Kabir, un místico hindú del siglo XV, escribe:
Lo que tú llamas ‘salvación’ pertenece al tiempo anterior a la muerte.
Si no rompes tus amarras mientras estás vivo,
¿crees
que los espíritus lo harán después? …
Lo que se encuentra ahora se encuentra entonces.
Si ahora no encuentras nada,
simplemente acabarás con un apartamento en la Ciudad de la Muerte.
Si ahora haces el amor con lo divino, en la siguiente muerte tendrás
el rostro del deseo satisfecho.
Hacer el amor con lo divino. Sospecho que la mayoría de nosotros se imaginará eso como una intimidad cálida, privatizada y afectiva, como nos imaginamos el amor romántico, exceptuando que aquí el otro compañero es Dios. Por cierto, la literatura mística cristiana abunda en imágenes de este estilo, como también el Evangelio de Juan. No hay nada censurable en eso, excepto que tal concepción está superidealizada y superprivatizada. Hacer el amor con lo divino, si debemos creer a Jesús, es algo más evaluable y más común que nuestra imagen afectiva de la intimidad.
¿Cómo hacemos el amor con lo divino en esta vida? Yo siempre he enseñado que hay cuatro principios no negociables para el discipulado cristiano: la fidelidad moral en nuestras vidas privadas, un compromiso con la justicia social, cierta implicación en la comunidad cristiana y un corazón tierno y bondadoso. Hacemos el amor con lo divino al vivir estos valores en nuestras vidas.
Para hacer esto más evaluable, permitidme sugerir que hacer el amor con lo divino en esta vida exige de nosotros diez cosas.
- Fidelidad moral en nuestras vidas privadas
La Escritura nos dice que los que aman a Dios cumplen sus mandamientos, y aquellos que dicen que lo aman pero no cumplen sus mandamientos son unos mentirosos. Además, nos dice que estamos dentro de un cuerpo en el que incluso nuestras acciones más privadas afectan a todos los demás. Hacemos el amor con lo divino al no tener secretos oscuros ni escondidos.
- Esfuerzo para vivir nuestras vidas en comunidad
Somos llamados a vivir nuestras vidas y venir a Dios dentro de una comunidad. No podemos hacer el amor con Dios solo. Es siempre Dios, los demás y nosotros. Cuando nos hallemos delante de Dios en el juicio, como sugiere Charles Peguy, se nos preguntará: “¿Dónde están los demás”? Hacer el amor con lo divino significa ser espirituales y religiosos.
- Corazón tierno que irradie gratitud y perdón
Como el hermano mayor del hijo pródigo, podemos hacer bien todas las cosas, pero con la energía equivocada. Hacemos el amor con Dios al aprovisionarnos de gratitud más bien que de amargura y al perdonar a otros (y a Dios) la injusticia de la vida y todas las cosas que nos han herido.
- Acercamiento proactivo a los pobres y compromiso perenne por la justicia en el mundo
No podemos hacer el amor con Dios en una intimidad que no cuente con los pobres y los abatidos. Igualmente, no podemos hacer el amor con Dios cuando quedamos indiferentes ante la injusticia. Como Jesús deja claro, una relación personal y privada con Dios nunca compensa la indiferencia hacia los pobres y hacia la injusticia.
- Vida vivida en verdad que rehúye mentir, sin importar lo inconveniente que sea
Hacer el amor con lo divino es vivir en la verdad. Satanás es el príncipe de la mentira. La cosa más peligrosa que podemos hacer espiritualmente es negarnos a confesar lo que es verdad, y la manera más importante como hacemos el amor con Dios es no mentir nunca.
- Infantilidad que nunca cae en la ilusión de la autosuficiencia
La vida nunca puede ser dada por supuesta, sino sólo como concedida. Hacemos el amor con lo divino al no vivir nunca la ilusión de la autosuficiencia, al reconocer siempre que la vida es don y que somos dependientes e interdependientes con los demás y con Dios.
- Esfuerzo perenne para amar a los que nos odian, para no responder del mismo modo
Hacemos el amor con lo divino siempre que amamos a los que nos odian, bendecimos a los que nos maldicen y perdonamos a los que nos hacen daño. Esta es su verdadera esencia.
- Corazón abierto a todos
La mesa del banquete eternal de Dios está abierta a todos los que quieren sentarse con todos. Como Dios ama a todos y cada uno, hacemos el amor con lo divino al compartir el abrazo universal de Dios.
- Apertura habitual para dejar que la energía de Dios florezca en nuestras vidas.
Hacemos el amor con lo divino al permitir que la energía de Dios florezca a través de nuestras vidas, a saber, cuando permitimos a la energía divina que hay dentro de nosotros ser gozosa y generativa para irradiar vida a pesar de las cartas que nos repartan.
- Buena estado de ánimo para esperar, vivir con paciencia
Hacemos el amor con lo divino siempre que aceptamos vivir con paciencia, esperar que la vida y el amor se desplieguen de acuerdo con sus propios dictados internos. Hacemos el amor con lo divino siempre que llevamos de manera sana la tensión de la castidad, no sólo en el área de la sexualidad, sino también en el área de la vida.
El profeta Miqueas propone todo esto sucintamente: obra con justicia, ama con ternura y camina con humildad.