Evangelio Seglar para el Domingo de la Santisima Trinidad (4-06-2023)

3 de junio de 2023

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Juan 3,16-18

Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por él

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE EL AMOR CONYUGAL

(Matrimonio, 3 hijos, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo para que los que creen en Él tengan vida eterna. Tanto me ama Dios que ha puesto en mi vida a mi marido para que me salve, tanto ama Dios a mi marido que me ha puesto en su vida para salvarle.

Este evangelio nos invita a renovar y experimentar en el día a día que quien tengo al lado es quien Dios por Amor ha puesto junto a mi para salvarme, para ser mi apoyo, y vivir que  nuestra  misión hacia el cónyuge no es juzgarlo, no es condenarlo, si no acogerlo y ser su camino de salvación. Incluso cuando lo que hace mi marido/mujer no me guste o vaya contra mis criterios.

Dios nos ha dado a Jesús como ejemplo  del amor que debemos vivir en nuestro matrimonio, estamos llamados a entregarnos mutuamente como Cristo. Solo experimentando cada uno el amor que Dios nos tiene podemos hacerlo vida en el día a día, materializando esta entrega mutua. Somos enviados al mundo por Dios para colaborar en su Misión de salvación (en nuestra familia, en nuestros trabajos, en nuestra comunidad…)

La garantía del matrimonio no está en nuestro esfuerzo individual, sino en poner la mirada en Jesús. La verdadera vida del matrimonio no reside en profesar un amor humano limpio y desinteresado sino en mirarse en Cristo para amarnos mutuamente como Él nos ama.

DESDE EL TRABAJO EN LA ENSEÑANZA

(Mujer, casada, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Este texto de Juan en el día de la Santísima Trinidad, me habla de dos cosas: encarnación y salvación. Si hay algo que he descubierto a lo largo de todos los años que llevo en esta profesión, es que la mayor manifestación de Dios fue la encarnación… y así veo yo a Dios cada día: en mis alumnos.

Si los favoritos del Señor son los pobres y desprotegidos, ¡imagínense dónde ve un profe al Señor!, en el alumno con dificultades emocionales, académicas, familiares, sociales… Y sólo cuando logras que sus compañeros (y tú misma) acogen, aceptan y contemplan a estas “personitas”, la clase se salva y las demás clases y los demás profesores se preguntan: ¿qué ha sucedido que lo quieren tanto?… Yo quiero hacer lo mismo, yo quiero ser como ellos… Y se cumple el “ser uno para que el mundo crea”.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
En el nombre de la fuente, del camino y de la energía.
En el nombre de la bendición, de la libertad y de la confianza.
En el nombre del fundamento, de la sensibilidad y del impulso.
En el nombre de la vida, de la pasión y de la intensidad.
En el nombre de la unidad de las unidades, del vínculo de los vínculos, de la diversidad de las diversidades.
En el nombre del silencio, de la música y de la armonía.
En el nombre de la acogida, de la entrega y de la gracia
En el nombre del amor, de la misericordia y la comunión.
En el nombre de la plenitud, del vaciamiento, del silencio vibrante.
En el nombre del encuentro, de la hospitalidad y de la fiesta.
En el nombre de la santidad de las santidades, de la humanidad de la humanidad, del amor del amor.
En el nombre de la inclusión, de la diferencia y de la diversidad.
En el nombre de la presencia, de la palabra y del corazón.
En el nombre de la libertad, la alegría y el juego.
En el nombre del misterio cercano, del cuidado constante, del ímpetu inagotable.
En el nombre del bien, de la verdad y de la belleza.
En el nombre de la creatividad, de la intuición y de la inspiración.
En el nombre del poder de lo real, de la intensidad de lo real, de la densidad de lo real.
En el nombre del cimiento, de la luz y de la utopía.
En el nombre de la ternura, de la fraternidad y de la conspiración.
En el nombre de la santidad, de los seres humanos y del misterio.
En el nombre de lo uno, de lo tangible y de la multiplicidad.
En el nombre de lo realmente real, de la presencia y del devenir.
En el nombre del mar, de la tierra y del viento.
En el nombre de la consistencia, de la insistencia y de la genialidad.
En el nombre de la madre, la benevolencia y la fraternidad.
En el nombre del amor sobre todo amor, de las entrañas de misericordia y de la fecundidad insondable.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Trinidad Santa.
Luz.
Luz de luz.
Luz de las luces de la realidad.
Luz que nos busca.
Luz que nos sustenta.
Luz que nos crea y recrea y plenifica.

Santa Trinidad.
Alabanza.
Adoración.
Silencio.

Trinidad Santa.
Amén.
Amén.
Amén.

Santa Trinidad.
Aleluya.
Aleluya.
Aleluya.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(Matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que el mundo se salve por Él.
¿Cómo puede todo un Dios amarnos tanto, por encima de todo lo que podamos imaginar?
¿Cómo puede amarnos hasta el extremo?
Sólo me salen dos acciones en respuesta:
Agradecer. Agradecer en cada encuentro con Él en la Eucaristía todo lo que hace por mí. Agradecerle que me sitúe a nivel de hijo suyo y que me vea siempre con buenos ojos. Agradecer que me perdone cada vez que caiga. Agradecer que me regale la vida de este día. Agradecer que me regale el amor de mis semejantes.
Y amar. Amar a los demás tratando de tomar el amor de Dios como referencia. Tratando de amar hasta el extremo. Tratando de amar a los que son diferentes a mí, e incluso a los que, si no estuviera Dios por medio, no tragaría.
Y conjugando esas dos acciones, me sale un gesto concreto para esta semana, y así no me disperso, porque "todo es nada". Tal vez con un gesto puedo centrarme en la acción que me propone el Evangelio: amar agradeciendo. Me explico. El amor de Dios me llena, me desborda y me lleva a amar a los demás y a la Creación. Y me centro en dar ese amor de una forma muy concreta, que es agradeciendo a los demás y a la Creación lo que recibo de ellos, que lo recibo también de Dios. Y veo en ellos y en la Creación la obra de Dios, pues son mediaciones del Creador. Así me esfuerzo en ver en el otro no un rival o un desconocido, sino a un hermano. Doy las gracias con el corazón, con la palabra, con mi actitud, con lo mejor que pueda dar en cada momento. Vamos allá…

 



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