Fieles o felices

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Me cuentan que una mujer casada abandona a su marido y a sus hijos. Y da esta explicación: “quiero ser feliz”. Resulta sorprendente. ¿Quién no quiere ser feliz? Yo quiero ser feliz. Aspiro a ello. Es más, estoy convencido de que ese el sueño de Dios para nuestra vida personal y para la vida matrimonial.

La cuestión es: ¿cómo me planteo la felicidad? ¿En qué la hago consistir?

Ciertamente la sociedad y la cultura actual nos hacen sentir la urgencia de ser felices y vivir en plenitud. El tiempo de la vida es breve. La eternidad ha quedado fuera del horizonte vital. Urge vivir felices. Las posibilidades son muchas; no se pueden perder; las oportunidades no se pueden diferir. Si no eres feliz es porque no quieres.

La misma sociedad nos mete por los ojos que ser feliz es tener, es consumir, comprar, viajar, tener casa propia, conducir coches  caros. Nos convence de que la felicidad es individual; exige libertad entendida como independencia y desvinculación.

Hace años cuando los hijos adolescentes y jóvenes salían de casa a los padres se oía decir: “hijo,  pórtate bien”; ahora, en esa misma situación, a los padres les oyes decir: “hijo, disfruta, pásalo bien”. Y a la vuelta la pregunta es: “¿Qué tal lo habéis pasado?”. Entre los adultos cuando nos despedimos solemos decir: “cuídate”.

Seguramente que hay otros muchos factores; seguramente que una ideología de género bastante extendida conduce a ese tipo de justificación: quiero ser feliz; tengo derecho a ser feliz; y para eso tengo que dejar lo que me lo impide: mi  marido/mi mujer y mis hijos. Los abandono y me voy. ¡Viva la libertad! ¡Libertad para hacer lo que me de la gana!

Justificaciones como ésta, muestran  cómo se está viviendo la contraposición entre felicidad y fidelidad. Y parece que esa contraposición va formando parte de la cultura de mucha gente en nuestra sociedad. Una cultura individualista, anti conyugal; una cultura anti-natalidad. Parece que el principio de que “a la vida le gusta la vida” ha perdido vigencia; la diferencia de sexos como fuerza de atracción y relación se estaría desconfigurando.

Plantear la alternativa entre felicidad y fidelidad en la familia constituye una señal de alarma. Algo gordo está sucediendo. Algo grave.

Esto quiere decir, por contraste,  que la unidad de las tres efes ( fieles, felices, fecundos) es una gran buena noticia para nuestra sociedad.

 


Foto por Amber