III Miércoles de Cuaresma
(Dt 4, 1. 5-9; Sal 147; Mt 5, 17-19)
Hacer memoria
Una de las claves para un buen discernimiento es recordar la propia historia, no solo los datos personales, sino los acontecimientos registrados en el interior como experiencias de gracia. Así, si se presenta una situación adversa, o un tanto dispersa, el recuerdo de lo que Dios ha hecho a lo largo de nuestra vida despierta, normalmente, el afecto hacia Él y el deseo de corresponderle.
El Libro Sagrado nos presenta la llamada que tiene el pueblo de Dios a no olvidar la acción providente del Señor, sino a grabar en su corazón y transmitir a la generación siguiente, como gesto agradecido, lo que Él ha hecho a través de los acontecimientos. “Cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos” (Dt 4, 8-9).
Al hacer memoria, no solo se debe recordar lo acontecido, sino también aquello a lo que uno se ha sentido llamado, y que ha comprendido que llevarlo a término era voluntad de Dios. Si una moción particular puede mover al compromiso, cuánto más debería ser norma de vida lo que sabemos que ha sido revelado por Dios en su Palabra. Además, la sentencia de Jesús es contundente: “Antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley” (Mt 5, 18).
La invitación del salmo –“Glorifica al Señor, Jerusalén- (Sal 147), se lleva a cabo no solo por poner en los labios la alabanza, sino por vivir tal y como Dios nos ha revelado en sus mandamientos. Así se da gloria a Dios.
Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa trae a su memoria, a la hora de escribir el libro de Vida, hechos que le produjeron gran conmoción, y que al recordarlos le avivan los mejores deseos. “Y antes que comenzase a ofender a Dios, parece tenía alguna razón; porque yo he lástima cuando me acuerdo las buenas inclinaciones que el Señor me había dado y cuán mal me supe aprovechar de ellas” (Vida 1, 3).
Una fecha que se graba en el corazón es el día de la boda, de la ordenación, o el de la profesión religiosa; en alguna persona se ha quedado de manera imborrable el día de la primera comunión. La santa evoca de manera muy viva el día de su profesión religiosa: “¡Oh sumo Bien y descanso mío!, las mercedes que me habíais hecho hasta aquí, de traerme por tantos rodeos vuestra piedad y grandeza a estado tan seguro y a casa adonde había muchas siervas de Dios, de quien yo pudiera tomar, para ir creciendo en su servicio. No sé cómo he de pasar de aquí, cuando me acuerdo la manera de mi profesión y la gran determinación y contento con que la hice y el desposorio que hice con Vos” (Vida 4, 3).
¿Qué fecha de tu historia te trae un recuerdo positivo, que te anime a reavivar tu forma de vida?