PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Juan 2, 1-11.
En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino."
Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora."
Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él diga."
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua."
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo."
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora."
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE EL SÍNODO 2021-2023 “Por una Iglesia sinodal”
(hombre, casada, 3 hijas, pertenece a comunidad y movimiento seglar)
El domingo pasado fue mi cumpleaños. Tengo la suerte de tener amigos en muchos países del mundo, así que recibí felicitaciones, buenos deseos y bendiciones de muchas procedencias, tanto por Facebook como por Instagram y WhatsApp. Algunas fueron simplemente aceptar una sugerencia de felicitación de la red, otras eran cariñosos mensajes personalizados. Esa noche me llevó un buen rato dar las gracias a cada uno.
Esto de las redes sociales te permite estar en contacto con familiares y amigos, mantener los lazos en la distancia, compartir la vida, aunque sea de manera virtual. Pero tiene el riesgo de la superficialidad.
El evangelio habla del acontecimiento social más festivo que existe en cualquier cultura: una boda. Todo es alegría. Bueno, casi todo. Algo inesperado puede convertir la fiesta en una humillación. María sabe mirar más allá de lo superficial, tiene el oído fino, se percata del problema y se implica. No tiene medios, pero sabe quién los tiene…
En las redes puede pasar algo parecido. Debajo de la apariencia puede haber alguien con problemas. Si estoy atento y tengo suficiente sensibilidad, puedo detectar, debajo de la fiesta, alguna sombra, alguna necesidad inadvertida, algún sufrimiento callado.
La actitud de María me llama a estar atento y, sobre todo, a implicarme. Un mensaje personal, una videollamada. Y las palabras mágicas: ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Qué necesitas? Muchas veces, no tendremos la solución, pero el simple hecho de sentir que alguien está pendiente, que se preocupa de verdad, que te acompaña, es una buena medicina. Es el milagro del encuentro.
DESDE LA VIDA COTIDIANA
(matrimonio, seis hijos y siete nietos, él es monitor de Asamblea Paroquial)
Tras la contestación un tanto airada de Jesús hacia su madre, "mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora", hay un gran acto de confianza y fe en su hijo y también mucha humildad por su parte. A mí me pasa muy a menudo esta situación incómoda de contestaciones airadas por parte de mis hijos (son todos adultos) y me siento muy dolida pues voy con buena fe.
Aunque aún no había empezado a mostrar sus signos, ella le creyó capaz de hacer algo para ayudar a aquella gente en apuros.
No es normal en la vida cotidiana que una madre confíe de esa manera en un hijo, cuando todavía no ha dado señales de ser una eminencia.
Yo siempre he visto este milagro como algo innecesario, no lo he entendido como un bien imprescindible (el vino), pero Jesús quería mostrar (ayudado por la petición de su madre) el poder compartir con tantos amigos la alegría en un día especial.
Así, tras pensar en mi vida con los que me rodean, muchas veces intento hacer el milagro de convertir la tristeza en alegría para compartirla con los demás.
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(hombre, casado, pertenece a movimiento cristiano)
Señor Jesús, estamos a muchas cosas:
parecemos pulpos estresados
en los que la religiosidad es algo más dentro de sus atareadas vidas.
Vivimos no sólo fragmentados,
sino que muchas veces, despedazados:
cabeza, corazón y manos
tienden a ir a su aire…
sentimos que nos están robando la atención,
la sensibilidad,
lo esencial de seres humanos.
Pero parecería que nos hemos acostumbrado
a que nos pase lo que nos pasa…
Parecería que nos hemos acostumbrado a aceptar
que vivir es estar casi a la carrera todo el día…
pendientes de reclamos externos,
de los partes meteorológicos,
de las pantallas multitareas de nuestros artefactos tecnológicos…
Parecería que nos hemos acostumbrado a que vivir
sea ir tirando,
sea poner parches,
autojustificándonos,
sea aceptando que nuestros supuestos límites
nos definen y nos marcan límites inexpugnables.
Señor Jesús, parece que nos hemos acostumbrado
a que la Iglesia es una especie de refugio mágico,
fuera de los dinamismos de la humana humanidad,
donde por, mecanismos nada claros,
hemos tenido la suerte de cobijarnos,
recubiertos de ritos,
de doctrinas,
de lustrosas jerarquías
de lustrosos pectorales
en lustrosas fotos.
Señor Jesús, nos hemos acostumbrado a vivir
soportando la realidad,
soportando nuestra realidad
en una especie de zona de zona de inconfort soportable.
Señor Jesús: nos falta el vino,
nos falta el Espíritu,
nos faltas Tú,
tu vertebración,
tu cimentación,
tu tronco donde injertarnos…
la savia de tu audacia.
Señor Jesús,
a veces tenemos atisbos tuyos
en los destellos de verdad,
de bien,
de belleza,
de justicia que los mejores de la humanidad
siembran, palpitantes,
en su cuidar y fomentar
la humana humanidad sufriente que compartimos…
destellos en la vida de la Iglesia,
destellos en los sacramentos,
destellos en la lectura sosegada de la Palabra.
Señor Jesús,
estamos a muchas cosas…
y nos olvidamos de repartir vida,
de repartirnos para que todos tengan vida,
de alimentar y cooperar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad
en que todos tengan vida y vida en abundancia.
Nos olvidamos que nuestro camino es un camino de pasión,
de olvido de sí,
de mirada constante de misericordia.
Tantas veces nos sentimos verdaderos maestros en esquivar compromisos…
pero sabemos muy bien
que la ley del amor implica
confiar sin reservas,
ir más allá de los criterios razonables de supervivencia,
confiar en que todo al final,
acabará bien, muy bien, inconmensurablemente bien.
Sabemos muy bien que sin riesgo no hay amor,
ni oración,
ni Reino de Dios.
Ni posible fiesta de la vida
sin la audacia
de afrontar nuestra necesaria purificación
de todo lo que no ayuda a centrarnos en lo que realmente importa,
tu presencia,
tu reino,
tu justicia,
tu santidad.
Señor Jesús,
estamos aún poco arraigados en ti.
Señor Jesús,
somos aún poco audaces
en ti,
por ti,
para ti.
Señor Jesús.
Reconstrúyenos.
Libéranos.
Impúlsanos.
Oriéntanos.
Aliméntanos.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(hombre, 3 hijos, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)
Siempre me ha llamado la atención este pasaje del evangelio, sobre todo por la intervención de la Virgen María. Ella, arriesgándose a que su hijo le respondiera con esas contestaciones "raritas", se da cuenta de que, en una fiesta, les iba a faltar algo que fastidiaría todo aquello por lo que los novios y su familia habían trabajado, en su boda querían que todo saliera bien y que la gente disfrutara. Dios es grande y se vale de nosotros para intervenir, cuenta con nuestra sensibilidad, con nuestra humilde intervención, deja que le importunemos con nuestras peticiones, aunque no sean de vida o muerte, pero si están hechas desde el corazón, con la confianza que demostró María en el amor de Dios, Él nos escucha. Para ello, a mí me gusta llamarlo "estar en sintonía", vivir en Dios, tener esa tensión continua que nos permita estar abiertos a las necesidades de la gente que nos rodea, ese detalle, esa llamada por teléfono, ese cafelito compartido, ese whatsapp de ánimo al comienzo del día…
María, aún siendo una criatura como nosotros, es quien mejor y más perfectamente ha sabido decir sí a Dios, ha sabido, por su fe en la Palabra, ser Palabra vivida. Está tan vacía de sí misma, tan humilde y abierta a la Palabra que se convierte en eco de la voz de Dios. Pidámoselo a María, que nos dé un poco de su luz para que nuestro paso por la tierra haga a los demás un poco más felices, aunque lleguemos a exponernos al absurdo que a veces conlleva su Palabra. A quien cree en ella, le suceden hechos grandes y pequeños, pero siempre maravillosos. Al final, esos hechos llenan un libro que es nuestra historia de salvación.
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