Llevamos 23 años casados y tenemos tres hijos, y hasta nuestra llegada a "Encuentro Matrimonial" pensábamos que la espiritualidad era una relación intima de cada persona con Dios, que de forma individual o junto a otros, pero cada uno por su cuenta, pretende establecer mediante la oración, la acción de gracias, la súplica o el arrepentimiento.
Esta primera idea nuestra sobre la espiritualidad se mantiene, pero se completa y se concreta en nuestro ser y sentirnos matrimonio, personas en relación amorosa que vivimos una espiritualidad matrimonial en la que Dios se hace presente.
Nosotros vivimos nuestra espiritualidad matrimonial en nuestro diálogo diario cuando confiando plenamente en que cada uno es lo más importante para el otro, nos compartimos nuestros sentimientos de enfado, problemas, tristezas y alegrías; en la seguridad de sabernos escuchados y acogidos el uno por el otro. En nuestra relación sexual donde la ternura y la pasión es expresión del amor profundo, de entrega generosa y total para hacernos felices. También en nuestra oración conjunta, cuando como matrimonio hablamos con el Señor de lo que pensamos, sentimos y necesitamos, como sí fuera una conversación entre tres.
Otra forma de vivir nuestra espiritualidad matrimonial consiste en esos pequeños detalles que nos hacen felices, como son: un gesto, una caricia, una mirada de simpatía, una llamada telefónica, un piropo o una atención que sabemos que es muy agradable del otro.