Evangelio Seglar para el Domingo II de Pascua (3 de maryo de 2020))

2 de mayo de 2020

LECTIO DEL DOMINGO DE IV DOMINGO DE PASCUA – CICLO A

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según san Juan 10,1-10

Yo soy la puerta de las ovejas

En aquel tiempo, dijo Jesús "Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a sus voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños." Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: "Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante."

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA ESPERANZA DE LA VIDA
(mujer, soltera, trabaja, médico, pertenece a comunidad cristiana y movimiento laical )

"Yo soy la puerta"….tantas veces he creído que la puerta estaba en la realización personal, en ser médico, en proyectarme, ser reconocida, ser valorada, ser famosa y admirada. Tantas veces me auto convencía de ello, hasta me justificaba, auto engañaba… Hasta que un día Jesús me dice, de que vale todo eso si pierdes tu alma? Si te esclaviza tu imagen, si te encadena y hace sufrir tu ego, tus autoexigencias , tu autoperfección, (las voces de los lobos). "Yo soy la puerta" y tu "oveja", humilde, pacífica, sencilla. El Papa, nos invita a oler a oveja, para que nuestro corazón se conforme al de Jesús, para seguirle a Él , no a mi imagen ni mi ego. Darle la Gloria a Él, y entonces libre, podré ejercer el  mejor servicio: famosa o no, reconocida o no, una eminencia o no. Porque lo importante es reconocerlo a Él como la puerta que me lleva al cielo ya aquí en la tierra y hacer que los pacientes, compañeros,  también puedan encontrar esa puerta que nos da la felicidad en plenitud.

DESDE LA VIDA ORDINARIA
(hombre, soltero, trabaja en país extranjero, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar en su tierra natal)

En la homilía del pasado domingo, un sacerdote claretiano hablaba de una palabra clave para comprender el pasaje de los discípulos de Emaús: encuentro. De nuestro encuentro con Jesús, y también, en perspectiva misionera, de nosotros ser "encuentro" para otros, encontrarnos con aquellos que están necesitados de la alegría del resucitado.
Con el Evangelio de este domingo, vuelve a resonar en mi corazón la palabra "encuentro". El encuentro de la oveja con su pastor.
Pararme a orar este pequeño fragmento del Evangelio de Juan me hace consciente de la cantidad de voces que resuenan dentro de mi, y que no son la voz del buen pastor. Voces de ladrones y bandidos como les llama Jesús en la lectura, que me roban esperanza, que me roban la paz y la alegría, más aún en este tiempo difícil que estamos viviendo. Y es que la puerta por la que me llama Jesús a veces es estrecha, y no caben excusas, sino sacrificios, tengo que dejar cosas atrás, porque no entro con todo eso.
En el Evangelio me veo reflejado en muchos personajes que se encontraron con Jesús, o de los cuales habló Jesús. Los apóstoles, por ejemplo, que quedaron entusiasmados con el encuentro con Jesús, como yo tantas veces que he tenido esa conducta enamoradiza, pero que después flaquea. Después viene la lucha por ser fieles a esa relación.
Otro encuentro, con el joven rico. Una vida intachable, pero cuando le pide Jesús el paso definitivo, se entristece y renuncia, porque estaba demasiado atado a su riqueza, a su vida, a su comodidad.
Y otro ejemplo que nombra Jesús, el del hijo pródigo. Que escuchó otras voces, e ignoró la de su padre. La de su pastor. Pero decide volver, y su padre no le echa en cara, sino que le espera, le recibe y le ama.
Son muchos los encuentros del Evangelio que se parecen a mi/s encuentro/s. Y la respuesta de Jesús, siento que es también la misma. Me llama, me espera; respeta mis tiempos, mis momentos, mis espacios, y me ama cuando escucho otras voces. Porque él sabe que esas voces me "roban" y me "matan", pero su voz, el encuentro con ese Pastor con olor a oveja, me da la vida, y vida abundante.

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, jubilada, convaleciente, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Leyendo este evangelio donde nos dice que el pastor conoce a sus ovejas por su nombre, me viene a la cabeza un programa de TV que estábamos viendo en casa hace poco sobre como los pastores saben diferenciar por el sonido de los cencerros a su ganado hasta el punto de conocer de qué animal concreto se trataba, (yo más bien lo oía porque en esos días tenía la vista regular), pero me llamó mucho la atención. Contaba ese hombre que los meses de menos frío sacaban al ganado (en este caso eran vacas) a pastar libremente por las montañas. Controlar estos animales era uno de sus quehaceres y para ello utilizaban los cencerros, estos eran sus grandes aliados. Lo que me llamó la atención es que este hombre solo por el sonido del cencerro sabía que animal era sin verlo y lo llamaba por su nombre. Decía que cada cencerro suena distinto y en ello influía las características del propio animal, tengo que reconocer que a mí me sonaban todos igual, seguramente seré dura de oído. Me fascinó que conociera tanto a su ganado que solo por el sonido supiera quien era y con donde estaba. Contaba que esa pericia le había llevado tiempo.
Jesús es ese buen pastor, que me conoce personalmente, para él no soy un número más en la lista de sus seguidores. Me llama por mi nombre, lo que significa cercanía y familiaridad. Conoce mis fortalezas y debilidades. Es paciente porque sabe de mis cabezonerías, pero también es exigente. Pero además de conocerme, no quiere perderme y me hace una advertencia importante: “ante voces extrañas, es necesario conocer su voz”. Ahora sí que tengo que afinar el oído, sí que tengo que estar atenta. No todas las voces que oigo son la del Señor, tengo además un problema añadido, los ruidos externos a veces no me dejan oírlo; es más, ocasionalmente los ruidos que yo hago tampoco me dejan. Pero no basta solo con conocer su voz tengo que escucharle. Con los años he aprendido la importancia de la escucha, lo importante que es ejercitarla, ocurría que le hablaba tanto al Señor de mí que no dejaba que él me hablase a mí. Puede ocurrirnos que escuchemos poco y mal. Que oigamos, pero no escuchemos. Por eso para mí es necesario al comenzar y terminar el día ponerme en presencia del Señor y escucharlo, saber que me está diciendo, que es lo que espera de mí. Y como Samuel le digo: Habla Señor que tu sierva te escucha.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

¡Ven, Espíritu divino!¡ Manda tu luz desde el cielo.
Buscamos fuentes de coraje en estos tiempos duros que nos tocan vivir.
¡Transfórmanos para que transformemos los momentos concretos de miedo
en momentos de esperanza, en momentos de vitalidad, en momentos de fraternidad!

¡Ven, Espíritu divino! Gozo que enjuga las lágrimas.
Ábrenos el corazón para sentirte, aún más,
presente entre tanto dolor que nos aflige en esta pandemia.
¡Alégranos para que alegremos!

¡Ven, Espíritu divino! Don, en tus dones espléndido.
Ilumina a tus pastores, a los gobernantes, a los que tienen que tomar decisiones
para que busque cuidar la vida, toda la vida, y especialmente la de los más necesitados.
¡Bendícelos para que sus decisiones sean bendiciones para los más maltratados por esta pandemia!

¡Ven, Espíritu divino! Luz que penetra las almas.
Haz que veamos horizontes nuevos para un futuro
donde toda vida humana sea cuidada, sea respetada, sea favorecida.
¡Ilumínanos para que seamos cálida luz fraternal allí donde hubiere necesidad!

¡Ven, Espíritu divino! Fuente del mayor consuelo.
Auméntanos la confianza en que todo, al final, saldrá bien.
Pero, muchas veces, es tan difícil ser hombres y mujeres de esperanza.
¡Fortalécenos para que podamos ser referencia viva y acogedora
en un mundo que parece que ha perdido el camino y el horizonte!

¡Ven, Espíritu divino! Dulce huésped del alma.
Alimenta nuestros silencios reverentes.
Alimenta nuestro corazón tan humano..
Alimenta nuestros deseos de comunión.
¡Abre nuestras casas, abre nuestros bolsillos, abre nuestras mentes
para que seamos signo eficaz de la gran verdad que nos revelas:
todos estamos llamados a formar y cuidar la familia humana!

¡Ven, Espíritu divino! Descanso de nuestro esfuerzo.
Ayúdanos a reposar en tu Presencia, en tu Amor, en tu Vida.
¡Serénanos para poder ser instrumentos de paz,
en estos tiempos de ásperas palabras y desprecios por ideologías o siglas!

¡Ven, Espíritu divino! Entra hasta el fondo del alma, Divina luz, y enriquécenos.
Amplía nuestra conciencia. Amplía nuestro entendimiento.  Amplía nuestra lucidez.
Rompe las barreras en las que nosotros mismos encerramos todo el poder que proviene de ti:
poder que atraviesa los siglos, poder que atraviesa las tragedias.
Poder que atraviesa los peores momentos de la historia humana, a veces demasiado humana.
¡Refuérzanos para que seamos constructores de puentes,
de mesas compartidas, de vida cuidada y bendecida!

¡Ven, Espíritu divino! Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro.
Buscamos anclarnos a la roca que nos salva de verdad.
Vemos cómo se desmoronan tantas falsas seguridades, tantas agendas de soberbia,
tantas prioridades idolátricas, tantos proyectos de muerte hipertecnologizada.
¡Llénanos de tu presencia, de tu sencilla intensidad, de tu autenticidad vivificante!

¡Ven, Espíritu divino! Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Haznos ser, aún más, sacramento de unidad de todos los seres humanos.
Haznos, aún más, testigos de que otra manera de convivir es posible,
otra manera de hacer política es posible, otra manera de hacer economía es posible.

¡Ven, Espíritu divino! Riega la tierra en sequía.
Tenemos una dura costra:
siglos de ritos, siglos de doctrinas, siglos de costumbres parecieran que nos paralizan…
Siglos de repetirnos que hacen que nuestra palabra, nuestra presencia,
nuestra propuesta suene ajena a lo mejores hombres y mujeres
que dan la mejor de sí en la construcción de un mundo mejor, más digno.

¡Ven, Espíritu divino! Sana el corazón enfermo.
Vivimos enfermos de idolatrías.
Queremos tener más y más.. Queremos aparentar más y más. Queremos predominar más y más.
Vivimos enfermos y hacemos enfermar a la Tierra, la Casa común.
¡Conviértenos para que cuidemos aún más la Tierra, la Casa común
y sea, de verdad una casa donde la dignidad de los hijos de Dios se muestre
en toda clase de organizaciones, en toda clase de instituciones, en toda clase de políticas!

¡Ven, Espíritu divino! Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Haznos más creativos, haznos más libres,
haznos más eficaces en nuestras acciones caritativas, sociales, liberadoras.
¡Renuévanos intensamente para que nuestro testimonio
inspire a hombres y mujeres de bien en la construcción de un mundo mejor.

¡Ven, Espíritu divino! Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito.
Haznos aprender de las mejores mentes y los mejores corazones
para que toda profecía que de sentido y sensibilidad humana dentro de esta urgencia
sea multiplicada para que todos tengan vida y vida en abundancia.

¡Ven, Espíritu divino! Danos tu gozo eterno.
Danos tu unidad. Danos tu comunión. Danos tu impulso.
Aún más. Aún mejor. Aún más fuerte.
¡Ven, Espíritu divino! Amén.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)


ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 3 hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Jesús atribuía a los seres humanos acciones y cualidades propias de los animales. Son muchas las referencias a las ovejas, pasajes como por ejemplo "…vio una multitud, y tuvo compasión de ellos, por que eran ovejas sin pastor, ovejas desperdigadas, cansadas, dejadas a su propia suerte, sin guía, expuestas a todos los peligros…"  En otro, dice: "…os envío como ovejas en medio de lobos. Sed pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas."
Hoy, la gran figura que aparece en el evangelio es la del Buen Pastor y es ahí donde adquiere todo el sentido la comparación de los seguidores de Jesús con estos simples y nobles animales. La figura del Buen Pastor nos evoca directamente a algo que necesitamos mucho en nuestros días LA CONFIANZA. ¡Cuán necesaria es ahora…! Vivimos momentos de incertidumbre, quizás de ansiedad, preocupados sobre todo por lo que pueda pasar, ¿nos infectaremos con el virus, le pasará algo a los míos, podremos retomar nuestro trabajo, el país será capaz de retomar su actividad económica, cuándo terminará este sufrimiento para los enfermos y sus familiares…?
Más que nunca, es cuando tenemos que asemejarnos a las ovejas, a la virtud de vivir el momento presente, a confiar en que tenemos un Buen Pastor que nos mira y nos ama, es saber que cada "berrido-oración", cada paso, cada acontecimiento triste, gozoso o indiferente, cada enfermedad (si nos toca, nos tocó, esperemos que no, pero el miedo, que no nos atenace), todo, todo, todo, es vigilado por Él y si lo permite, es para nuestro bien. Pidamos al Buen Pastor que permanezcamos siempre en su amor, que ni un sólo instante vivamos sin sentir, sin percibir, sin saber por la fe que nos ama. Y luego, a amar.  A fuerza de amar nuestra fe se hará fuerte, enraizada, sólida. Por eso resaltaba antes una virtud de la oveja, vive el momento presente sabiendo que la va a llamar su pastor y la va a llevar a los buenos pastos, la guardará de los peligros, las entrenará para que no respondan a la provocación, que sean sencillas, que tengan paciencia y sobre todo, que confíen en Él. ¡Cuidaros mucho, y confiad!