesús, nos secuestran la atención malévolamente.
Señor Jesús, háblanos de lo esencial, de ti y de tu amor sobre todo amor.

Señor Jesús, nos agobiamos porque no tenemos tiempo para tanto reclamo externo.
Señor Jesús, sosiéganos con presencia que recrea y enamora.

Señor Jesús, nos azuzan nuestras ansiedades.
Señor Jesús, cálmanos con tus palabras de vida eterna.

Señor Jesús, nos abruman nuestras explosiones de estrés.
Señor Jesús, apacíguanos con tu paz y tu confianza.

Señor Jesús, nos asustan nuestras carencias.
Señor Jesús, apaciéntanos con poder de salvación.

Señor Jesús, nos ahogamos en las dinámicas estúpidas en las que nos meten y nos metemos.
Señor Jesús, oriéntanos en el camino de la vida en abundancia.
Señor Jesús, recomponnos
entre tantos miedos,
entre tantos desasosiegos,
entre tantas desconfianzas.

Señor Jesús,
restáuranos,
revitalízanos,
consolídanos.

Señor Jesús,
auméntanos la fe,
redobla nuestra esperanza.
expande nuestra caridad.

Señor Jesús,
sin ti somos tan poca cosa…

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

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ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(Hombre, casado, un hijo, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

COBARDES

A nadie nos gusta que nos llamen algo así: «Cobardes». Menos aún, si viene de una persona que estimamos mucho. Menos aún, digo yo, si viene del mismísimo Jesús.

Pero el caso es que Jesús hoy nos lo dice a ti y a mí (por ese misterioso don por el que la Palabra siempre está viva, y nos habla también a las mujeres y hombres de hoy…).

Y si nos lo dice Jesús… hemos de «aplicarnos el cuento». ¿Por qué demonios somos tan cobardes? ¿Cómo podemos serlo si estamos con Él, que bien nos ha mostrado con largueza todo lo que puede hacer por nosotros y cómo siempre es capaz de darnos fuerza, luz…. a pesar de «las tormentas y oscuridades que nos envuelvan? ¿O será que, en el fondo «no estamos con Él» porque «nos lo hayamos dejado dormir» en la parte de atrás del barco -la popa-, cuando lo que tendría era que ir delante, en la proa, marcando el rumbo de nuestras vidas?

Muchas preguntas que cada uno/a debería tratar de responderse.

Sea como sea, yo hoy veo claro la llamada a la acción del Evangelio: localicemos algo de nuestra vida en la que nos puede la cobardía, en la que nos hemos alejado de la presencia de Dios, en la que hemos dejado que se duerma nuestra fe, «armémonos de Amor hasta los dientes»… y enfrentémonos de una vez por todas con ello.

Y el próximo grito de Jesús será: «¡A por ello… mis VALIENTES!»

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