PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Juan 15,1-8
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
LA PASCUA DESDE UN SEGLAR
(hombre, casado, 2 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)
Es curioso, lo que nos cuestiona y cuesta de este evangelio siempre parece ser el significado de “Permanecer en mi”, pero no nos cuestiona, ni dificulta que es “dar fruto” En una época donde discutimos todo y de todos los temas (aunque nunca hayamos oído hablar de ellos) no discutimos lo que es dar frutos…A lo mejor, porque el símil es tan claro e indiscutible que admite poca contradicción. Y a lo mejor, porque pese al relativismo absoluto que vivimos, que cuando pensamos que no puede crecer más, da una vuelta de tuerca más y relativiza algo que todos teníamos súper claro, pese a ello, digo, sigue habiendo cuestiones que relacionamos con el bien absoluto, con “florecer", con “madurar", con todos esos símiles del mundo agrícola que nos recuerdan que hay un conocimiento interno sobre las cosas que nos hacen crecer, mejorar, desarrollarnos, acercarnos a la felicidad…y además de estar de acuerdo en ellas, los cristianos estamos convencidos que a ellas nos acercamos si permanecemos en Su Amor, en su palabra. Pese a lo que les decía a mis catequizados de comunión, no es una pócima o un hechizo de Harry Potter que nos da la felicidad inmediata. Es más bien una amistad serena, un remanso y regazo en el que nos sentimos entendidos, amados y queridos…pero en el que también se nos pide actividad, movimiento, servicio, estar dispuesto a ser activista del Reino, llevando su palabra, que es llevar el Amor y su Presencia allá donde haga falta.
DESDE UN PROYECTO DE FAMILIA
(mujer, soltera, próxima a contraer matrimonio, trabaja, pertenece a movimiento eclesial)
¿Qué es poder dar frutos abundantes? A menudo es algo que asociamos con el esfuerzo “si te esfuerzas verás los frutos de tu trabajo”, “con paciencia, verás los frutos” ¿Cuántas veces hemos oído esas frases? En el contexto familiar, los frutos de una relación, por ejemplo, son pasos de compromiso: el sacramento del matrimonio o los hijos se ven a menudo como frutos. Sin embargo, ¿cuántas veces no somos capaces de serlo? ¿Cuántas veces la rutina, el ruido de lo mundano, la comodidad personal, nos aleja de ser realmente fructíferos? ¿No nos sentimos “secos”, apartados de Dios de vez en cuando? ¿El peso de la pandemia, especialmente, nos ha hecho acercarnos o alejarnos de Dios? ¿Creemos, quizá, que dar frutos sólo depende de nosotros mismos? En este texto Jesús nos da la clave y nos explica por qué a veces no damos frutos: No podemos dar frutos mientras permanezcamos alejados de Él. Todos partimos de una vid que es Jesús y no podemos dar frutos si nos cortan (o nos alejamos) de ella. Es por eso que debo preguntarme, ¿qué cosas, personas, actos diarios me acercan a la vid? Señor, ayúdanos a permanecer en ti, a ser sarmiento que crece sin secarse, sarmiento que da más fruto y ayuda a otros a crecer: a familia, amigos, pareja y comunidad, sarmientos que crecen con la Palabra y que permanecen en ella.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)
¡Señor Jesús, anhelamos vida en autenticidad!
Parecemos figurantes en un baile de carnaval
en una inhóspita plaza urbana de cemento y ruido:
mentiras, cinismos, hipocresías nos envuelven
pegajosas,
heladoras,
tramposas.
No podemos evitar su impregnación
en nuestros deseos,
en nuestras palabras,
en nuestras acciones.
Vivimos en un mundo extraño en el que no nos encontramos a gusto.
Vivimos procesos sociales que desencajan los quicios de nuestros marcos mentales.
Vivimos dinamismos a los que no sabemos poner nombre.
Vivimos transformaciones que no sabemos dónde nos van a llevar.
¿Quién sabe lo que va a cambiar en nuestras vidas dentro de cinco o diez años?
Vivimos un tiempo de Iglesia, tu Iglesia,
desconcertante
con tantas y tantas insidias y maledicencias
por parte de algunos que parecería
que saben más de cuidar de nosotros
que tú mismo.
¡A veces hasta nos cansamos de nosotros mismos!
¡Señor Jesús,
recuérdanos,
con tu presencia
en nuestra oración silenciosa,
en nuestra piedad personal,
en nuestra lectura creyente de tu Palabra
y de los acontecimientos que vemos y padecemos…
que de ti procede nuestra energía,
nuestra vitalidad,
nuestra alegría de vivir
llena de alegría e imaginación!
¡Señor, reconocemos que somos sarmientos,
poco maduros,
poco atractivos,
poco fecundos…
aún…
aún…!
¡Ábrenos a tu poder!
¡Haznos florecer!
…que seamos la alegría de la vida de quienes nos rodean…
… que seamos vino de alta calidad de fraternidad…
…que seamos síntoma de esperanza auténtica y fecunda
porque irradiamos vida de tu Reino de Vida.
¡Haznos como María, vibrante música de Dios
en los recovecos del mundo,
de la cultura,
de la biografía
de quien nos encontremos.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(matrimonio, 3 hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Permanecer en el Señor, para dar mucho fruto. Todos hemos experimentado cómo, ante una situación similar, reaccionamos de una manera distinta, depende del grado de unión que tenemos con el Padre. ¿Cómo podemos medir ese grado de unión? Son muchos los factores que intervienen para detectarlo y algunos tienen que ver con la calidad de nuestra oración, la frecuencia en recibir los sacramentos, la lectura de la Palabra… Pero no sólo eso, para mí, un indicativo grande es el grado de servicio al prójimo que tengo, mi disposición a tratar con amor de madre a cada persona que me encuentro en el día a día.
No es simplemente "educación", es esa actitud interior que te hace acoger al otro tal como es, con sus gustos, con sus ideas, sus defectos, su diversidad…Hacerle sitio dentro de nosotros, desterrando todo juicio o instinto de rechazo.
Es evidente que todos los días no tenemos esas ganas de amar tan a flor de piel, días malos, cansados, incluso empañados por un dolor físico o espiritual que nos atenaza. Lo importante es reconocer nuestra debilidad y ponerla en manos de Dios con total confianza, pero será esa actitud de reconocer nuestra nada la que nos va a poner de frente al hermano con espíritu humilde, que quiere el bien de los demás, que no se envanece, que es, en fin, la caridad verdadera. Es por tanto, poniendo en práctica la Palabra de Dios cuando mi nivel de unión con Él, crece. Cuando no amo, desparramo, estoy incluso contra Él. La tensión en el amor verdadero pone tus instintos en alerta, escuchas aún mejor, como si fuera un altavoz, esa voz interior, esa conciencia que no te hace desorientarte, que te enseña el buen camino.
Tenemos muchos medios de estar unidos a la vid, que cada uno escoja aquel que más le ayude, no olvidemos el hecho de vivir nuestra fe en comunidad, Jesús en Medio que se hace presente cuando dos o tres se reúnen en su nombre, es otro indicativo.
A mí me suele pasar, cuando no me apetece nada asistir al encuentro de comunidad, me digo: chico, esta semana has amado poco…, y casi siempre estoy en lo cierto.