PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Juan 8, 1-11
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó sólo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casado, 2 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
Seguro que hemos escuchado este evangelio decenas de veces, y no deja de sorprenderme la fuerza que tienen las palabras y gestos de Jesús. Quizás por eso a veces hay detalles que pasan desapercibidos pero que son muy significativos.
Al comienzo del mismo encontramos al Señor en el monte de los Olivos, muy probablemente orando como era su costumbre. En la tradición bíblica -y en la vida del mismo Jesús- el monte significa y constituye el espacio de encuentro con Dios, “subir” a su Presencia y disponerse a su voluntad. Y desde ahí -y este “ahí” es físico y espiritual- baja al templo a enseñar. De tal manera que nos encontramos que Dios mismo está enseñando, en persona, ocupando el lugar que le está consagrado.
Y estando allí sucede algo muy mundano. Ponen ante Él a una mujer sorprendida en adulterio. Y aunque la Ley es clara con respecto a lo que hay que hacerle, la usan para intentar deslegitimar a Jesús antes de deshacerse de ella (la han cosificado hasta tal extremo que ya es instrumento y no un alguien).
Sin embargo, Jesús, empleando ese hermoso gesto de inclinarse a escribir en el suelo, re-escribe la Ley. Y lo hace en el sentido más literal, con sus propios dedos, para volver a poner a la persona en el centro, desplazando al pecado para que la misericordia que es Dios mismo ocupe su lugar legítimo. Con su acción Jesús no hace una nueva Ley ni la modifica, la escribe de nuevo tal como responde al Plan de Dios. Y resulta que, de repente, esta misericordia divina que parecía estar “en lo alto del monte” afecta totalmente a la vida; transforma el presente de aquella mujer y le devuelve su dignidad.
La Iglesia no está en el mundo para juzgar, ni para ser árbitro de la moral de los demás. Bien es cierto que el pecado es cosa seria porque destruye a las personas, las deshumaniza y esclaviza; pero no es el centro. Sólo Dios lo es. El caminar de la Iglesia en el mundo no es ni para condenar ni para ser vigía del pecado, es un acompañar y restaurar al hijo de Dios que ha sido pecador. El sínodo nos reta a dejar las piedras, esos argumentos y señalamientos siempre a mano, y decir “Anda” a personas concretas (pensemos quién puede necesitar ahora que lo pongamos en medio). Andar el camino de la misericordia que une monte y templo, oración y Ley; es hoy, sin duda, una aventura sinodal urgente para la nueva evangelización.
DESDE LA FAMILIA (Exhortacion posinodal “Amoris Laetitia”)
(mujer, casada, 3 hijos, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
Los fariseos quieren «pillar» a Jesús, lo ponen en un aprieto para que muestre su postura ante la ley y así poder condenarlo. Ponen el foco en el pecado de la mujer y la condenan. Pero Jesús le da la vuelta a la situación, cambia el foco de la mirada: de mirar el pecado del otro, nos hace volver los ojos para mirar nuestro propio pecado, nos da el tiempo para reconocernos pecadores salvados por su infinita misericordia, y cuando reconocemos la misericordia de Dios en nuestras vidas, aprendemos a perdonar, a mirar con los ojos de Dios a los que nos rodean, por muy grave que aparentemente parezca nuestro pecado.
En casa, a veces las piedras «vuelan», y nuestros hijos pueden presenciar alguna discusión o pelea entre nosotros; si esto ocurre, nuestro compromiso es pedirnos perdón delante de ellos, para que no solo sean testigos de nuestra debilidad, sino también de la fuerza de la misericordia de Dios, que nunca se cansa de perdonarnos.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)
Cristo misericordia.
En mi desnudez, tu abundancia.
En mi desposesión, tu fortaleza.
En mi miedo, tu palabra de vida.En mi temblor, tu ternura.
En mi dolor, tu abrazo.
En mi absurdo, tu verdad.En mi contradicción, tu luz.
En mi desconcierto, tu serenidad.
En mi imposible, tu esperanza.En mi agobio, tu compañía.
En mi herida, tu bálsamo.
En mi hambre, tu alimento.En mi despojo, tu vestidura.
En mi drama, tu mirada.
En mi pérdida, tu fundamento.En mi máscara, tu autenticidad.
En mi mentira, tu paciencia.
En mi hipocresía, tu misericordia.En mi condena, mi amnistía.
En mi desesperanza, mi estrella polar.
En mi cagajón, tu fecundidad.Cristo, corazón humano infinito.
Cristo, corazón humano liberador.
Cristo, corazón humano
que es amor sobre todo amor.Cristo, Tú, el benigno.
Cristo, Tú, el infalible.
Cristo, Tú, el vitalizador.Cristo paz.
Cristo perdón.
Cristo vida nueva.Cristo,
¿A quién acudiremos?
Tú tienes palabra de vida eterna.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(matrimonio, 5 hijos, ambos trabajan, pertenecen a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
“El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”
Con qué facilidad juzgamos a los demás.
Varias veces nos erigimos en jueces muy ágiles para criticar y sentenciar.
¡Cuántas actitudes son contrarias a nuestras costumbres o deseos, y cómo nos molestan acciones o comentarios de otros…!
Te sugerimos ponernos la tarea de no juzgar esta semana.
¿Cómo lo podemos intentar? Te proponemos lo siguiente.
Primero, estando despiertos. Siendo conscientes cada mañana de cuál es nuestro propósito y estando atentos para no sucumbir a la tentación. Cuando se está pendiente de una dinámica es más difícil sucumbir, y si te pasa, es más fácil que te des cuenta y te prevengas para mejorar en la siguiente ocasión.
Segundo, pidiendo ayuda al Espíritu Santo. Podemos invocarlo con una oración espontánea, aunque te proponemos hacerlo con la secuencia del Espíritu Santo (te animamos a interiorizarla si aún no te la has aprendido sin leerla). Él hace obras grandes en nosotros.
Tercero, podemos poner a esa persona y a sus defectos en nuestra oración de diferentes formas. Es una ocasión para pedir al Señor que nos acompañe dando bien a cambio de mal, pedir por esa persona, o a dar gracias por poder practicar una obra de misericordia espiritual (“sufrir con paciencia los defectos del prójimo”).
Cuarto, en nuestra actuación no tener en cuenta un posible mal que nos estén haciendo. Tratar a quien nos hace mal con naturalidad.
Quinto, si tengo relación con la persona y confianza con ella, puede haber ocasión para practicar la corrección fraterna. Para ello puedo pedir a Dios que nos ilumine a ambos para a continuación, dirigiéndome a esa persona en el momento oportuno para ambos, tratarle con cariño y delicadeza señalándole los argumentos de lo que me molesta, y estando siempre en disposición a ser yo el que cambie tras el diálogo.
Si conseguimos no juzgar esta semana, habremos contribuido a que haya más amor en nuestro entorno.
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