PRIMER PASO: LECTIO
¿Qué dice el texto?
Lectura del santo evangelio según Mateo 28,16-20
Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
NOTAS BÍBLICAS
Es la misma lectura que la fiesta de la Ascensión del Señor en el ciclo A.
En el presente comentario solo hacemos referencia al motivo por el que la Iglesia ha escogido esta lectura para la fiesta de la Santísima Trinidad en el ciclo B.
Son pocos los textos bíblicos en los que se mencionen, a la vez, las tres personas de la Trinidad; y éste es uno de ellos. Es el final del evangelio según san Mateo. Se trata de un encuentro de los once apóstoles (a falta de Judas Iscariote) con el Resucitado, en un monte indeterminado de Galilea.
Jesucristo les dice unas breves palabras que en las que ordena a sus discípulos que realicen el proceso completo de evangelización de la Iglesia: anunciar el el Evangelio («id y haced discípulos»), incorporar a la Comunidad eclesial («bautizándolos») y catequizar («enseñándoles»).
El segundo momento, el bautismo, se ha de hacer en el nombre de las tres personas trinitarias: «En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Que el bautismo se haga en nombre de la Trinidad (en los Hechos de los Apóstoles se hacía en nombre de Jesús), implica una redacción tardía de este párrafo, al menos de la segunda mitad del siglo I.
Bautizar «en el nombre» significa que el bautizado pasa a ser pertenecer a las personas nombradas, queda consagrado a ellas, ya que en la Biblia el nombre representa a la persona. Es la única vez que sale esta expresión en el evangelio, con la que empezamos toda liturgia (santiguándonos).
SEGUNDO PASO: MEDITATIO
¿Qué nos dice el texto?
Distintos laicos hacen una breve sugerencia para la vida seglar. Cada uno contempla el Evangelio desde una dimensión de la vida laical.
DESDE EL ACOMPAÑAMIENTO Y CUIDADO A LOS HIJOS
(Hombre, separado, 4 hijos, pertenece Comunidad eclesial)
Si algo te hace entender la condición de padre es serlo, vivirlo y sentirlo. Si algo resulta un tesoro para los cristianos y nos da un sentido diferencial es sabernos y sentirnos hijos de Dios, y contar con Dios como Padre.
Si algo tiene claro un Padre es que sus hijos están llamados a hacer su propio camino.
Y si algo siente y tiene claro un padre, es que sus hijos cuentan con él siempre, para apoyar sus pasos, para socorrer sus caídas, como sitio donde descansar, como sitio al que ir o al que volver. Si algo tiene claro y siente un padre es que una parte de él viaja y vive en sus hijos y en los hechos de sus hijos.
Jesús muestra el camino de los cristianos. Jesús enseña y vive el camino del Padre y al Padre como camino. Jesús nos llama a sentir la compañía y la luz del Padre que siempre está, que nos acompaña. Jesús testimonia la confianza en el Padre que está y estará en y para nuestros pasos y más allá de ellos.
Jesús proclama la presencia del Padre en nuestras vidas como valentía y forma de amor frente al miedo. Dios como Padre, cada uno de nosotros en nuestra paternidad, somos amor incondicional para nuestros hijos y camino en su camino.
DESDE LA ENFERMEDAD
(Mujer, casada, dos hijos, pertenece Movimiento Laical)
“En el evangelio de este domingo, Jesús nos pide que salgamos al mundo a dar la Buena Noticia. Sin embargo, muchas veces nuestra enfermedad nos genera cansancio, pesadumbre, inseguridad,… Quién no se ha preguntado alguna vez: ‘¿Por qué a mí?’. Nos cuesta encontrar la forma de transmitir la alegría del Evangelio.
Otras veces, la enfermedad nos sirve de excusa para no entregarnos a la tarea evangelizadora. ‘No puedo asistir a este evento porque estoy cansada, porque no tengo fuerzas’, … Cada uno tenemos nuestros síntomas, que ¡ojo! Son reales, no nos los inventamos. Pero te invito a reflexionar, antes de decir que no, si no podrías entregarte un poquito más. Solo Dios y tú saben cuánto.
Siento a Jesús en mi vida cada día. Siento que me acompaña y que me da fuerzas. Me siento libre para priorizar el estilo de vida de Jesús, y participar en todas las actividades parroquiales que mis circunstancias me permiten. Ahora, más que antes de tener esta enfermedad, quiero estar disponible para mis hermanos, llevarles una sonrisa y hablarles de Dios con mi vida. Valoro más que nunca hacerle un favor a alguien. Podemos hacer ver a todos que nuestra carga es más ligera gracias a que Jesús está a nuestro lado, dándonos la mano y sosteniéndonos en las dificultades. Porque como Él mismo nos dice, estará con nosotros ‘todos los días, hasta el fin del mundo.’
TERCER PASO: ORATIO
¿Qué nos hace decir el texto?
(Hombre, casado, pertenece a Movimiento cristiano)
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
En el nombre del manantial, del peregrino y de la vivacidad.
En el nombre de la compasión, del humanitarismo y de la unificación.
En el nombre del que sale al encuentro, del que acoge entrañablemente, de la celebración incesante.
En el nombre de la existencia sin fin, de la solidaridad sin fin y de la comunión sin fin.
En el nombre de la presencia silenciosa, la presencia que enseña y de la presencia que susurra sabiduría.
En el nombre de quien siempre incluye, de quien siempre se acerca al diferente y del que ama la diversidad.
En el nombre de la libertad, la alegría y el juego.
En el nombre de la bondad, de la certeza y del encanto.
En el nombre de la inventiva, de la clarividencia y de la genialidad.
En el nombre del cimiento, de la lucidez y de la espera contra toda desesperanza.
En el nombre del que siempre cuida, del que siempre ama y del que siempre vitaliza.
En el nombre de la divinidad fascinante, de lo más humano de lo humano y del que siempre enamora.
En el nombre de lo uno, de lo tangible y de la multiplicidad.
En el nombre de lo realmente existente, de lo realmente humano y del devenir de lo que realmente importa.
En el nombre del agua, de la tierra y del viento.
En el nombre de la maternidad, de la bendición y de los vínculos gratificantes.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
CUARTO PASO: CONTEMPLATIO
¿Quién dice el texto?
(Autorizado por el autor, Fano en www.diocesismalaga.es)
ÚLTIMO PASO: ACTIO
¿A qué nos lleva el texto?
(Hombre, casado, un hijo, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)
Nunca un mandato estuvo tan claro: ID, HACED DISCÍPULOS MÍOS.
Y no, no mires para otro lado, ni lo leas como si fuese una «historia del pasado», o una metáfora de la misión de la Iglesia, o una frase bonita para ponerse en el estado de WhatsApp.
Está claro claret clarinete: TÚ ERES ENVIADO/A -si no, ¿para qué lees estas cosas?- a hacer discípulos de Jesús.
Ahora bien, nadie puede dar lo que no tiene. Por eso, antes de nada, pregúntate estos días… ¿Qué «grado de discipulado» vives? ¿Eres de los que va a por nota? ¿O de los que se conforma con un «aprobaillo raspao»?
Si fuera lo último, ocurre que, en esto de seguir al Señor, no vale conformarse con un «salir del paso». O eres, o no eres. Así que es bueno, que te pares e identifiques qué puedes/debes hacer para ser mejor discípulo/a…. Y llevarlo a la práctica, claro.
Después, la siguiente tarea es ya MISIÓN, MISIÓN, MISIÓN: ¿a quién vas a acercarte para hacer discípulo suyo? ¿Y cuál es el primer paso para conseguirlo? Porque lo de «hacer discípulo» no va acompañado de un «hoy, ahora, ya, ya, ya». Porque Dios sabe que los procesos de encuentro y seguimiento son lentos, irregulares… Son… eso: procesos.
Así que, sr/a discípulo/a: párate, disfruta de saberte en la senda que marca Jesús, y localiza algo que hacer para acompañar a otra persona -con nombre y apellidos- en su historia de conocimiento, admiración, respuesta y adhesión al Evangelio. Y tienes una semana por delante para ponerte manos a la obra.
Así que, ea. A la misión: ID.
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