Evangelio Seglar para el Primer Domingo de Adviento (19 de enero de 2020)

17 de enero de 2020

LECTIO DEL DOMINGO II TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?

Lectura del santo evangelio según san Juan 1,29-34

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: "Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel."
Y Juan dio testimonio diciendo: "He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios."

NOTAS BÍBLICAS
(por el equipo coordinador, con el apoyo de un biblista)

Juan Bautista considera que Dios le ha encomendado la misión de facilitar que el enviado por Dios se de a conocer a su pueblo Israel. Ese era el sentido de su bautismo con agua.

Como Juan tampoco sabía quién era, Dios le da una señal: es aquel sobre el que vea posarse el Espíritu Santo.

Al ver la señal, Juan lo señala como «el Cordero de Dios». Hace referencia al cordero que se sacrifica en la Pascua, por cuya sangre en los dinteles de las puertas se salvaron los israelitas de la matanza de los primogénitos de Egipto.

Este nuevo Cordero salva de «el pecado del mundo». «El pecado» en singular se refiere a la cerrazón a Dios y su plan, como ya dijo el evangelista: La Palabra estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció (1,10).

El Hijo de Dios salva de ese «pecado del mundo» con su «bautismo con Espíritu Santo», distinto al de agua que hacía Juan.

SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?

Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.

DESDE LA FAMILIA Y LOS NIÑOS
(matrimonio, trabajan ambos, dos hijas pequeñas, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana)

Juan era un hombre de Dios. Un profeta. Juan confiaba en que el Señor es fiel, en que va a cumplir sus promesas. No sabemos cómo imaginaba Juan que sería la llegada del Mesías. Tal vez, de acuerdo con las esperanzas de muchos en su época, esperaba un Mesías poderoso y fuerte, que se manifestase con poder y pompa… Y resultó que el Mesías era su primo pequeño: Jesús.
Nos sorprende la capacidad de Juan para ver, antes que la mayoría, la grandeza de Jesús. Para reconocer en él no sólo a un familiar, sino al Hijo de Dios. Eso nos hace preguntarnos a nosotros varias cosas: ¿reconocemos realmente a Jesús como el Cordero de Dios o nos aferramos a otros ídolos?, ¿reconocemos la presencia de Jesús en lo cotidiano?, ¿reconocemos la acción de Dios en los demás?
Por otro lado, vamos a bautizar a nuestra hija pequeña dentro de poco. En algunos lugares, el bautismo se ha convertido en una tradición que, poco a poco, se ha ido vaciando de su sentido cristiano. Así, creemos que tenemos que ser conscientes de lo importante que es este sacramento. Juan bautizaba con agua, y cada bautizado mostraba así su deseo de conversión. Nosotros seguimos utilizando el agua para bautizar, pero Jesús nos bautiza con Espíritu Santo. Nuestro bautismo no fue un hecho puntual que queda como un recuerdo, sino que nos reconoce como hijos de Dios, como miembros de la Iglesia, como hermanos entre nosotros. Ojalá recordemos y renovemos frecuentemente nuestras promesas bautismales para poder seguir dando testimonio con nuestra vida de quién es el Hijo de Dios.

DESDE LOS NECESITADOS
(mujer, casada, con cuatro hijos, voluntaria de Cáritas)

En mi tarea como voluntaria de Cáritas, tendría que esforzarme en imitar y aprender de Juan el Bautista. El actuó con humildad y reconoció a Jesús como hijo de Dios, y se los mostró a los demás.
Me pregunto porqué nos costara tanto reconocer en el otro a Dios, sobre todo si piensa diferente a nosotros. Es algo que se repite a menudo con la mayoría de las personas que acuden a Cáritas solicitando ayuda. Creo que, la mejor ayuda que de nosotros podrían recibir sería, darles testimonio del mensaje de esperanza que Dios nos da con la venida de su hijo Jesucristo y la gracia fortalecedora del Espíritu Santo.
Pidamos a Dios que como el Bautista sepamos reconocerlo y que, podamos ayudar a que otros también lo reconozcan.

TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?

(hombre, casado, trabaja, pertenece a movimiento cristiano)

Tú eres, Jesús, el Cordero de Dios.
Tú eres, Jesús, el Mesías de la ternura de Dios.
Tú eres, Jesús, a quien queremos seguir.
Tú eres, Jesús, el Mesías de la compasión de Dios.
Tú eres, Jesús, a quien queremos comunicar.
Tú eres, Jesús, el Mesías entrañable.
Tú eres, Jesús, con quien queremos vivir.
Tú eres, Jesús, el Mesías desde la sencillez de la vida.
Tú eres, Jesús, el hermano que nos iguala.
Tú eres, Jesús, el Mesías de la debilidad asumida en plena confianza..
Tú eres, Jesús, quien nos da la Gracia.
Tú eres, Jesús, el Mesías de la vitalidad de lo diario
Tú eres, Jesús, quien nos da la Paz.
Tú eres, Jesús, el Mesías del Espíritu de la No Violencia.
Tú eres, Jesús,
el que llena nuestras soledades,
el que sanea nuestras sombras,
el que alienta nuestro peregrinar…
Tú eres, Jesús,
el que fundamenta
nuestra inteligencia,
nuestra libertad,
nuestro amor.
Tú eres, Jesús, el Cordero de Dios.
En ti creemos.

CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?

(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?

(matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Con el bautismo nos unimos a la familia cristiana y pasamos a formar parte de la Iglesia. Y sobre todo, adquirimos la condición de hijos de Dios y recibimos la fuerza del Espíritu Santo. Me hago consciente del inmenso regalo que esta noticia supone para mí. Que el mismo Dios se ha fijado en mí y me ha amado primero, me ha llamado por mi nombre y me ha hecho hijo suyo. Le pido al Señor que me ayude a transformar mi alma para descubrir la grandeza de ser suyo. Que aunque tenga multitud de obligaciones y problemas, sepa que Él trasciende todo eso. Que me haga cada día más hijo suyo por medio de su Espíritu, porque sólo Él debería bastarme.
Esta semana me fijo el propósito de rescatar el día de mi bautismo -en caso de que no lo recuerde- y de marcarlo en el calendario como un aniversario importante en el que celebrar mi entrada a la gran familia cristiana, lo que supuso la configuración de mi ser.