PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Mateo 4,1-11
Jesús ayuna cuarenta días y es tentado
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes." Pero él le contestó, diciendo: "Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.""
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: "Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras."" Jesús le dijo: "También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios.""
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: "Todo esto te daré, si te postras y me adoras." Entonces le dijo Jesús: "Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.""
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE LA MISIÓN CON LAS PERSONAS SIN HOGAR
(Hombre, casado, dos hijos, pertenece a comunidad cristiana, voluntario de Cáritas)
La semana pasada nos reunimos con un grupo de jóvenes universitarios con los que compartimos experiencias sobre las personas en situación de sin hogar. Durante algo más de una hora quisimos poner en el centro del debate y, sobre todo, de nuestro tiempo, a todas esas personas que por lo general son invisibles para la sociedad y que, si tuviéramos que ubicarlas, estarían sin duda alguna en la periferia de nuestras preocupaciones y ocupaciones.
El evangelio nos relata la experiencia vivida por Jesús, tentado a abandonar el plan que su Padre tenía reservado para él, de la misma manera que lo somos cada uno de nosotros en nuestro día a día. Esa, al menos, fue una de las conclusiones que sacamos del encuentro con los jóvenes pues, ¿qué hay detrás de los miedos que manifestaron para acercarse a las personas que malviven en nuestras calles? ¿o no sería acaso también una tentación la falta de tiempo para dedicar algo de atención a quien pernocta a solo un paso de nuestros hogares? No pretendo en absoluto juzgar las causas que nos llevan a no actuar cristianamente con una de las situaciones más desatendidas y olvidadas, pero sí que debo reconocer que, en mi caso, cuando busco excusas para no dedicar el tiempo y el esfuerzo que merecen las personas que se encuentran entre las más débiles y desarraigadas de nuestras ciudades, estoy dejándome vencer por las tentaciones sobre las que nos pone en alerta el evangelio.
DESDE EL COMPROMISO POLÍTICO
(Mujer, casada, dos hijos, concejal de partido político)
Me identifico con el texto llamándome gratamente la atención al señalar a los 40 días que pasa Jesús en el desierto con las tentaciones.
Tentaciones que pueden llamar a nuestra vida cotidiana en cualquier momento, pero mucho más cuando te encuentras ante la responsabilidad política y pasan por tus manos cifras, proyectos y conclusiones que nada tienen que ver con tu realidad cuando lo que buscas es justicia, y bien común. Te descolocan las situaciones ante las que te enfrentas cada día, pero cuando el punto de partida está en lo más profundo de nosotros, y la Palabra se sitúa en el eje central de tu caminar creyente, nada puede tambalearte.
Este Evangelio me da fuerzas y me impulsa a no decaer, porque veo el gran político que fue Jesús reconociendo cada una de sus tentaciones y utilizando su Fe en Dios como coraza ante ellas. Esa Fe que hay que ir alimentando y engrandeciendo sin miedos a lo que venga, justamente con más fuerza ante los momentos de mayor vulnerabilidad cuando podemos caer aunque vayamos contracorriente al dejar a un lado las tentaciones de riquezas, de poder, de fama… y agarrarnos a nuestra pequeñez, saltando al vacío agarrándonos firmemente a la cruz personal que nos ofrece nuestra propia salvación, a pesar de las heridas que brotan del corazón en las sombras de ese desierto porque hará que nos abracemos a ella como tabla de salvación y podamos sentir ese abrazo del Padre, porque nunca estamos solos en el camino. Nunca nos abandona. Siempre nos espera, aun pasando 2000 años, o 4000… nos espera siempre, y en mi amanecer diario me abrazo a él y agradezco desde una mística que se hace política a imagen de Jesús, desde el bien común de la comunidad: "La sed es mi patria en el país de las pasiones. Sed de comunidad, sed de justicia, y que solo puedo satisfacer en una vida en la que mi personalidad se mantiene y se construye como un puente que me une con los demás y es servicio… porque está escrito”.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)
De la tentación de querer llevar razón siempre frente a los demás, líbrame, Señor.
De la tentación de considerar ignorantes a los que no piensan como yo, líbrame, Señor.
De la tentación de sentirme personalmente ofendido cuando se cuestionan mis creencias espirituales, líbrame, Señor.
De la tentación de creer que es difícil conectar con una persona muy diferente de los que son como los de mi grupo social, líbrame, Señor.
De la tentación de creerme atacado cuando alguien cuestiona algo de mi ciudad, de mi pueblo, de mi grupo social, líbrame, Señor.
De la tentación de sentirme grandiosamente orgulloso de lo mi pertenencia a mi país, ciudad o grupo espiritual, líbrame, Señor.
De la tentación de creer que alcanzaré la felicidad cuando alcance mis metas, mis objetivos, mis deseos, líbrame, Señor.
De la tentación de considerar especialmente importante en mi vida mi avance profesional o económico por encimade los demás, líbrame, Señor.
De la tentación de creerme mejor que los demás porque soy perfeccionista, líbrame, Señor.
De la tentación de creerme muy afectado por la opinión de los demás, supuesta o real, líbrame, Señor.
De la tentación de tomarme ciertas cosas de una manea personal, líbrame, Señor.
De la tentación de creerme superior cuando recibo halagos de alguien a quien considero importante, líbrame, Señor.
De la tentación de creerme mejor que otros porque recibo felicitaciones por mis acciones, líbrame, Señor.
De la tentación de considerar que debo caer bien a determinadas personas, especialmente si tienen poder o influencia, líbrame, Señor.
De la tentación de huir al pasado o al futuro con mis pensamientos, con mis rumiaciones mentales, líbrame, Señor.
De la tentación de creer que es muy importante tener muchos amigos y conocidos, líbrame, Señor.
De la tentación de querer tener muy controladas las cosas que me rodean, líbrame, Señor.
De la tentación de querer ser justiciero en situaciones injustas o de sufrimiento evitable, líbrame, Señor
De la tentación de dejarme llevar por mis ambiciones personales, justificándolas porque son para el bien, líbrame, Señor.
De la tentación de creerme superior a los demás cuando descubrió sus mentiras, sus falsedades, sus dobleces, líbrame, Señor.
De la tentación de rechazar a los demás cuando me decepcionan al no ajustarse a mis expectativas, líbrame, Señor.
De la tentación de considerar que gran parte de mi sufrimiento viene de las situaciones que me rodean, líbrame, Señor.
De la tentación de minusvalorar mis carencias, mis errores, mis debilidades, líbrame, Señor.
De la tentación de compararme con los demás constantemente, líbrame, Señor.
De la tentación de acaparar la atención en los grupos donde interactúo, líbrame, Señor.
De la tentación de identificarme con exterioridades, pertenencias a grupos, objetos, sistemas de ideas… líbrame, Señor.
De la tentación de buscar reconocimiento, admiración, validación externa, líbrame, Señor.
De la tentación de refugiarme en el miedo, en la autominusvaloración, en mi zona de control y de confort, líbrame, Señor.
De la tentación de enjuiciar, enjuiciar, enjuiciar constante a aquellos que son diferentes de mi o de los míos, líbrame, Señor.
De la tentación del activismo, líbrame, Señor.
De la tentación de la acaparación, de la avidez, de la acumulación, líbrame, Señor.
De la tentación del egocentramiento, líbrame, Señor.
De la tentación del narcisismo, líbrame, Señor.
De la tentación del miedo al rechazo, líbrame, Señor.
Señor, ayúdame a crecer
en el amor incondicional,
en la compasión,
en la consciencia de tu presencia en el presente cotidiano,
en la libertad de los hijos de Dios,
en la conexión con lo mejor de la realidad,
en la confianza de lo mejor está por llegar…
Señor ayúdame a reconocerme perfectamente imperfecto.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Comenzamos nuestra primera semana de cuaresma con el pasaje de las tentaciones. Ni siquiera Jesús estuvo libre de ellas. Primero fueron las tentaciones físicas, el hambre, y después las psíquicas, la soberbia, la ambición de poder…
El santo cura de Ars decía que las tentaciones, el demonio, es como un gran perro atado, ladra y hace mucho ruido, pero sólo muerde al que se aproxima demasiado. Intentemos en esta semana saber cortar, huir de las tentaciones, procurar no acercarnos demasiado, más bien ponernos en fuga. ¿Es que somos unos cobardes? Podría decir alguno. No, simplemente sabemos el perjuicio que nos causa caer en la tentación, nos hace sentirnos sucios, esclavos del pecado y sobre todo, nos hace alejarnos de Dios y no porque Él rompa los lazos con nosotros y deje de querernos, sino porque nuestra respuesta, al ser contraria a su voluntad, inmediatamente nuestro corazón se llena de cosas que difuminan su imagen, pierden la perspectiva…
Hay dos cosas fundamentales para no caer en la tentación:
1ª. Temor de Dios. Esto se refiere no a que temamos su castigo y su cólera. Me refiero más a temer perderle a Él. Sé que yo soy feliz cuando estoy a su lado, cuando me siento en sintonía con Él, cuando fluye mi oración y mi diálogo en lo cotidiano. En el momento que caigo en la tentación, que me dejo llevar por el mundo…será una felicidad pasajera, vacía en breve espacio de tiempo. Al faltarme la cercanía de mi Dios, pronto me agobio, lo veo todo negro, sin salida, me llevo mal con los hermanos, estoy de mal humor, negativo…
2ª Confianza en Dios. No podemos estar diciéndonos a nosotros mismos que yo no valgo para nada, que no voy a ser capaz, que volveré a caer… Dios es compasivo y misericordioso, nos perdonará 70 veces 7, a pesar de que tropecemos. Pidámosle que nos ayude, Él sabe de nuestras flaquezas, pero quiere escucharnos, quiere que le contemos por las dificultades que pasamos, lo que nos cuesta superar y que, sin su ayuda, no vamos a poder seguir su camino. Con una gran confianza en Dios, podremos todo.
No pongamos nuestra mirada sólo en la dureza de la escalada, haciendo un símil entre nuestra vida de fe y una excursión a la montaña. Pensemos más en la mirada que se nos va a quedar cuando lleguemos a lo alto, cuando estemos frente a Él en el cielo.
Sí, será duro el camino, pero merece la pena.
Y no lo olvidemos, ante la tentación, saber cortar y echémonos rápidamente en los brazos de la Virgen María clamando por su protección.
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