Evangelio Seglar para el Domingo 23 del Tiempo Ordinario (6 de septiembre de 2020)

4 de septiembre de 2020

LECTIO DEL DOMINGO XXIII TIEMPO ORDINARIO- CICLO A
(En la semana de la jornada mundial de oración por el cuidado de la creación)

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 18, 15-20

Si te hace caso, has salvado a tu hermano

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
(mujer, casada, trabaja, 4 hijos y un perro, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Como dice el Papa Francisco al comienzo de la Laudato Si, la tierra, nuestra casa común nos acoge entre sus brazos y nos sustenta, y clama por el daño que le provocamos. Para mi la clave está en la palabra “acogida”, es decir, estamos en la tierra temporalmente y es generosa con nosotros…. A pesar de que los humanos seguimos abusando y causándole daño. También debemos tratar con cuidado a todos los seres vivos dice el Papa. Ahora que acabamos de adoptar (no acoger, es decir, para toda nuestras vidas) a una perrita con nosotros queremos darle lo mejor para ella, compramos un buen pienso y vigilamos la cantidad, le damos cariño, la paseamos, velamos para que no pase demasiado calor, la llevamos a la clínica veterinaria… etc. Como nosotros puede haber muchas personas igual de responsables con su perra, pero luego, no cuidan su cuerpo no reciclan, consumen abusivamente o consumen alimentos nocivos, malgastan recursos, contaminan…. Durante esta pandemia hemos visto como la Tierra ha mejorado su estado respecto a emisiones de CO2 al frenar el bullicioso y acelerado estilo de vida actual para muchos pero ha aumentado el consumo eléctrico porque estamos más tiempo enchufados a internet y a la tele. En algún aspecto u otro falla nuestro autocontrol, y ya no podemos decir que sea por ignorancia de que algo haga daño, porque información precisamente es lo que nos sobra, es miedo, pereza o falta de voluntad.
Por eso, tanto la primera lectura como el evangelio de hoy, nos llaman a ayudarnos los unos a los otros a corregirnos desde el cariño, a volver a llevar un estilo de vida responsable y sostenible, en todos los ámbitos, llevar a cabo, como dice el Papa, una “conversión ecológica”. Dios nos elige como sus “voceros”, nos sube a una atalaya. Si alguien ensucia o estropea algo de nuestra propiedad, le decimos que tenga cuidado y que no lo vuelva a hacer… pues eso mismo debemos hacer con cualquier persona que no cuide nuestra casa COMÚN. Todos somos responsables, y debemos dejar a un lado el miedo al que dirán, a que la otra persona nos reproche la advertencia o se “envalentone”… No debemos quedamos impasibles ni indolentes, Dios nos llama a defender, con tierna firmeza, su /nuestra casa de aquel que haga mal, ya que si no, nosotros también estaremos haciendo mal. Cuidemos nuestro cuerpo y nuestra casa presente y futura, y eduquemos a nuestros hijos para ello desde el ejemplo.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(Oración del Papa Francisco por la Tierra)

Dios omnipotente,
que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor
para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz,
para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie.
Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos.
Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción. Toca los corazones
de los que buscan sólo beneficios
a costa de los pobres y de la tierra. Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz infinita.
Gracias porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha
por la justicia, el amor y la paz.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(matrimonio, tres hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

¡Qué nivel de amor hay que tener para poder reprender a nuestro hermano de comunidad!
Es más fácil hablar a sus espaldas, comentar, criticar… que enfrentarse a él y decirle las cosas con la mayor caridad del mundo, sin ánimo de ponerlo en evidencia, de humillarlo, de hacer que se arrodille.
También es mucho más fácil decir:»Yo no soy nadie para reprender o corregir a otro». Y nos escudamos en esa máxima de «falsa humildad» para dejar pasar las cosas, y lo que es peor, dejar perderse a un hermano nuestro del camino de la justicia y de la verdad.
Todo esto viene por que no tenemos claro el sentido de la «santidad colectiva». Jesús nos pedía que fuéramos santos y además, que lo fuéramos en grupo, en comunidad (» Padre, que todos sean uno como lo somos Tú y Yo»). Jesús no dijo esto para hacérnoslo más difícil, ¡que va!, sino por que sabía que tratando de vivir solos nuestra fe, sabía que íbamos a fracasar. Todos tenemos experiencia de esto.
En el rito del matrimonio, está incluso más específico, «Cada uno seréis sacerdote del otro para llegar a la santidad». O sea, que cuando lleguemos a S. Pedro y nos revise nuestra vida, también nos va a revisar si hemos cumplido con nuestra labor de «sacerdote del otro», ¿por qué se ha descarriado? ¿por qué no hiciste nada para avisarlo? ¿no decías que lo querías tanto…?
Por tanto, actuemos con el corazón de una madre que mira por sus hijos, y busquemos el momento, la forma y la manera de hacerle ver a nuestro hermano que está equivocado, orando antes y poniendo a Dios en el centro de nuestras vidas. Y dejemos ya de escudarnos en esas falsas humildades y asumamos nuestra responsabilidad de una vez. Y la mejor forma de que nos hagan caso es teniendo nosotros una vida de amor y servicio por los demás. El testimonio de amor en nuestra vida, hace caer en la cuenta a más de uno, sin decir ni una sola palabra.