PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Lucas 6, 39-45
Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la mota del ojo», sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano.
Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.»
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
Este domingo Jesús nos ofrece, a modo de pequeños ejemplos, algunas imágenes curiosas acerca del modo de hacer misión. Más bien son como un pequeño conjunto de advertencias prácticas de quien sabe que entre el ideal y lo real corre un trecho. “El ciego que guía a otro ciego”, “el maestro y el discípulo”, “la viga y la mota en el ojo”, “el árbol sano y el dañado”, “lo bondad o la maldad del corazón”…forman parejas de antónimos que nos transmiten y recuerdan la necesidad de un mínimo de autoexigencia y cuidado para encarnar lo que se anuncia.
¿Qué podrían significar cada una de estas comparaciones? Ciertamente, en una interpretación bastante libre, me aventuraría a decir que se nos transmiten tres ideas: que tenemos que conocer nuestra fe (ser guías en tanto que discípulos del Maestro), vivirla con coherencia (cuidando nuestra mirada y dando buenos frutos) y transmitir todo eso bueno que llevamos dentro del corazón (buscando el bien de todos y cuidando nuestras palabras).
Pensando en el sínodo que está recorriendo la vida de la Iglesia me surgen, a la luz de estas ideas, unas preguntas: ¿Somos discípulos/maestros de nuestra fe, la conocemos?, ¿Nos auto-exigimos coherencia en la mirada y el obrar?, ¿De qué está lleno el corazón de la Iglesia?
Quizás hoy más que nunca -si queremos avanzar en sinodalidad- urge que los seguidores de Jesús cuidemos la coherencia entre lo que creemos, lo que hacemos y transmitimos sabiendo que mientras más atesoremos al Espíritu en nuestro corazón, en la vida de la Iglesia, más rebosará a través de nuestras palabras. Seamos buenos no de cara a la galería, ni para el “postureo” sino porque Dios ocupa plenamente el centro de lo que somos y así podrán aplicarnos la máxima de San Francisco de Asís: “Predica el Evangelio en todo momento y cuando sea necesario utiliza las palabras”.
DESDE LA VIDA COTIDIANA
(matrimonio, seis hijos y siete nietos, él es monitor de Asamblea Parroquial)
ELLA:
No se puede decir más claro.
Somos muy dados a adoctrinar, nos creemos en posesión de la verdad.
Yo por ejemplo por mi perfil de madre de familia numerosa, siempre suelo estar dando consejos que estoy convencida de que son los mejores y corrigiendo todo el tiempo.
Tengo que hacer más a menudo limpieza de lo que me sobra antes de ponerme a criticar a los demás y dar lecciones magistrales de algo de lo que carezco.
Llenarse de bondad es maravilloso para poder después verterla sobre los demás. Pienso que esto se consigue mediante la oración, pidiendo con fe la bondad para nuestros corazones.ÉL:
Tan malo es ser un hipócrita, como ser un ciego impenitente.
Y si no dejo de recibir buenos consejos y quiero ser bueno y bondadoso, por qué me empeño en lo anterior.
Porque además de ciego e hipócrita soy olvidadizo, no me paro a reflexionar.
Y cuanto daño hago con esas actitudes, no solo no ayudo, sino que fastidio, qué horror.
Pero bueno, algo de lo que escucho recibiré en mi corazón, porque ahora que estoy en ello, pensando en ello, me duele, me duele mucho el corazón, como si fuera de piedra.
Y ganas y voluntad de mejorar no me faltan, pero qué frágil y endeble me veo.
Oración, mucha oración, a Jesús, directa, a María, intercesora, invocar al Espíritu, sé qué funciona, que me funciona, confiar en ellos, mi Salvación.
Y recién finalizada la semana del matrimonio cristiano, que es “camino hacia Dios”, qué decir de los esposos, corredentores y cada uno “Puerta del Cielo” para el otro.
Aprovechemos esa Ayuda Adecuada que Dios ha puesto a nuestro lado hasta la eternidad.
Gracias Señor por tu infinita bondad y misericordia.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)
Señor Jesús, maestro del perdón.
Que nos acerquemos de corazón a tu gracia
que nos acerquemos a perdonar como tú perdonas.Señor Jesús, maestro de veracidad.
Que nos aproximemos humildemente
a tu capacidad de ver la verdad del alma humana.
Que nos aproximemos a tu autenticidad.Señor Jesús, maestro de la ayuda incesante.
Que siempre nos sintamos aprendices
de tu servicio a la vida,
y especialmente servicio a los que más lo necesitan.
Que aprendamos aún más a sentir el mundo
como lo sienten los que viven lejos de los centros de poder,
lejos del prestigio del consumo de lujo,
lejos de la tecnología espectacular.Señor Jesús, maestro de los que se convierten.
Que seamos testimonio de lo mejor que habita
en el interior del ser humano.
Que hablemos y hagamos desde la chispa de santidad
que habita en nosotros.Señor Jesús, maestro de los que se toman en serio
lo mejor del corazón de las personas.
Señor Jesús, eres maestro de la bondad.
Señor Jesús, eres maestro de la misericordia.
Que seamos tu palabra,
tu gesto,
tu mirada
en este extraño tiempo que nos toca vivir.Señor Jesús, raíz de los frutos auténticos de santidad.
Enraízanos más en ti.Señor Jesús, savia de los frutos auténticos de fraternidad.
Haznos audaces en la construcción de tu Reino.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Con frecuencia estamos enfermos de sospecha o somos demasiado protectores o elitistas de nuestro propio grupo. Nos cuesta aceptar o soportar los defectos del otro, incluso somos capaces de magnificarlos y elevarlos al sumun, alzando el rasero mucho más que el que empleamos para nosotros mismos. Hay una oración conocidísima del P. Claret que personalmente suelo recitar o cantar cuando me vienen a la mente juicios y sentencias frente a los distintos prójimos que me encuentro a lo largo del día:
TENDRÉ PARA CON DIOS: CORAZÓN DE HIJO. PARA CONMIGO MISMO: CORAZÓN DE JUEZ. Y PARA CON EL PRÓJIMO: CORAZÓN DE MADRE. Y es que una madre posee un amor incondicional para sus hijos. Su ternura y su cariño por ellos, hace desaparecer o difuminar sus defectos y los ama hasta dar su vida, si hiciera falta. Así nos quiere Dios: nos ama inmensamente; su ternura y su misericordia se dirigen a cada hombre y a cada mujer. Él es el Padre paciente y misericordioso que espera a cualquiera que se ponga en camino al escuchar su Palabra. Nosotros hemos sido creados a imagen del Padre. Jesús puso en el corazón de cada uno el deseo de una vida plena, fruto de un amor que sabe acoger al prójimo que se equivoca, sea amigo, hermano o desconocido, y le perdona infinitas veces. Es éste un amor que no mide y que no será medido. Esta forma de amar provoca sentimientos semejantes a los de Jesús y hacen aflorar a los labios, para cada persona que se encuentra, palabras de misericordia en vez de condena.
Tratemos esta semana de hacer un ejercicio de disculpar al otro, no caer en esa enfermedad de sospechar de todo y de todos, démosle a cada uno un voto de confianza, pensemos que cada uno puede estar librando en ese momento una guerra interior provocada por los problemas que le agobian, por dificultades y luchas de familia o enfermedad… no acrecentemos, con nuestra crítica o nuestra gana de corregir, esa guerra interior que puede estar librando.
Siempre recuerdo aquella vez que el conserje de una entidad de la administración en la que entré una mañana y que me miró de mala manera cuando le deseé los buenos días. En un primer momento pensé que era un estúpido y un maleducado. No me quedé en ese mal pensamiento e indagué por si le pasaba algo. Me comentaron que le habían dado la noticia de que sufría un cáncer agresivo…me dije: ¿qué derecho tengo a crucificar a las personas por una primera impresión? ¿qué gano con eso y qué favor le hago a esa persona si le hubiera negado el saludo para otros días que lo hubiera visto? Recordemos que estamos llamados a esa vida plena y que sólo se consigue si intentamos imitar a Jesús en todo. Para corregir, mejor transmitir esa corrección más con lo que hacemos que con lo que decimos. Tratemos de ser coherentes en nuestra vida. Sólo el ejemplo transmite y contagia. Ello nos exige cuidar también nuestra fachada externa para no caer en contradicciones. Ya sabéis, para nosotros mismos, CORAZÓN DE JUEZ.
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