Finaliza el encuentro Mundial de las Familias en Dublín

28 de agosto de 2018

“No puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos y educarlos. El fracaso de las autoridades eclesiásticas –obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros- al afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes ha suscitado justamente indignación y permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto esos sentimientos”. Estas fueron las palabras del Papa Francisco en su viaje al Encuentro Mundial de las Familias de Dublín, donde este pueblo esperaba afirmaciones del Pontífice en este sentido. Y es que Bergoglio afrontaba este viaje a Irlanda no solo para subrayar la importancia de la pastoral familiar, o para reforzar los valores que afirmen el cuidado de la vida y la familia. Otro punto fundamental, -sobre todo cuando acaba de conocerse el escándalo de abusos en Estados Unidos que la Iglesia encubrió de un modo muy similar a lo sucedido en Irlanda, cuando la comisión Ryan destapó 80 años de abusos-, fue clamar y pedir perdón, y reconocer que “tantas veces la Iglesia no ha brindado a los supervivientes compasión, justicia y verdad con acciones concretas”.

Y así lo hizo en varias ocasiones. En su primer discurso oficial mostró su “vergüenza” por la pederastia eclesial. En la misa central en Dublín, rezó una oración por las víctimas y contra los “crímenes” cometidos por la Iglesia, solicitando el perdón hasta en diez ocasiones consecutivas. Tampoco dejó pasar la oportunidad en el Santuario de Knock, (“Ninguno de nosotros puede dejar de conmoverse por las historias de los menores que han sufrido abusos, a quienes se les ha robado la inocencia; han sido alejados de sus madres, abandonados y se les ha dejado una cicatriz de recuerdos dolorosos”. “Esta herida abierta –ha proseguido– nos desafía a que estemos firmes y decididos en la búsqueda de la verdad y de la justicia. Imploro el perdón del Señor por estos pecados”).

Además, según lo previamente acordado, tuvo un encuentro con dos víctimas de aquellos orfanatos regentados por religiosas donde acogieron niños apartados de sus madres al nacer. “El Papa nos dijo en castellano que la corrupción en la Iglesia y el encubrimiento de los abusos son una caca”, señaló más tarde uno de los afectados.

Pese a todo, hubo voces que reclamaron más. Una de ellas fue Marie Collins, ponente invitadas, a quien el discurso le pareció «decepcionante» y “nada nuevo”. O al primer ministro irlandés, Leo Varadkar, que se refirió al escándalo de Pensilvania en su discurso –“es una historia muy familiar para Irlanda”- y pidió directamente más contundencia: “Las heridas siguen abiertas y hay mucho que hacer para traer justicia y verdad y curar a las víctimas. Santo Padre, le pido que use su posición e influencia para asegurar que se toman medidas en Irlanda y alrededor del mundo. Debemos asegurarnos de que se pasa de las palabras a la acción”.

Y por ello fue nuevamente preguntado en su viaje de vuelta en avión esta misma mañana. El Papa no esquivó la pregunta y de un modo claro, recomendó “denunciar”. “Hablar con el juez, hablar con el obispo, y si el párroco es bueno, hablar con el párroco. Esto es lo primero que puede hacer el pueblo de Dios”.
Más tarde, al plantearle por las conclusiones de su viaje a Dublín, y el estado de la fe en Irlanda, respondió: He encontrado mucha fe. Veo que el pueblo irlandés ha sufrido mucho por los escándalos, pero hay fe. Es fuerte”. Así pudo congratularse al ver cómo “se está en un proceso de reconstrucción, de curar el escándalo”.

Informe Viganò

Justo cuando el Pontífice se encontraba finalizando el Encuentro Mundial de las Familias, el arzobispo Carlo Maria Viganò, exnuncio en Washington D.C., ha escrito una carta en la que acusa al Papa Francisco de “cubrir” y silenciar los abusos del cardenal estadounidense Theodore McCarrick. A la vez, pide su dimisión por haber actuado tarde. En concreto, hasta que Bergoglio le sancionó el pasado mes de junio retirándole el capelo por estar envuelto en varios casos de abusos sexuales. “Solo tomó medidas cuando ha sido obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación”, ahonda el diplomático jubilado.
Se trata, por tanto, de una acusación sin precedentes a un Pontífice basada únicamente en acusaciones personales y que no aporta ninguna documentación o prueba de los hechos que relata.

Aún así, tuvo mucho eco y al momento pudo leerse en diversos medios católicos conservadores como el The National Catholic Register, LifeSiteNews o InfoVaticana. La carta no pierde ocasión de hacer sangre también contra Angelo Sodano y Tarcisio Bertone, además del actual arzobispo de Washington, Donald Wuerl; o del también cardenal Óscar A. Rodríguez Maradiaga.

Hoy, en la habitual rueda de prensa que Bergoglio suele ofrecer en el avión camino de vuelta a Roma, declaró al respecto: “He leído esta mañana ese comunicado. Lo he leído y le diré sinceramente a usted y a todos los que están interesados: lean atentamente el comunicado y hagan su propio juicio”. Y añadió: “No diré una palabra sobre esto, creo que el comunicado habla por sí mismo y ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para sacar sus conclusiones”.