0.- Ambientación
El lugar de la celebración puede ser doméstico. Se reúne el grupo en torno a una imagen de María. Ante ella: una vela encendida sobre una cartulina con la palabra "LIBERTAD" y otra vela apagada sobre otra cartulina con la palabra "ESCLAVITUD". Puede haber una música de fondo que ambiente. La celebración comienza con unos momentos de silencio, recogimiento y quietud.
1.- Introducción
(Monitor) Nos centramos en las palabras de María al ángel cuando se autodefine como "esclava del Señor". La palabra "esclavo" es hoy sinónimo de maldición. Trae a la memoria, infinidad de abusos e injusticias. Y en femenino se duplica su maldad, porque nos remite a la triste e interminable historia de tantas mujeres víctimas de maltratos, acosos, servidumbres y vejaciones. Que María se autodefina como la "esclava del Señor" puede sonarnos a actitud regresiva e inhumana… ¿O aludirá a otra cosa?
2.- Lectura del texto evangélico
(Monitor) Tomemos la Biblia y hagamos unos instantes de silencio. Después se proclama Le 1, 34-38:
3.- Comentario
(Monitor) María se mostró como la "esclava del Señor". Jamás como la "esclava de José". Lo hace después de saber que para Dios nada hay imposible. Su autodescripción adquiere así una hondura admirable. Entendió perfectamente la relación diferente que el ser humano debe cruzar con Dios y con los demás. Hacia Dios, que todo lo sabe y puede, no cabe sino la actitud de la obediencia amorosa. Esta nace de la confianza y del abandono en sus blancas manos. Incluso cuando las cosas no se ven claras y surgen dificultades. Las dudas y problemas son los cirujanos de Dios. Purifican y depuran nuestros deseos egocéntricos e interesados. Y nos dan la libertad de amarle por amor limpio y no por amor propio. María fue libre porque se hizo esclava del Señor.
4- Compartir situaciones de vida
(Monitor) ¿Somos libres o somos esclavos? ¿Soy vela encendida o apagada? ¿Quién determina nuestras decisiones personales?: ¿El miedo?… ¿La prepotencia de los fuertes de este mundo?… ¿Las malas costumbres?… ¿Acaso un pecado que me encadena?… ¿El qué dirán?… ¿Tiene Dios una palabra que decirnos en nuestras decisiones más importantes? Hoy todos exigimos libertad; y con frecuencia la confundimos con capricho o independencia. ¿Sabríamos distinguirlos de verdad? ¿Cuáles serían las señales que muestran una auténtica libertad? ¿Qué nos dice María sobre la libertad verdadera? ¿Cómo alcanzarla?
Os invito a que en voz alta completéis estas dos frases: La primera: "SOY ESCLAVO CUANDO…" (se deja un espacio para intervenciones espontáneas)… La segunda: "SOY LIBRE CUANDO…" (asimismo de abre un segundo turno de intervenciones). Pasado un tiempo adecuado se pasa a la plegaria.
5- Plegaria
Teniendo en cuenta nuestra conversación, oramos a Dios unidos a María la mujer libre, la esclava del Señor.
- Señor, Tú viniste para hacernos libres ante Dios; sin embargo nosotros dudamos, te tenemos miedo y huimos de ti y de tus palabras. Danos el espíritu de libertad de María que supo escuchar las palabras del ángel y entender que contigo todo es posible. Haznos libres como lo fue María,
- Señor, Tú rompiste las cadenas del pecado. Danos la libertad para rechazar lo que nos perjudica, mal, lo que daña a los demás, lo que destruye nuestra convivencia y nuestra fe. Danos el espíritu de libertad de Ma-ría que entendió que hay que fiarse de Ti, antes que de sí misma. Haznos libres como lo fue María.
- Señor, Tú quieres que seamos hombres y mujeres libres; sin embargo se dan entre nosotros muchas es-,, clavitudes: drogas, vicios, adiccíones venenosas, costumbres perversas, dependencia de los estados de ánimo,… Danos el espíritu de libertad de María que supo anteponer tus gustos -tus planes- a sus preferencias humanas -matrimonio, familia, bienes, deseos,..-. Haznos libres como lo fue María.
- Señor, Tú no nos ha creado como máquinas-robots sino como hijos-hermanos libres; sin embargo, no sabemos respetar a los que son distintos, a los que no piensan como nosotros, a los que fallan, a los que nos contradicen, Danos el espíritu de libertad de María para que estemos siempre abiertos a la verdad y para que, como Ella, sepamos dar vueltas en el corazón aquello que no entendemos. Haznos libres como lo fue María.
6.- Oración final (Todos)
tú fuiste una mujer libre porque dijiste siempre "sí" al Señor.
Míranos a nosotros que vivimos esclavizados
por tantos malos amos que nos impiden
confiar en Dios y amar de corazón a los hermanos.
Enséñanos, como sabia maestra de la fe que eres,
a buscar siempre los gustos de Jesucristo
y las sabias recomendaciones del evangelio.
Ayúdanos con tu protección de madre
a no ceder a nuestros caprichos e individualismos,
en especial a aquellos que justificamos y defendemos.
Y permítenos unirnos a tu oración
que nos alcanza el Espíritu de la verdadera libertad.
Te lo pedimos con confianza
porque te conocemos y te queremos mucho. Gracias, Madre.
–Nota: El texto propuesto sugiere alguna “ambientación posible» para la celebración: Un grupo, una mesa, una vela, una biblia, una familia…