Evangelio Seglar para el Domingo XXII del Tiempo Ordinario – B (1-09-2024)

31 de agosto de 2024

PRIMER PASO: LECTIO

¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. ( Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. ) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores»? Él contesto: / «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: / «Este pueblo me honra con los labios, / pero su corazón está lejos de mí. / El culto que me dan está vacío, / porque la doctrina que enseñan / son preceptos humanos.» / Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.» Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

NOTAS BÍBLICAS

Tras la incursión en el capítulo 6º del evangelio de Juan, este domingo se reanuda la lectura del evangelista de este ciclo B, san Marcos. Nos encontramos en el capítulo siguiente a donde se dejó hace cinco domingos, el séptimo. La liturgia nos presenta tres trozos de este capítulo, saltándose seis versículos entre uno y otro.

Jesús y sus discípulos acaban de llegar a la comarca de Genesaret (6,53), cerca de Cafarnaúm, en Galilea, al norte de Palestina. Ahí se presentan unos fariseos y unos escribas venidos de Jerusalén, en Judea, al sur de Palestina.

El problema surge cuando éstos ven que «algunos discípulos (de Jesús) comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos» (v. 2). Para ellos, no es sólo una cuestión de higiene, sino de pureza (un tema frecuente en este evangelio): «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?» (v. 5).

Jesús sienta cátedra al respecto: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre» (v. 15). Lo que se vive en el corazón es lo que determina que una persona sea pura o impura, siendo el corazón para ellos la sede de las decisiones, no como para nosotros la sede de los sentimientos: lo que la persona decide vivir es lo que determina su santidad.

Además, Jesús aprovecha para denunciar a los escribas y fariseos en una perversión de su relación con Dios: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres» (v. 8). Les aplica una cita del profeta Isaías:  “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos” (Isaías 29,13).

Es una grava acusación, porque la relación con Dios es solo aparente («con los labios», no con «su corazón»), es «un culto vacío», dejan de lado su voluntad, su mandamiento; en cambio, bajo esa apariencia de algo de Dios (una cuestión de «impureza») , en realidad están «aferrados» a preceptos y tradiciones que no vienen de Dios (como la cuestión del lavado de manos -Jesús pone otros ejemplos en este capítulo que no salen en la lectura de la misa-), sino que han sido establecidas por los hombres.

En la primera lectura de la misa, Dios exige que se cumplan sus mandatos sin quitar ni añadir nada: «No añadáis nada a lo que yo os mando ni suprimáis nada» (Deuteronomio 4, 2)

SEGUNDO PASO: MEDITATIO

¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA PALABRA EN LA VIDA COTIDIANA

(Mujer, viuda, tres hijos, pertenece a comunidad eclesial y movimiento Seglar)

Llevar a la vida cotidiana este pasaje del evangelio supone para mí:
Dejar lo caduco y vivir el momento presente.
Renovar mi relación con Dios que me invita a estar con Él.
Abrirme a la novedad y alejarme de los juicios,
Estar pendiente de mantener una actitud de cercanía y cuidado de los más vulnerables.
Un encuentro íntimo y personal con Dios.
Buscar en todo momento y mantener siempre el encuentro con Dios y con los hermanos, frenando los impulsos egoístas.

DESDE EL TRABAJO

(Mujer, casada, trabaja, pertenece a comunidad eclesial y movimiento Seglar)

Mi trabajo consiste en liderar un equipo de abogados en un área del sector público de mi país en la que constantemente coexisten diferencias de criterios, tensión, dificultades en la comunicación, entre otros y creo que el Maestro en esta oportunidad me hace un llamado a vivir mi vida laboral de una manera distinta.

Sencillo sería comportarme en mi ambiente laboral como una farisea que “hace las cosas como siempre se han hecho”, pero creo que como cristiana mi compromiso da un paso adelante a “hacer las cosas como deben hacerse y además dejando mi amor, mi creatividad y algo de mí en aquello que hago”.

Al final, importan menos las superficialidades y resalta mucho más las intenciones, las razones que nos motivaron a comportar como lo hacemos, sea en nuestra oficina, en nuestro hogar, en el centro de estudios o donde nos toque estar realizando nuestra misión. El Maestro piensa en nosotros como seres que buscan trascender y no solo “que vayamos fijándonos si el del costado se lavó las manos antes de comer”; para ello, detengámonos a examinar cómo está nuestro interior, nuestras acciones y cómo estamos enfocando nuestros pasos.

TERCER PASO: ORATIO

¿Qué nos hace decir el texto?

(Hombre, casado, pertenece a Movimiento cristiano)

LÍBRANOS

Líbranos, Señor, de la avidez constante que nos impide vivir centrados en el Reino.
Haznos austeros, ligeros, sobrios…
Haznos testigos de la simplicidad evangélica.

Líbranos, Señor, de nuestras obsesiones, de nuestros prejuicios, de nuestros sesgos.
Haznos puros de corazón, puros de mirada y de intención…
Haznos testigos de la verdad de tu evangelio, de tu verdad.

Líbranos, Señor, de la idolatría de la seguridad.
Haznos personas que se dejan sorprender por la realidad, tan rica, tan fascinante, tan novedosa…
Haznos testigos de los signos de tu Reino que avanza en todos los niveles de la realidad.

Líbranos, Señor, de creer que por opinar llevamos razón.
Haznos abiertos de mente, sabios discretos que saben captar lo mejor de cada persona…
Haznos testigos de la vida nueva que se expande en la historia de la humanidad.

Líbranos, Señor, de querer controlar lo que pasa a nuestro alrededor.
Haznos abiertos a la cooperación, buenos compañero de equipo, servidores de lo que necesiten los demás…
Haznos testigos de la honda vinculación espiritual de todos los seres humanos.

Líbranos, Señor, de creernos mejores que los demás.
Haznos personas que se conocen realmente bien y con honestidad.
Haznos testigos de la fragilidad humana sanada, redimida, reforzada por tu presencia constante en lo más interior de cada ser humano.

Líbranos, Señor, de juzgar lo que vemos a nuestro alrededor.
Haznos empáticos, misericordiosos, compasivos.
Haznos testigos de la gran experiencia de que quien anda en amor ni cansa ni se cansa.

Líbranos, Señor, del ansia de poder.
Haznos humildes de verdad, sembradores de confianza, defensores de la igualdad de todos los seres humanos.
Haznos testigos de la nueva humanidad inaugurada con tu poder santo.

Líbranos, Señor, del perfeccionismo.
Haznos artesanos de la vida y de las relaciones diarias con los demás.
Haznos testigos del poder de santidad de lo sencillo, de lo cotidiano, de lo pequeño.

Líbranos, Señor, de la tendencia a la posesividad de las personas a las que decimos amar.
Haznos amigos, compañeros, hermanos.
Haznos testigos del nuevo amor inteligente y libre que siembra semillas de tu Reino.

Líbranos, Señor, de creernos más listos de lo que de verdad somos.
Haznos personas con mente de principiante, mente de aprendiz constante, mente de explorador en busca nuevas y mejores formas de decir y de vivir la verdad, tu verdad.
Haznos testigos de la gran posibilidad de conversión que todos tenemos al acercarnos a tu amor, a tu amor sobre todo amor.

Líbranos, Señor, de manipular a los demás.
Haznos sencillos, transparentes, bondadosos.
Haznos testigos de que todos somos capaces de pureza de corazón en la vida que vivimos.

Líbranos, Señor, de las críticas demoledoras.
Haznos creativos en el bien, cuidadores del buen ambiente a todos los niveles, creadores de confianza cotidiana.
Haznos testigos de que son posibles nuevas relaciones, nuevas instituciones sociales, nuevas sociedades y culturas donde los seres humamos podamos vivir con seguridad y en paz.

Líbranos, Señor, de los sentimientos de recelo, de resentimiento o de venganza.
Haznos seres humanos que saben perdonar de verdad, que saben dar nuevas oportunidades, que saben que el perdón libera y nos ayuda a crecer como seres humanos.
Haznos testigos del amor de Dios que es más hondo, más fuerte y más intenso que cualquier sombra humana.

Líbranos, Señor, de nuestras manías, de nuestras cegueras, de nuestras distorsiones.
Haznos gentes de limpia mirada, de limpia intención, de limpia presencia.
Haznos testigos de la nueva inocencia que irradia calidad de vida humanizada y humanizante.

Líbranos, Señor, del pesimismo.
Haznos personas de esperanza, de optimismo, de luz a pesar de los pesares.
Haznos testigos del poder de tu presencia que anuncia que lo mejor está por llegar.

Líbranos, Señor, de los miedos irracionales.
Haznos personas sensatas, realistas, seguras de sí mismas como seres de fe, de bondad  y de inteligencia.
Haznos testigos de la fascinante y misteriosa verdad que se enraíza en ti de que todo tiene un propósito de amor.

Líbranos, Señor, de nuestros arrebatos de ira.
Haznos mansos, pacíficos, pacientes.
Haznos testigos de que todos y cada uno de los seres humanos podemos superar lo dañino con la elevación hacia el bien.

Líbranos, Señor, de nuestras tristezas sin fundamento.
Haznos seres que se dejan purificar, se dejan mejorar, se dejan cuidar.
Haznos testigos de que nuestra debilidad tu amor y tu presencia nos hacen fuertes.

Líbranos, Señor, de nuestra constante necesidad de aprobación ajena.
Haznos seres muy conscientes que somos capaces de vivir sin que nada ni nadie pueda alterar la paz de corazón.
Haznos testigos de que sólo con tu mirada amorosa nos basta para caminar con seguridad en la vida.

Líbranos, Señor, de no creer que todo tiene un sentido de amor desde la sensibilidad de tu Reino.
Líbranos, Señor, de creer que el azar juega en nuestra contra.
Líbranos, Señor, de no creer que estamos llamados y capacitados para la comunión.
Líbranos, Señor, de creer que somos seres solitarios y arrojados en la realidad.
Líbranos, Señor, de no creer que la verdad enraizada en ti nos hace libres.
Líbranos, Señor, de creer que somos muy autosuficientes a la hora de vivir.
Líbranos, Señor, de nuestras necedades.
Líbranos, Señor, de nuestras ingratitudes.
Líbranos, Señor, de nuestro egocentrismo.

Haznos, Señor, hombres y mujeres que irradian confianza en la vida.
Haznos, Señor, hombres y mujeres de fe honda, auténtica, humanizante.
Haznos, Señor, hombres y mujeres que irradian esperanza en la vida
Haznos, Señor, hombres y mujeres de alegría vibrante, entusiasmada, serena.
Haznos, Señor, hombres y mujeres que irradian amor a la vida.
Haznos, Señor, Señor, hombres y mujeres que cuidan la vida, toda la vida, en todo lugar.

Haznos Señor, hombres y mujeres de santidad y justicia
al servicio de la humanidad allí donde nos encontremos.

Amén. Aleluya.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO

¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Fano - Domingo XXII Ordinario - B

ÚLTIMO PASO: ACTIO

¿A qué nos lleva el texto?

(Mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad eclesial y movimiento Seglar)

«Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres»

El Evangelista San Marcos en esta porción del texto Bíblico, ilustra el pensamiento «cumplidor» que prevalecía en los fariseos y escribas y que permanece en la actualidad en muchas personas, culturas y regiones.

Idiosincrasias que limitan las sanas relaciones humanas.

Jesús al responder, invita a reflexionar: ¿Cómo son mis coloquios con el supremo creador? ¿Atiendo desde el amor las prioridades de mi prójimo? ¿Soy consciente de mis debilidades espirituales y hago oración para gozar de los dones espirituales?

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