Evangelio Seglar para el Domingo IV de Cuaresma (29 de Maryo de 2019)

27 de marzo de 2020

LECTIO DEL DOMINGO V TIEMPO DE CUARESMA – CICLO A

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según san Juan 11,1-45

Yo soy la resurrección y la vida

En aquel tiempo, [un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro.]
Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: "Señor, tu amigo está enfermo." Jesús, al oírlo, dijo: "Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella." Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: "Vamos otra vez a Judea."
 [Los discípulos le replican: "Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?" Jesús contestó: "¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz. Dicho esto, añadió: "Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo." Entonces le dijeron sus discípulos: "Señor, si duerme, se salvará." Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa." Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: "Vamos también nosotros y muramos con él."]
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. [Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano.] Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá." Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará." Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día." Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
 [Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: "El Maestro está ahí y te llama." Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado.. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano."]
Jesús, [viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban,] sollozó y, muy conmovido, preguntó: "¿Donde lo habéis enterrado?" Le contestaron: "Señor, ven a verlo." Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: "¡Cómo lo quería!" Pero algunos dijeron: "Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?" Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: "Quitad la losa." Marta, la hermana del muerto, le dice: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días." Jesús le dice: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?" Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado." Y dicho esto, gritó con voz potente: "Lázaro, ven afuera." El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desatadlo y dejadlo andar."
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA RELIGIOSIDAD POPULAR
(hombre, casado, trabaja, dos hijos, cofrade y hermano de varias hermandades de penitencia)

Son muchas las enseñanzas que el Señor me muestra en este Evangelio. La primera es la humanidad de Cristo, que sufre y llora la pérdida de su amigo, como nos pasa a nosotros ante el dolor de las personas que queremos. La segunda es que el Señor, ve en la dificultad la oportunidad de un “para algo”, no se queda en el obstáculo o en la pena, sino que lo transforma en algo nuevo, en una oportunidad de dar Gloria Dios. La tercera es que los tiempos de Jesús, no son los nuestros, Marta y María, le recriminan a Jesús su tardanza y no entienden su demora y la cuarta es que la Fe de Marta y María que buscan al Señor, hace que Lázaro resucite.
Pues bien, ¿cómo llevo yo estas enseñanzas al plano cofrade?, es lo que voy a intentar compartir. Después de ser costalero de mi Cristo durante veinte años, ocurrió un cambio en las personas encargadas de componer la cuadrilla que debía portar el paso de Nuestro Señor, entre otras decisiones, optaron por no contar conmigo para el siguiente año como costalero del paso de Cristo de mi cofradía, esta decisión supuso en mi vida un dolor, una incomprensión, y un no entender…pero como el Señor hace nuevas todas las cosas, al cabo de un tiempo, quiso el Señor y su Bendita Madre que pasara a ser costalero de la Virgen, y ahí está el “para que”· de mi historia. Ella me quiso para Ella, y en el obstáculo y en mis penas, resurgió la esperanza, comprendí que era un afortunado y que de otra forma, no habría sido posible ser los pies de mi Virgen, y que tras el dolor del cierre de una etapa que me había dado tantas alegrías en mi vida, llegaba otra etapa nueva, esa fue mi resurrección, así pase de la muerte y del duelo, a la vida, y una vida llena de Esperanza..

DESDE LA ENFERMEDAD
(mujer, casada, jubilada, convaleciente, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

Este evangelio me lleva a preguntarme cuál es la reacción que tenemos ante la muerte inesperada de un ser querido; ante una enfermedad grave; ante un contratiempo fuerte. ¿Le pedimos cuenta al Señor? ¿pensamos que nos ha abandonado? ¿Nos alejamos de él? o nos ponemos confiadamente en sus manos. Aceptamos lo que nos pasa… ¿Cómo lo vivimos?.
Cuando me dieron el diagnostico de mi problema de salud, lo primero que hago es asustarme. ¡Pero asustarme de veras!. Por la cabeza me pasan los pensamientos más negros. Sin embargo, en ningún momento pasó por mi cabeza preguntarle al Señor por qué. En ningún momento me he sentido abandonada por el Señor. Porque sigo pensando que con todo lo que hay en este mundo, yo sigo siendo una privilegiada.
Cuando pasan las horas críticas y ya estoy estabilizada, me encuentro son una serie de secuelas que me incapacitan durante alguno tiempo. Por lo que dispongo de todas las horas del día y de la noche para mí. Las horas se me hacen e-t-e-r-n-a-s, lo que me ha permitido tener mucho tiempo para la oración, para la meditación, para la contemplación. Claro que también tenía tiempo para sentir angustia, ansiedad, impaciencia, impotencia. Porque una es humana y había días buenos y otros menos buenos.
Ahora a ese parón que he tenido que hacer forzosamente, y que tanta angustia me producía lo veo con otra mirada, creo que el Señor me ha regalado tiempo; no más cantidad de tiempo, no; sino un tiempo especial. Ante las prisas en la que caminaba, el estrés, la cantidad de actividades, y compromisos, me he encontrado con un “oasis de tiempo”. En donde la oración, la meditación y la contemplación me han llevado a reencontrarme con el Señor. Ha sido un tiempo de purificación en el que me estoy desprendiendo de algunas cosas que me estaban pesando demasiado, quizás porque creía tener la misma fuerza de antes, sin darme cuenta que los años no pasan en balde. En los momentos de postración es el Señor el que me invita a levantar y seguir adelante.
Que estos momentos que vivimos de confinamiento en nuestros hogares nos sirva a todos para reencontrarnos con el Señor, para purificarnos, para resucitarnos..
Señor cúrame de mis cegueras. Que ningún virus me haga permanecer ciego frente al hermano. Se mi luz para caminar en estos momentos difíciles

DESDE LA CUARESMA EN LA VIDA ORDINARIA
(hombre, soltero, trabaja en país extranjero, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar en su tierra natal)

Acabo de terminar una de las múltiples videollamadas que estoy teniendo estos días desde casa. Está siendo un tiempo provechoso para eso, con familia y amigos que hacía tiempo a los que no les dedicaba tiempo, ni conversaciones de calidad, como las que estoy teniendo. Siendo consciente de que las relaciones son de calidad, cuando tienes con esas personas conversaciones de calidad. Esta videollamada ha sido especial, con mi comunidad cristiana, de la que vivo muy lejos y no puedo compartir con ellos la reunión presencial semanal, pero con la que tengo contacto casi a diario. La situación actual nos ha "obligado" a tener la reunión semanal de esta manera.
En esa reunión, al igual que en el Evangelio de este domingo, la resurrección, la vida, la esperanza, el ánimo, las ganas de superar la muerte de estos días, han sido los elementos que han predominado.
Nuestra sociedad actual trata de disimular la muerte, no estamos preparados para sufrirla, porque es un misterio, nos enseña que nuestro orgullo es vanidad, que no amamos lo suficiente, que no buscamos lo esencial, pero que el amor que sembramos mientras vivimos, es inmortal.
Jesús en este pasaje, llora por su amigo, nos enseña que sentir dolor por la pérdida de un ser querido, no es contrario a la esperanza. Seguramente somos muchos los que en estos días, lloramos la pérdida de familiares o amigos, lloramos por no saber qué va pasar con nuestro empleo, que esto va para largo…
El optimismo como le escuchaba al Papa Francisco estos días, suena a maquillaje, a reacción del momento. La esperanza en la humanidad, en los hombres y mujeres, es la que el Papa elige tener. Esa esperanza que tuvieron Marta y María para creer que con la presencia de Jesús, su hermano Lázaro no habría muerto.
En estos momentos de incertidumbre, Jesús me dice como le dijo a Marta: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

¿Cómo nos vas a abandonar en la muerte?
Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

¿Cómo vamos a hundirnos en la nada?
Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

No estamos arrojados en la realidad,
estamos implantados en tu amor.
Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

Muchos dicen que la muerte
es lo definitivo de lo definitivo.
Pero mi corazón se abre a Ti.
Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

Los cristianos no sabemos de la otra vida
más que los demás seres humanos.
Por la fe, sabemos que no estamos solos.
Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

A veces, barrunto lo que queremos decir cuando decimos
“…creador y dador de vida…”.
Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

A pesar de tantos duros silencios.
de tanto sufrimiento evitable,
Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.

Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.
No puedo creer que cualquier vida humana
haya sido en vano.

Cristo Jesús,
confianza de nuestra confianza,
raíz de nuestras raíces,
silencio en nuestros silencios:
acaso tengamos que experimentar,
de alguna manera,
la ausencia
íntima,
agónica,
como una convulsión de noche oscura…
… de tu presencia
para reconocer, al fin,
que sólo de Ti
viene la salvación
que sacia nuestra hambre más profunda;
que sólo por Ti
tiene sentido
nuestra pasión por Dios,
nuestra pasión en Dios,
nuestra pasión hacia Dios;
que sólo por Ti
merece la pena vivir
cuidando la vida
hasta el extremo de dar la vida.

Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente.
Te encomiendo
a todos nuestros fallecidos.
Te encomiendo a todos los fallecidos
en esta pandemia que nos conmociona.
Y especialmente te encomiendo
a todos los que han muerto en soledad.
Te encomiendo también a todos
los que han muerto anónimamente
en los infames caminos de las migraciones
por causa de la miseria y la guerra.
Te encomiendo, además, a todos
los que han muerto demasiado pronto…
los que han muerto por causas evitable,
fruto de la necedad o del egoísmo humano.
Admítelos ante la luz de corazón.

Cristo Jesús, creo en Ti, el Viviente
que no dejas
que ninguna vida se pierda,
porque eres la presencia más eminente
de la radical bondad del Misterio de Dios,
Misterio de donde venimos,
Misterio en quien consistimos,
Misterio hacia donde nos dirigimos
por amor,
por amar…
a través de esta vida
llena de alegrías, paradojas y retos…
llena de seres humanos,
a veces, demasiado humanos,
a veces, poco humanos.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 2 hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Jesús, intentó transmitirnos una fe en Dios, sin fisura.
Hace unos días leímos: “La fe nos puede ayudar a rescatar la vida en cada circunstancia”. También, en esta circunstancia tan excepcional que estamos viviendo, de confinamiento en casa o teniendo que salir a trabajar en unas circunstancias nada “óptimas”.
Son estos días de Cuaresma importantes, para salir corriendo al encuentro del Señor, buscarle en la Palabra, en el silencio, en la soledad, en el miedo, en el dolor, en la esperanza… “Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús salió a su encuentro”.
Son días para pedir con fe inquebrantable, sabiendo como Marta que,  aún ahora (en situación extrema) todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá”. No dudemos, no dudes que “si crees verás la gloria de Dios”.
Son días para hacer caso al Maestro y quitar la losa de “nuestro sepulcro”… Ese que nos mantiene en la oscuridad, en el “mal olor”, ese que nos mantiene encerrados, en descomposición…
Son días para dar gracias a Dios, como lo hizo el Señor… “Padre te doy gracias porque me has escuchado”. No tengamos nunca dudas de que nos escucha.
Son días para dar testimonio, para “reinventarnos” como cristianos, y continuar desde esta situación “especial”, diferente a nuestra cotidianidad, siguiendo las huellas del Maestro, haciendo vida el Evangelio, con las manos en la masa, para dejar el mundo que nos rodea mejor de lo que lo encontramos. Hemos de estar en el mundo sin ser de él. Seamos testimonio en estos momentos duros (de servicio, de entrega, de amor a los demás, de confianza…) para que otros abracen el regalo de la fe.  “Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en Él”.
Son días para las emociones (tristeza, alegría, miedo, ira…) Procuremos “acoger”, aceptar nuestras emociones, gestionarlas… y salir reforzados de ello. Jesús también se emocionó y sollozó por Lázaro al que amaba.
Son días para sentir de manera extraordinaria, que Jesús es la resurrección y la vida.  “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.