PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Juan 15,1-8
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
NOTAS BÍBLICAS
Es un trozo de un largo discurso de Jesús que termina para dirigirse al huerto de los Olivos (capítulo 18) El contexto es la última cena, donde ha hecho el gesto de lavar los pies a sus discípulos (capítulo 13). En esta parte usa la comparación de la vid, de cuyo tronco -la cepa- nacen las tiernas y largas ramas llamadas sarmientos, que dan las hojas y los racimos de uvas. Estas ramas se usaban también para encender hogueras, una vez cortadas y secas. En el país de Jesús abundan las viñas. Jesús se identifica con la vid y a sus discípulos con los sarmientos. La comparación expresa la unidad entre Jesucristo y sus discípulos; como lo muestra el hecho de que desde el versículo 4 al diez de este capítulo 15 aparece 9 veces la palabra «permanecer». Los efectos de la permanencia de los discípulos con Jesús son los mismos que la de los sarmientos con la vid: mientras permanecen unidos, dan fruto; cuando son cortados, se usan para el fuego. La palabra «fruto» sale seis veces desde el versículo 2 al 8, señal de su importancia; Juan enlaza el hecho de dar fruto al de ser discípulos (v. 8).
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto? Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA ESPERANZA
(Mujer, soltera, trabaja, catequista, pertenece Movimiento Seglar)
Este evangelio, el de la vid verdadera, es muy significativo para mí. Fue el que elegimos para la celebración de la confirmación. 26 años ya, y me sigue cautivando el texto cómo la primera vez. De primeras, nos puede parecer un evangelio duro, pues al fin y al cabo nos dice que, si no estamos en Jesús, no somos nada, y aun estando en Él debemos ser podados. ¡Qué exigente! No es ese el sentido, la mirada es otra. Recordamos qué Jesús es el Buen Pastor, que nos conoce personalmente, nos cuida y protege. La metáfora de la vid va en esa misma línea. Si nos alejamos de Jesús, no es que no seamos nada, es que muy probablemente estemos perdidos y no disfrutemos de una felicidad plena. Unidos a Jesús, nos alimentamos de su “savia”, nos ayuda a crecer y dar fruto. Quién sepa de jardinería, nos dirá que para que una planta siga creciendo frondosamente, no solo hay que regarla y ponerla en buena tierra también hay que podar. Algo enfermo, contagia su alrededor, y en ocasiones si no hay cura, hay que cortar para salvar. No me gustan las críticas, y menos cuando van cargadas de reproches y/o culpas. Son críticas destructivas, y la respuesta, puede ser más rebeldía que corrección. Jesús nos corrige desde el amor, porque quiere que sigamos creciendo. Debemos dejarnos podar por su Espíritu. Por último, para que una vid sea hermosa y de mucho fruto, no sirve si solo crece un sarmiento, todos son necesarios, somos Comunidad.
ORANDO EN EL DÍA A DÍA
(Mujer, casada, dos hijos, trabaja, pertenece Movimiento Seglar)
Al ponerme frente a este texto, en mi corazón surgen muchas cosas. Por un lado la pregunta que me llevo haciendo unos días ¿soy un buen sarmiento? Me lo dice el Señor bien claro, ‘Yo soy la verdadera vid’. ¿Pero no será que a veces me equivoco de la vid a la que pertenezco? Me surge la necesidad de pedir perdón, por las veces en las que la rutina se adueña de mi vida, y no soy capaz ‘de permanecer en Él’. Me surge también el agradecimiento por el sacramento de la reconciliación, que me da nueva vida como sarmiento, y que como si fuera un nuevo esqueje, me vuelve a unir planamente a la vid. Es fácilmente. Por otro lado, me hace pedir, cada día, en la oración, por mi familia. Para que nos unamos fuertemente a él, para que le enseñemos a nuestros hijos a que sólo con Él, pueden dar fruto, que en él tienen Vida, y vida en abundancia.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(Hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano) …
VOSOTROS, LOS SARMIENTOS
Señor, que seamos de verdad tus sarmientos,
sarmientos del Reino,
sarmientos del Espíritu,
sarmientos de santidad profundamente humana. …
profundamente humana,
como tú, Señor, como tú.
Que seamos la alegría de la vida
de quienes nos rodean.
Que seamos vino de alta calidad
para la fraternidad diaria.
Que seamos síntoma de esperanza auténtica y fecunda
ante tanta y tanta frustración cotidiana,
ante tanta y tanta mala leche cotidiana,
ante tanta y tanta paparrucha cotidiana.
Que estemos presentes
con misericordia frente a las personas
que tenemos delante.
Que estemos disponibles
para la escucha, la acogida
y el abrazo fraterno.
Que estemos abiertos a lo mejor de los demás,
lo mejor de los demás siempre presente,
lo mejor de los demás siempre sorprendente,
lo mejor de los demás siempre enriquecedor.
Que abramos nuestra sensibilidad
a la profunda comunión
en la que estamos insertos todos los vivientes.
Que abramos nuestros ojos a la bondad
que habita en lo mejor de cada ser humano cercano.
Que abramos nuestros bolsillos
a las necesidades reales
de los necesitados de nuestras ciudades.
Que cuidemos nuestras palabras
para que hagan crecer en humanidad
los ambientes donde estemos.
Que cuidemos la amabilidad hacia nosotros mismos
y hacia los demás constantemente.
Que cuidemos nuestro compromiso activo por la paz,
la solidaridad y la fraternidad humana.
Que seamos presencias de amor incondicional,
a pesar de nuestras limitaciones.
Que seamos presencias que promueven la paz y la justicia,
a pesar de nuestras inconsistencias.
Que seamos presencias
que avivemos sin descanso la alegría de vivir,
a pesar de las sombras de nuestra biografía.
Señor, que seamos comprensión más allá de las palabras.
Señor, que seamos sonrisa auténtica y serena.
Señor, que seamos ejemplo de gratuidad
porque hemos purificado de verdad nuestra mente, nuestro corazón, nuestra fe.
Amén. Aleluya, Aleluya. Aleluya.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto? (Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(Hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)
Hemos convertido a veces la vida cristiana en un compromiso en el que hemos puesto el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la educación…en los pilares fundamentales. Incluso, y eso es tremendamente lamentable, los cristianos somos «la pera», le hemos vetado en muchas ocasiones que esté presente Dios en eso. De todas las horas que gastamos en nuestra vida, aparte de comer y dormir, muchas las ocupa el trabajo, el estudio, el esfuerzo que hacemos por formarnos…si en todos los ámbitos de nuestra vida no está Dios es imposible que alcancemos esa plenitud que Dios-Padre desea que tengamos. Él sufre, le duele el ver que nos quedamos a medio camino, que no llegamos a la plenitud. Quisiera que cumpliéramos esos sueños que, desde toda la eternidad, tiene para cada uno de nosotros. Él no se queda corto en tener ese gran sueño para cada uno, es derrochador, piensa en grande, y de ese derroche brota la belleza de la nueva Vida. Cristo es el que vive. Alejarse de Él, es alejarse de la Vida, como el sarmiento que se separa de la vid. Por eso debemos analizar frecuentemente si estamos conectados a la verdadera vid, quién es el fruto de nuestro alimento. Por nuestras venas debe correr la savia de la Vida, así podremos dar los frutos verdaderos. La clave está en vivir el momento presente por amor a Dios y al hermano, eso nos conecta directamente a la vid, la savia que obtenemos entonces, nos da la luz para afrontar las situaciones que nos presenta la vida con esperanza, con serenidad, con confianza…sin agobiarnos. Pensemos esta semana que Dios nos quiere inmensamente, que tiene un proyecto fabuloso para nosotros y que quiere por encima de todo que seamos felices, como queremos los que somos padres, para nuestros hijos, pero elevado a la enésima potencia. No hagamos sufrir más al Señor, si sólo desea nuestra felicidad y el único camino es que toda nuestra vida esté impregnada de la presencia de Dios.
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