Existe una opinión popular que sugiere que puede ser útil comparar cada siglo de existencia de la Cristiandad con un año de vida. Eso le situaría a la Cristiandad con 21 años de edad, una joven de 21 años, lo bastante crecida para mostrar una madurez básica, pero aún lejos de ser un producto acabado. ¿Qué grado de perspicacia tiene esta opinión?
Esa es una pregunta compleja, porque la Cristiandad se expresa en comunidades de culto y en espiritualidades que varían grandemente de una parte a otra del mundo. Por ejemplo, sólo hablando de iglesias, es difícil hablar de la iglesia cristiana de una manera global: En África, en su mayor parte, las iglesias son jóvenes, llenas de vida joven y que estallan en crecimiento, con todas las fuerzas y problemas que vienen con ello. En Europa Oriental, las iglesias aún están emergiendo de los largos años de opresión bajo el comunismo, y ahora están luchando por encontrar un nuevo equilibrio y una nueva energía en una secularidad que siempre se intensifica. Las iglesias de Latino-América nos han dado la teología de la liberación por una razón. Allí las cuestiones de justicia social y aquellos que la vindican en nombre de Jesús y los que reaccionan en contra, han dado otra profunda calidad al modo como son vividas y entendidas la iglesia y la espiritualidad. En Asia, la situación es todavía más compleja. Uno podría hablar de cuatro expresiones eclesiales y correspondientes espiritualidades separadas en Asia: Asia budista, Asia hindú, Asia musulmana y Asia aparentemente post-cristiana. Las iglesias y las espiritualidades se expresan bastante diferentemente en estas diferentes partes de Asia. Finalmente, aún está Europa Occidental y Norteamérica, el llamado “Occidente”. Aquí -así parecería- la Cristiandad no irradia mucha juventud y vitalidad; más bien se muestra, desde casi todos los aspectos externos, aviejada, encanecida y cansada, un proyecto exhausto.
¿En qué grado es fiel esto como descripción de la Cristiandad en Europa Occidental, Norteamérica y otras partes del mundo altamente secularizadas? ¿Estamos nosotros, como las iglesias, viejos, cansados, encanecidos y exhaustos?
Esa es una opinión, pero el cuadro completo admite otras interpretaciones. Sigmund Freud y Karl Marx, junto con muchas figuras de la Ilustración, vieron la Cristiandad como un proyecto gastado, como una realidad agonizante, su defunción la inevitable muerte de la ingenuidad infantil. Pero Pierre Theilhard de Chardin, mirando la misma declaración, vio cosas totalmente contrarias. Para él, la Cristiandad está todavía “en pañales”, luchando aún por crecer en madurez, siendo aún un niño que está aprendiendo a andar; de aquí sus ocasionales traspiés. El escritor espiritual contemporáneo Tomas Halik, el reciente ganador del prestigioso “Templeton Award”, sugiere sin embargo otra imagen. Para Halik, la Cristiandad de Occidente está pasando por una “fatiga de mediodía”, un bloqueo de escritor, una crisis de imaginación. En esto, él está muy de acuerdo con lo que Charles Taylor sugiere en su monumental estudio Una edad secular. Para Taylor, lo que estamos experimentando hoy es no tanto una crisis de fe como una crisis de imaginación e integración. Los antiguos escritores cristianos llamaron a esto “noche oscura del alma”, y Halik sugiere que eso nos está sucediendo no al fin del día sino al mediodía.
Simpatizo en gran medida con Halik. La Cristiandad, las iglesias y las espiritualidades de la Europa Occidental y de Norteamérica no están viejas y agonizantes, no son un proyecto gastado. Más bien son jóvenes, figurativamente hablando tienen sólo 21 años de edad, con algunas aún creciendo para actuar. Pero -y aquí está donde coincido con los críticos conservadores- el crecimiento en esa madurez no está garantizado sino es más bien contingente sobre nosotros haciendo claras opciones y duros compromisos dentro de una genuina fe. Como cualquier padre puede decirte, no hay garantías de que una persona que tiene 21 años de edad crecerá hasta la madurez. Puede suceder también lo contrario, y hoy eso es cierto también para la Cristiandad y las iglesias. No hay ninguna garantía.
Pero en la fe y en las opciones y compromisos tendremos que actuar, es importante que nos situemos bajo el correcto dosel como para asignarnos la tarea correcta. No somos viejos ni estamos agonizantes. Somos jóvenes, con nuestra tarde histórica aún por venir, incluso mientras estamos de hecho sufriendo al presente una cierta “fatiga de mediodía”. Nuestra tarde aún está por venir, y la tarea de la tarde es bastante diferente de la tarea de la mañana o de la noche. Como James Hillman dice: “Los primeros años deben concentrarse en tener las cosas hechas, mientras los últimos años deben considerar lo que fue hecho y cómo”.
Pero los años de la tarde deben centrarse en algo más, a saber, la tarea de profundizar. La espiritualidad y la antropología están de acuerdo en que la tarde de la vida pretende ser un tiempo importante en el que madurar, un tiempo importante para algún trabajo interior más profundo, y un tiempo importante para entrar más hondamente en nuestra profundidad. Notad que esto es una tarea de profundidad y no de renovación.
Nuestra fatiga de mediodía no será superada volviendo a la tarea de la mañana con la esperanza de recuperar fuerzas, ni retirándonos pasivamente a la mecedora silla de la noche. La fatiga de mediodía será vencida al encontrar nuevos surtidores refrescantes enterrados en lugares más profundos de nuestro interior.