Evangelio seglar para el Domingo de Pentecostés (19 de mayor de 2024)

18 de mayo de 2024
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PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Juan 20,19-23

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

NOTAS BÍBLICAS

Este evangelio ya fue proclamado el 2º domingo de Pascua. Y es el mismo en todos los ciclos, en ambos domingos.

La comunidad de discípulos de Jerusalén se encuentra reunida el mismo día que en que resucitó Jesús.

Han cerrado las puertas el entorno hostil, que les provoca miedo.

Jesús se presenta en medio de y les comunica su paz, por dos veces.

El resucitado es el mismo que fue crucificado (no es un fantasma), lo confirma el hecho de que les muestra sus manos y el costado, con las cicatrices de la crucifixión.

Pero a la vez tiene una apariencia distinta, pues los discípulos no lo reconocen inmediatamente, como tampoco en otras manifestaciones suyas.

Quienes reconocen su presencia, se llenan de alegría.

A la vez que les comunica la paz, Jesús hace el envío misionero, para lo cual les comunica el Espíritu Santo (esto acontece «al anochecer» del mismo día de la resurrección de Jesús., no 50 días después) y les hace mediadores (a todos los discípulos, no sólo a los apóstoles) del perdón de Dios: «a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados». En este evangelio de Juan, «pecados» se refiere propiamente a la posición que se toma contra Jesús: «un pecado, porque no creen en mí» (16, 9).

Este domingo de Pentecostés la atención se centra en estas palabras de Jesús resucitado: «Recibid el Espíritu Santo». Las acompaña el gesto de «soplar sobre ellos», el mismo gesto con el que Dios crea al ser humano, según la versión griega de Génesis 2, 7: «»el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida».

Con la entrega del Espíritu, soplando sobre sus discípulos, Jesús está re-creando al ser humano, lo hace «nacer de nuevo» o «nacer de Espíritu» (ver capítulo 3 de san Juan), está realizando una nueva creación.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA ESPERANZA

(Mujer, soltera, trabaja, catequista, pertenece Movimiento Seglar)

Pentecostés, el inicio de la Iglesia, la venida del Espíritu Santo, la promesa de Jesús cumplida, no nos deja solos.

Al hablar del Espíritu Santo, me viene a la mente el día de mi confirmación. Han pasado muchos años, y recuerdo que de primeras pensé: “pues no es para tanto, no siento nada nuevo ni especial”. Los discípulos cuando recibieron el Espíritu Santo salieron y hablaron lenguas extranjeras, realizaron milagros. Yo nada de eso, entonces… ¿Qué?

Ha tenido que ir pasando el tiempo y yo seguir creciendo para darme cuenta y ser consciente que sí que es especial contar y tener al Espíritu Santo. Gracias a Él, soy quién soy ahora y hago lo que hago cada día, es mi energía vital.

En cuantas ocasiones ha sido la inspiración en la preparación de reuniones, actividades, etc, en la pastoral. Ese plus de energía para poder continuar cuando parece que las fuerzas ya fallaban. O ese gran consuelo y serenidad ante situaciones tormentosas que no hubiera podido afrontar sin desesperación.

Jesús cumplió su promesa y permanece con nosotros, no nos deja solos. También sobre nosotros ha exhalado su aliento, su Espíritu. Por tanto, también nosotros somos enviados a proclamar la Buena Noticia.

ORANDO EN EL DÍA A DÍA

(Mujer, casada, dos hijos, trabaja, pertenece Movimiento Seglar)

En este día de Pentecostés, reunidos en familia, como Iglesia, podemos ser como los discípulos: estamos encerrados en nuestras vidas, con miedo, paralizados. Me descubro ante este texto como un discípulo más: en muchas ocasiones paralizada. Pero miro alrededor y veo, al igual que hacían los discípulos, que el Señor Resucitado está en medio de mi vida. Está con en mi matrimonio, en su sacramento hecho vida junto a mi esposo. Está en mis hijos. Está en mi comunidad, con hermanos que desean y quieren vivir su fe, acogiendo mis debilidades y caminando juntos para buscarlo y anunciarlo. Está en las personas que me rodean, en el débil, en el indefenso…Y sobre todo está conmigo, con su Espíritu Santo. Y es que hoy recordamos que hemos recibido un gran regalo: ¡Tenemos el Espíritu Santo con nosotros! Como dice la canción inspirada en la experiencia del profeta Jeremías, ‘¿cómo escapar de Ti, como no hablar de Ti, si tu voz me quema dentro?’.

Mi alma se llena de gozo al saber que Cristo ha resucitado, que me ha enviado su Espíritu Santo, y que solo me queda salir a anunciarlo a quienes aún no lo conocen para compartir con ellos la alegría Pascual.

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)¡

Ven, Espíritu Divino.
Ilumínanos en nuestras exploraciones
en estos extraños tiempos que vivimos.
Ven, Espíritu Divino.
Alumbra nuestras mentes
para que encontremos caminos de más verdad y más bien.
Ven, Espíritu Divino.
Brilla sobre nuestros miedos
a la novedad y a la valentía.
Ven, Espíritu Divino.
Resplandece en nuestras presencias
entre tantos y tantos sedientos de luz y paz.
Ven, Espíritu Divino.
Ilustra nuestro corazón
con la sabiduría santa que irradias.
Ven, Espíritu Divino.
Inspíranos las palabras y los gestos oportunos
para generar más y mejor comunión diaria.
Ven, Espíritu Divino.
Oriéntanos entre tanta fealdad gris
que afea la alegría de vivir.
Ven, Espíritu Divino.
Transfigura nuestra mirada
para captar tu presencia en las personas con las que convivimos.
Ven, Espíritu Divino.
Eleva nuestros deseos
para que se inserten en tu voluntad de vida para todos.
Ven, Espíritu Divino.
Descúbrenos los retos que nos plantean
los tiempos de incertidumbre que nos tocan transitar.
Ven, Espíritu Divino.
Que captemos que estás cerca,
muy cerca…
Ven Espíritu Divino.
Que reconozcamos que Cristo
está cerca, muy cerca…
Ven, Espíritu Divino.
Que nos abramos
a la palabra viva del Evangelio.
Ven, Espíritu Divino.
Haznos comadronas del reino.
Ven, Espíritu Divino.
Humanízanos.
Deifícanos.
Sálvanos.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Fano-20240518-Ilustracion-evangelio-pentecostes

ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(Hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

A medida que uno va teniendo más años, se van haciendo patentes miedos que antes no tenía: miedo a la alteración en salud propia y de tu familia, miedo a perder la estabilidad económica y laboral, miedo al orden mundial y a un futuro incierto donde la polarización pone en peligro la paz, la sequía y las migraciones masivas, miedo a sucumbir al veneno de la envidia, la maldad, la desesperación…Verdaderamente no son pocos los campos en los que uno se puede sentir atenazado. Es en un día como hoy, Pentecostés, donde Jesús nos llena de Esperanza, nos trasmite su paz, nos asegura su compañía dejando a nuestro lado el Espíritu Santo, aquel que llena de armonía nuestra vida, dándole sentido a todo, minimizando nuestras angustias y miedos, sabedores de que Cristo venció a la muerte y nos dió la Vida, venció el odio con el Amor. En una mente alborotada, en un caminar por la vida lleno de sinsabores, el Espíritu viene a ordenar, armonizar y poner todo en su justo lugar. Es entonces cuando sentimos esa libertad sin miedos que nos hace entregar nuestras manos, nuestra voz y nuestro caminar , alzando la Cruz bien alto porque está derramada de Amor.

Es inevitable que nos queme ese fuego interior que nos lleva a ser misioneros, enviados por Cristo a comunicar la Buena Noticia del Evangelio, con frutos que sean capaces de devolver la dignidad a los pobres, la alegría a los afligidos, el perdón a los pecadores…

Pongámonos manos a la obra, cada día tiene su afán y en él está presente el deseo de ser portadores de fe y esperanza que permita a los hombres sentir la paz y la confianza plena en un Dios Padre que nos ama inmensamente.


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