Gritando dentro del silencio de Dios

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.Avasalla la belleza y realidad de la afirmación de H. Urs von Balthasar sobre la inmersión del orante en el Silencio Dios: 'Una vez que el hombre entra en lo más íntimo de la afonía (1) divina, el silencio -que domina los conceptos sin palabra-, llega a ser el lenguaje verdadero'(2).

Lo que el silencio respeta y resalta, al ir construyéndose una nueva presencia, es la fe, la esperanza y el amor. Respeta, purifica y ahonda lo humano; lo más característico del hombre: el estar despierto, presente, receptivo; y la corporalidad, lo que le permite a Cristo Jesús, como reproducir habitar corpomlmente (Col 2,9) en el orante.

En el diálogo silencioso, el orante ofrece una presencia humana, teologal, sutil, delicada, lejos de cualquier mirada profana porque ha entrado en el santuario y dejado de ser profano, superficial aunque mantiene la superficie como lugar de manifestación y no como lugar para habitar; vive desde dentro, toda la realidad de fuera. Esta posibilidad nace cuando el orante se encuentra sin recursos pedagógicos, des apropiado, sumergido en la advertencia amorosa en fe (3).

La oración es un encuentro entre Dios y el hombre. No puede definirse solamente como un don de Dios. Tiene que definirse también por la forma en que el hombre se abre, libremente, des condicionadamente, des apropiadamente al don de Dios.
Por parte de Dios la oración es el clamor esencial e infinitamente silencioso con que el Hijo 'llama' a su Padre. Y ese grito y clamor, también se hace 'carne' y viene al mundo. La oración: grito esencial, nunca ensayado y siempre perfecto cuando nace de la sinceridad despojada y del amor que busca al amado: ¡'Abba', Padre'! En él que se vuelca toda la potencia de Jesús; toda su razón de ser. Y nos deja gritar con Él, dentro de El, y con su misma Fuerza. Y ese grito es nuestra razón de ser'.

Modos de definir la oración:

1. Una conciencia 'pobre', abierta al amor.
2.Una conciencia abandonada en la oscuridad de la fe
3. Advertir a Dios con amor (Juan de la Cruz)

Es particularmente bella de forma, la 'postura' orante de Ana, madre de Samuel. Cuando Eli, sacerdote, pregunta a Ana qué está haciendo musitando palabras, contesta: 'derramando mí alma ante Dios' (1 Sam 1,15).
 


(1) 'A-fonía' – sin voz. Santa Teresa dice que Dios 'habla' sin mido de palabras. Juan de la Cruz1 dice que el Verbo de Dios, es 'Verbum silens': 'Palabra silenciosa'.
(2) H. Urs von Balthasar, La liturgie cosmique, Máxime le Confesseur París, Aubier 1947 p. 55s
(3) San Juan de la Cruz, 2S 14, 2.

Nicolás Caballero

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Foto por Diego Martin™