Cuando alguien acuna en su corazón y en sus brazos
bellos sentimientos para todos,
alimenta sanas intenciones,
entonces es posible el Adviento,
Cuando alguien confía e infunde confianza>y cree que merece la pena
entregarse, arriesgarse a amar, a pesar de todo,
entonces es posible el Adviento,
Cuando alguien vive en estado permanente
de buena esperanza en un mundo desesperanzado,
apuesta por un futuro mejor para todos
y se empeña en darlo a luz
entonces es posible el Adviento.
Cuando alguien está disponible
para que el Espíritu le fecunde
y decididamente se ofrece a implicarse,
a participar, a contribuir desinteresadamente
a intervenir activamente,
dócilmente llevado de la mano
por la urgencia del Espíritu,
entonces es posible el Adviento.
Cuando alguien se decide
a pronunciar el "cúmplase en mí",
y consecuentemente presta su carne a la Palabra
para que sea, la alimenta, la viste
y la pone a andar y sigue tras ella,
entonces es posible el Adviento.
Cuando alguien recupera como adulto
lo mejor de su infancia olvidada,
sabiendo que ya no es inocente,que ya no puede eludir,
que ya no puede desentenderse,
que ya no puede evitar
darse cuenta y comprometerse,
entonces es posible el Adviento.
Cuando alguien se hace la gran pregunta
por el sentido, el sentido último de todo,
de sí mismo y de su existencia;
se interroga por lo único absolutamente necesario;
se lo plantea hasta sus últimos consecuencias,
dispuesto a poner toda la carne en el asador,
porque en la respuesta se juega el objetivo
y el contenido total de su vida,
entonces es posible el Adviento.
Cuando alguien apuesta a fondo perdido o ganado
todo lo que es y lo que tiene,
decide resueltamente lo que quiere hacer con su vida,
coge el toro por los cuernos
y se juega responsablemente el todo por el todo,
entonces es posible el Adviento.