Ochenta años de generosidad y valentía
Conocí a Pere Casaldàliga hace muchísimos años. Creo que hacía poco que le habían ordenado sacerdote. Vino un verano a casa de mis padres, el Noguer, de Viladrau (Monseny). Hay en la casa una capilla en la que una lápida de mármol recuerda que cuando San Antonio María Claret estuvo de párroco en Viladrau realizó un milagro apagando con su bendición un violento fuego que había prendido en el pajar del Noguer. Desde entonces la familia siempre tuvo buena relación con el Padre Claret primero y luego con los claretianos.
Aquel verano él y un compañero vinieron a buscar tranquilidad para escribir. Le veo delgado, silencioso, educado, sonriente, generoso, tímido, amable, andar sin hacer ruido por el enorme caserón. Estuvo en casa unas tres semanas. Luego sólo le he visto esporádicamente y nos hemos escrito, pero se estableció, desde entonces, una amistad que ha durado toda la vida.
Parecía -tan tímido- que no haría grandes cosas, pero un claretiano que vino después nos puso sobreaviso: “A Pere Casaldáliga si le dejáramos hundiría la Congregación. Lo da todo: los zapatos, la ropa, el jabón, todo”. El que así hablaba era el administrador del convento. Sus palabras nos confirmaron que aquel hombre tímido era de una generosidad desbordante. La generosidad que le ha llevado a la valentía toda su vida.
La distancia y los años no han hecho que olvidáramos aquel verano en Viladrau. Han acrecentado nuestra amistad, y ¡cómo no! nuestro gran cariño y admiración hacia él. Una gracia de Dios haberle conocido.
Directora de El Ciervo (Barcelona).
Con los Mártires, los Profetas y los Apóstoles
ABrasil llegó, cuenta él, “sin saber muy bien a dónde ni cómo, pero sintiendo que veníamos en misión. Yllegamos en pleno recrudecimiento de la dictadura militar y nos encontramos con una Iglesia de catacumbas con sus espléndidas minorías proféticas y la sangre corriendo”.
Pronto le salpicaría en su misión esa sangre que corría (1970). Ypronto le consagrarían obispo (1972). El memorable cardenal de Sâo Paulo, Paulo Evaristo Arns, supo bien lo que Pedro y su equipo misionero necesitarían, y se lo deseó en vísperas de su consagración episcopal: “Que el Espíritu Santo le dé la fuerza de los Mártires, la inspiración de los Profetas y la alegría de los que participan de la misión de los Apóstoles”.
Pedro aceptó ser obispo de Sâo Felix do Araguaia para ser más misionero en aquel mundo. Ycomenzó a ser misionero-obispo bajo amenazas de muerte por su fidelidad a la misión profética de vivir y anunciar testimonialmente el evangelio liberador de los excluidos y esclavizados por el inhumano sistema de vida y de poder vigentes “bajo la Ley suprema del revólver 38, y la muerte señoreando”.
La última vez que estuve con Pedro en Sâo Félix, en años más serenos (1992), mi mirada final fue para el desnudo ladrillo de la pared de su pequeña habitación de dos camas donde Pedro tiene su santuario de los mártires: recortes de fotos de monseñor Romero, de monseñor Angelelli, de los misioneros Rodolfo Lunkenbein, Joâo Bosco y Francisco Jentel (mártires conocidos suyos). Yla vieja estampa de los estudiantes claretianos mártires de Barbastro, acogidos por María en su Corazón. Al pie de los rostros, una cajita de plástico guarda un pedazo de tela de la casulla ensangrentada del arzobispo Romero, y un fragmento del cráneo de Ignacio Ellacuría.
Soy consciente de que al mirar ese santuario doméstico de los mártires en Sâo Félix do Araguaia veía el alma de toda la vida de Pedro Casaldáliga como ‘misionero claretiano’.
De pie, como los árboles
Lo contrario de la fe no es la duda, sino el miedo, dice. Y el miedo nunca ha podido con él. Tampoco la duda: jamás ha caído en la tentación de servir a dos señores. Más importante que mi vida son mis causas, insiste. Y sus causas son las del Pueblo que lo ha acogido. Los suyos, su gente, ha sido siempre la que nada puede, la que no cuenta; la que muere -matada, tantas veces-antes de tiempo. Nunca les ha fallado este obispo descalzo y sin mitra que siempre ha antepuesto la fidelidad a los pobres (al Evangelio) a otras fidelidades con menos sobresaltos. Como Jesús, ha sufrido la calumnia y el maltrato de los poderosos, y también las iras del Templo. Pero ahí sigue, de pie, como los árboles. Este hombre bueno, cuyos ojos de poeta nunca han logrado inmunizarse ante la visión del dolor ajeno, cumple ahora ochenta años. Ytiene, como un día soñara, el corazón lleno de nombres.
Felicidades.
Oficina del Defensor de los Jóvenes (Asturias).
El mundo necesita pastores así
Monseñor Pedro Casaldáliga llegó a Sâo Félix do Araguaia, en Brasil, en julio de 1968. Por tanto, ha vivido cuarenta años de español y cuarenta de brasilero. Mas tengo la certeza de que Monseñor Pedro es totalmente brasilero: ¡que me perdonen los españoles! Personalmente, siempre me han fascinado sus escritos poéticos y su testimonio de vida, sobretodo en los momentos de riesgo y la coherencia que se ve entre lo que escribe, habla y practica como religioso claretiano y como Buen Pastor de su pueblo. Estoy hablando de uno de los símbolos de la Teología de la Liberación, de la lucha en la defensa de los derechos humanos, de la justicia social y de la reforma agraria en Brasil, en toda América Latina, en el Caribe y en muchos otros países. ¡Dios le conceda salud y larga vida! Brasil, la Iglesia, el mundo, precisan de pastores como Casaldáliga: sencillo, libre, verdadero, pobre, audaz y defensor de la vida y de la dignidad del pueblo empobrecido y oprimido. Monseñor Casaldáliga es un verdadero profeta de nuestro tiempo, una presencia de esperanza y un señalador del camino que lleva a una sociedad solidaria. Apóstol, misionero, discípulo de Jesús, anuncia los valores del derecho a una vida digna, iluminándolos siempre con la Palabra de Dios y denunciando todas las injusticias que oprimen al pueblo que sufre. ¡Bendito el Pueblo y bendita la Iglesia que tienen a Monseñor Casaldáliga como su Pastor! Felicidades, Monseñor Casaldáliga, por sus ochenta años de vida, vivida intensa e incondicionalmente por el Reino del Dios de la vida para todos y todas, de modo especial para las personas más empobrecidas y excluidas de esta sociedad nuestra que continúa siendo excluyente.
Ex-presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (Brasil).
Punto de referencia de religiosos y religiosas
Muchos religiosos nos sentimos identificados con la expresión acuñada en el Congreso Internacional de la Vida Consagrada, celebrado en Roma el año 2004, que definía la vida Consagrada como la expresión de una pasión por Cristo y por la humanidad.
Creo que en el testimonio de Pedro encontramos una manifestación concreta de esta consagración que nos transforma en personas apasionadas por el Reino: por Jesús que lo anuncia, lo encarna y nos convoca a participar en él y a anunciarlo, y por las personas que son llamadas a vivir en él la experiencia del amor del Padre y de la fraternidad de unos con otros.
Con su palabra y sobre todo con su testimonio, Pedro nos ha ido recordando esta realidad y alertando sabiamente sobre los peligros a los que estamos constantemente sometidos, tanto por la persecución por parte de aquellos que se oponen al Reino como por la tentación de acomodarnos a un estilo de vida y pensamiento que es contrario a sus valores.
Es un momento para dar gracias a Pedro por su fidelidad a la llamada de Dios. Él le dio esa vocación misionera que nutrió en la comunidad claretiana y le preparó para compartir la vida con el pueblo del Mato Grosso brasileño y con tantos pueblos y personas que viven realidades de exclusión acompañándolos a hacer la experiencia de sentirse respetados y amados y capacitándolos para la lucha por un mundo más humano y, por ello, más fiel al proyecto de Dios.
Como profeta ha sabido denunciar y anunciar, abriendo el corazón de muchos a la esperanza. No cabe duda de que ha sido punto de referencia para muchos religiosos y religiosas en todo el mundo.
Pedro es Hijo del Corazón de María, como miembro de la congregación fundada por san Antonio María Claret. La cordialidad que marca la espiritualidad cordimariana ha tomado cuerpo y palabra en la vida de nuestro hermano.
¡Gracias, Pedro!
Superior general de los Misioneros Claretianos.
Militante de esperanza
Hablar de Pere Casaldáliga es hablar de evangelio encarnado, de entrega, de servicio…; de un hombre respetado, querido y admirado por todos, especialmente por los que tienen el honor de compartir la vida con él en las tierras del Mato Grosso. Yo lo definiría como un rebelde fiel, un cristiano que cree y vive el evangelio, que ha entendido y vivido su servicio de Obispo de Sâo Félix do Araguaia como una doble responsabilidad: anunciar el evangelio y ser voz de los sin voz, de los pobres, porque ellos son la opción del mismo Dios, del Dios de Jesús. Ha luchado contra el latifundio, la destrucción del medio ambiente y, sobre todo, contra de la discriminación de los derechos humanos, pero sobre todo, ha escuchado a los pobres y ha entendido que recibiendo se aprende.
Pere Casaldáliga es también un militante de esperanza. Como él mismo ha dicho, en algún momento ha tenido ganas de sentir desánimo, pero no se ha permitido este supuesto ‘derecho’ y ha seguido luchando desde el convencimiento de que es posible hacer algo por mejorar nuestro mundo, el mundo que nos ha tocado vivir. Ha relativizado la dificultad y ha seguido profundizando en lo que para él es esencial: el proyecto de mundo que Dios quiere. Toda persona debe dedicar su vida desde lo que puede hacer, y todos podemos. Su deseo de “humanizar la humanidad” se hace realidad en gestos concretos. Pere confirma con su vida y su palabra que es posible hacer algo concreto: cambiar nuestro corazón y nuestra conciencia, ser honestos. Para él es clave la participación: participar en entidades, en asociaciones, en ong’s que luchen por la justicia, por los derechos humanos. Caminar comunitariamente, no en solitario.
Termino con palabras suyas: “Debemos ser orejas, ojos, boca… ser canal de comunicación de vida, de esperanza”.
STJ. Presidenta de la Unió de Religiosos y Religiosas de Cataluña
Pedro Casaldáliga: ¡Gracias!
Ya son 80… ¿quién lo diría? Carente de tu arte poético sólo me cabe citar las palabras de otro trovador, Silvio Rodríguez: el tiempo pasa, sí, la vida no. Aunque primero supe de ti por tu vida profética, con el tiempo me solacé, no sin cierta envidia, en tu don poético. Eres poeta-profeta a semejanza de aquellos del Antiguo Testamento. Palabras duras porque así es la realidad que encarnan, pero suavemente cinceladas, llegando al corazón; más atrae a las moscas una gota de miel que un barril de vinagre -que diría Antonio Claret, tras cuyos pasos empezaste tu aventura misionera. Me llegaste con tu palabra sopesada allí donde sólo cabe la entrega desmedida. Esa María de Jesús esbozada en niña del sí y ese lamento tan ensordecedoramente hiriente, voz de mis hermanos del Mato Grosso, clamor elemental que habla de Um Deus Diferente.
Si algún día te sigo en tus pasos de obispo-siervo en la tierra que ahora siento mía, solamente pediría un regalo; ni báculo, ni mitra ni anillo, tan sólo un poco de fe sencilla en el Dios de Jesucristo, algunas palabras de esperanza sabias y un mucho de amor sincero a su pueblo.
Gracias Pedro.
Luz y sal, horizonte, camino
Tener fe de guerrillero y amor de revolución, en constante peregrinación hacia Él desconcertante, apasionante, lúcida y oscura-, siempre hacia Él. Perdido y encontrado. Allí, donde la gente respira el humo del dinero, el conformismo y la vanidad. Aquí, en esta tierra roja y negra como el ébano, donde emana vida pura, sin remiendos, llena de júbilo, sufrimiento y humanidad. Pere, Pedro, tú también en medio, con tu lucha, tu poesía, tu ejemplo y fraternidad. No te ruborices, pero eres luz y sal, horizonte, camino, garza blanca, un árbol que en pie siempre estará. Poeta, cercano amigo, sacerdote, pastor que con tu pueblo vas. Eres sobre todo esperanza, de lo que está por llegar y llegado está, de un mundo sin fronteras, sin hambre ni maldad; de una iglesia viva, despojada de curias, fajines y pomposidad, radical con los crucificados, que sangra solidaridad. Pere, prega per nosaltres, por aquellos que, a trompicones, trabajamos para un Reino de justicia y paz, cercano y lejano, falto de manos, sudores y sonrisas como las que tú desde tu Araguaia nos das.
Departamento de Paz y Conflictos de la Universidad de Freetown (Sierra Leona)