María,
Maestra de la escucha,
Virgen de la pregunta humilde
(‘¿Cómo puede ser esto?’);
de la disponibilidad perfecta
(‘Aquí esta la sierva del Señor’);
del sí total y continuo
al querer de Dios, buscado y discernido
(‘Hágase en mí según tu palabra’).
Ayúdame a serenarme
para centrarme, como tú,
en Aquél que es ‘todo Palabra’
cuando yo lo escucho
y ‘todo oídos’ cuando yo le hablo.
Que mi corazón acoja
el mensaje de la Escritura
a fin de guardarlo,
meditarlo, hacerlo vida
y compartirlo con los hermanos.
Mujer del Espíritu,
siempre atenta, contemplativa y fiel,
acompáñame
en este encuentro con la Palabra;
preséntame
a Jesucristo, tu Hijo,
y enséñame
a decirte amén con la vida.