La cultura actual es un canto contra la duración, el largo plazo, la fidelidad. Elogia constantemente la bondad de los cambios. Ha logrado hacernos creer que lo nuevo, por el hecho de serlo, es mejor y más verdadero. Por el contrario, la persona es juzgada y valorado por la edad; los mayores, por el hecho de serlo, son situados en lo más bajo de la escala de valores. Los jóvenes, por el hecho de serlo, ya tienen el prejuicio favorable; se da por supuesto que son valiosos y capaces y actualizados. La cultura de la imagen en que vivimos tiene como resultado, en esta línea, una especie de efebolatría. Se organiza la vida de espaldas a la muerte, que aparece como una maldición. Y, en contrapartida, una evidente gerontofobia. La “tercera edad” es irrelevante en la vida pública.
En este contexto, la fidelidad se está convirtiendo en contracultural. Pero, aun con ese prejuicio en contra, hay también dinamismos y personas que son como los centinelas del encanto y de la belleza de la fidelidad. Es cierto que en el pasado ha habido formas de fidelidad presbiteral y fidelidad conyugal que han sido fruto de la inercia social. Ha sido fidelidad más institucional que personal. Habrá habido muchos casos en los cuales la aparente fidelidad escondía infidelidades.
Pero la fuerza cultural de la situación que vivimos no nos puede hacer olvidar la realidad de las formas tradicionales de fidelidad:
- Un choque de mano era y sigue siendo garantía de fidelidad a la palabra dado, incluso con consecuencias negativas.
- Los acuerdos son para cumplirlos. La ética de la justicia se hace efectiva en el cumplimiento de los términos acordados.
- Los contratos son para cumplirlos, generan deberes y compromisos de futuro
- Desde la óptica del maketing la fidelización es un gran objetivo; tener una clientela fija; cuidarla y mantenerla es parte del éxito comercial.
- La vinculación a los clubes de deporte suele ser otra expresión de alta y fuerte fidelidad que se mantiene a pesar de los fracasos y decepciones.
- La cadena de las generaciones humanas de la vida hacia los abuelos y los hijos es también ha sido también y continúa siendo un espacio de fidelidad significativa.
- Hay palabras sagradas en nuestras vidas: las palabras de un testamento, una palabra que nos ha dicho una persona al borde la muerte.
- Palabra de promesa dada en la presencia de Dios que se ha mantenido en situaciones de oposición, persecución y martirio.
- Palabra de fidelidad dada al cónyuge en presencia de la comunidad de la Iglesia y ratificada en la salud y en la enfermedad, en los momentos mágicos y en medio de las carencias y las penurias.
- Historias heroicas de fidelidad en situaciones de separación física forzada por motivos laborales, por motivos de enfermedad
En el trasfondo de esta y otras formas de fidelidad interpersonal está la fidelidad del Dios de la alianza. Fidelidad incondicional al sueño de felicidad que tiene para todos los seres humanos. El misterio pascual de Jesucristo es la expresión más concentrada y dramática de del que es creador y resucitador. Por otro lado, está el anhelo del corazón humano que vive con intensidad el amor romántico. Te quiero y quiero vivir contigo para siempre. Ese sueño me hace feliz.