Existen incontables personas, basílicas, iglesias, santuarios, seminarios, conventos, ciudades y urbes que tienen por nombre San José. Mi país nativo, Canadá, lo tiene por patrón.
¿Quién es exactamente este José? Es esa figura callada de la que se hace mención en el relato de Navidad como el esposo de María y el padre adoptivo de Jesús; y después, básicamente, ya nunca se le vuelve a mencionar más. La idea piadosa que tenemos de él es la de un hombre anciano, leal protector de María, carpintero de profesión, casto, santo, humilde, callado, el perfecto patrón para los trabajadores manuales y la virtud anónima, la humildad encarnada.
¿Qué conocemos en realidad de él?
En el Evangelio de Mateo, el anuncio de la concepción de Jesús se encomienda a José más bien que a María: Antes de convivir juntos, resultó que María;a esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y contrario a infamarla, había decidido repudiarla en privado, cuando un ángel se le apareció en sueños y le dijo que no tuviera reparo en tomar a María como esposa suya, porque la criatura que llevaba en sí había sido concebida por obra del Espíritu Santo.
¿Qué tenemos en este texto?
En parte es simbólico. La figura de José que aparece en el relato de la Navidad nos trae claramente cierto recuerdo del José que aparece en el relato del Éxodo. Él también tiene un sueño; igualmente va a Egipto; asimismo salva a la familia. También el rey Herodes es claramente la copia del Faraón egipcio; ambos se sienten amenazados y ambos matan a los niños varones hebreos sólo con el fin de conseguir que Dios proteja la vida del que tiene por misión salvar al pueblo.
Pero después de ese importante simbolismo, el José del relato de la Navidad tiene su propia historia. Es presentado como un “hombre justo”, una designación que, en opinión de los eruditos, implica su conformidad con la voluntad de Dios, la regla suprema judía de santidad. En todos los aspectos era intachable, un verdadero paradigma de bondad, demostrada al rehusar exponer a María a la vergüenza, aun cuando decide repudiarla en privado.
¿Qué habría sucedido aquí históricamente?
En la medida que podemos reconstruirlo, el trasfondo de la relación entre José y María habría sido este: La costumbre de acceder al matrimonio en aquel tiempo era que una mujer joven, esencialmente a la edad de la pubertad, fuera ofrecida a un hombre, normalmente varios años mayor que ella, en un matrimonio acordado por los padres de ella. Serían prometidos, legalmente desposados, pero sin convivir aún juntos ni iniciar las relaciones sexuales durante varios años más. La ley judía era especialmente estricta en relación al mantenimiento célibe de la pareja mientras estaban en el periodo de los desposorios. Durante ese tiempo, la joven continuaría viviendo con sus padres, y el joven se emplearía en montar una casa y lograr un oficio para poder mantener a su esposa desde el momento en que empezaran a convivir juntos.
José y María estaban en esta etapa de su relación, legalmente casados pero aún sin convivir juntos cuando María quedó encinta. José, sabiendo que el niño no era suyo, se encontró con un problema. Si él no era el padre, ¿quién era en realidad? Con el fin de salvar su propia reputación, podía haber demandado una averiguación pública y -ciertamente- María hubiera sido acusada de adulterio, lo cual podría haber significado su muerte. Con todo, él decidió “repudiarla en privado”, esto es, evitar una averiguación pública que la dejaría en una situación difícil y vulnerable.
En tal caso, después de recibir en sueños una revelación, está de acuerdo en acogerla en casa como su esposa y poner nombre al niño como suyo propio, alegando así que él es el padre. Al hacer esto, libra a María de complicaciones, quizás incluso le salva la vida y proporciona un lugar material, social y religioso para que el niño nazca y crezca. Pero hace algo más que no es tan evidente. Demuestra cómo una persona puede ser un creyente comprometido, profundamente fiel a todo lo de su tradición religiosa, y aun así, al mismo tiempo, estar abierto a un misterio más allá de su comprensión humana y religiosa.
Y este fue exactamente el problema para muchos cristianos, incluso Mateo mismo, en el tiempo en que fueron escritos los Evangelios. Ellos eran judíos comprometidos que no sabían cómo integrar a Cristo en su entramado religioso. ¿Qué hacer cuando Dios irrumpe en la vida de uno de una manera nueva, previamente inimaginable? ¿Cómo tratar una concepción imposible? José es el paradigma. Como Raymond Brown expresa: “El héroe del relato de la infancia de Mateo es José, un judío muy sensible observante de la Ley. En José, el evangelista estaba retratando lo que él pensaba que un judío (un creyente verdadero y piadoso) debía ser y probablemente lo que era él mismo”.
En esencia, José nos enseña cómo vivir en amorosa fidelidad a cuanto nos unimos humana y religiosamente, aun cuando estemos abiertos a un misterio que nos transporte más allá de todas las categorías de nuestra práctica y pensamiento religioso. ¿No es ese uno de los auténticos desafíos de la Navidad?
Imagen de Robert Cheaib en Pixabay