Se acerca la celebración del Sínodo extraordinario de los obispos sobre “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. Tendrá lugar en el mes de octubre. Y está prevista una segunda parte para el año siguiente. Este hecho, por sí mismo, ya pone en la pista de la importancia del tema.
Se difundió un documento para la preparación, consistente en la recolección de datos sobre la situación del matrimonio y la familia en la Iglesia y en el mundo. El día 24 de junio se dio un paso más. Se presentó el llamado “Instrumentum Laboris”, es decir, el Documento de Trabajo que servirá de base de discusión a los participantes en el Sínodo. Se propone proclamar el evangelio de la familia. Concretando más, dice que quiere comunicar a todos los hombres la verdad del amor y de la familia. Reconoce que la familia es un recurso inagotable y una fuente de vida para la pastoral de la Iglesia. Se remite al mandato del Señor de anunciar la belleza del amor familiar.
El Documento de Trabajo está organizado en tres partes. La primera versa sobre “comunicar el evangelio de la familia hoy”. La segunda se titula: “la pastoral de la familia frente a los nuevos desafíos”. La tercera está dedicada a “la apertura a la vida y la responsabilidad educativa”. Cada una de estas partes consta de varios capítulos.
Tras exponer brevemente el evangelio de la familia, la mayor parte del Documento de Trabajo se dedica a analizar y a describir la variada problemática del matrimonio y la familia en la sociedad actual. Se tiene en cuanta la perspectiva de la Iglesia universal, de ahí que la serie de cuestiones y dificultades sea muy variada; y algunas sean de gran calado.
El enfoque del Documento corre el riesgo de prestar unilateralmente la atención a las dificultades y, en consecuencia, perder la perspectiva de los millones de matrimonios cristianos que viven su amor conyugal y familiar de una manera madura, que son un prodigio de relación de amor generoso, fiel y entregado. Esos matrimonios son una escuela de amor y de relación para toda la Iglesia. No son sólo destinatarios de la preocupación pastoral; son realización excelente de la naturaleza misma de la Iglesia. Y espejos del amor con mayúscula.