Son la parte de la Iglesia más libre, conciliar, dialogante y profética. Los frailes y las monjas, por su estilo de vida, sus carismas y sus opciones, están en frontera y en contacto permanente con las realidades más complicadas y duras de la sociedad actual. Samaritanos de ayer y de hoy. Promotores de cultura. Al menos la mayoría de ellos, porque de todo hay en la viña del Señor. Quizás por eso y porque sólo le deben obediencia jerárquica a sus superiores, los obispos y los sectores católicos más reaccionarios los tienen enfilados. Especialmente, en España, donde llevan años bajo sospecha y acusados de crear "iglesias paralelas" o de no vivir en comunión absoluta y total, tanto efectiva como afectiva.
No me extraña que los frailes y las monjas, que son de los mejorcito de la Iglesia patria, estén hasta las narices de verse aludidos y señalados constantemente como "los malos de la película eclesial". La acusación, a mi juicio sin fundamento, procede de los sectores católicos más reaccionarios (tanto episcopales como laicales), que no soportan la libertad de espíritu de la Vida Religiosa.
Sectores que, como casi siempre, utilizan dos varas de medir la comunión eclesial. Con la parte estrecha del embudo siempre para los demás. En este caso, para los frailes y monjas. Porque el peligro de iglesias paralelas o iglesias dentro de la Iglesia es mucho más real y evidente en algunos de los nuevos movimientos. ¿O es que hay más diocesaneidad en los Kikos, en el Opus, en los Legionarios o en Comunión y Liberación que en los jesuitas, franciscanos, claretianos o dominicos?
Ya está bien con la monserga de la comunión eclesial, que alimenta una espiral de acción-reacción e, incluso, de profecía autocumplida. Eso fue al menos lo que percibí esta mañana en la asamblea de la Confer. Con el Nuncio Fratini pidiendo "comunión con los pastores" y el presidente de la Confer, Elías Royón, dándole la razón y prometiendo que es "uno de los objetivos que más acaricia" la institución que aglutina a la vida religiosa.
Item más, ¿qué capacidad de comunión manifiestan las congregaciones e instituciones religiosas conservadoras, que siguen fuera de la Confer, tras amenazar, hace un par de años, con crear otra Confer paralela y adicta o sumisa a los obispos? ¿Por qué se les consiente? El propio Royón denunció ese flagrante antisigno.
Podrá haber casos, entre los religiosos/as, de falta de comunión. Como los hay (y a montones) entre los curas diocesanos. Y no digamos, entre las nuevas realidades eclesiales, convertidas en grupos-estufas, más interesadas por sus propias obras que por el bien común eclesial. Por lo tanto, ya quisieran otros poder presumir de tanta comunión eclesial como los frailes y las monjas españolas.
Es hora, pues, de acabar con ese cuento. Y desmontar los intereses que se ocultan detrás de esa estrategia descalificadora: colocar a la vida religiosa, siempre más abierta, dialogante y plural, bajo sospecha. Y así cerrarle el paso e impedirle que ocupen los espacios que les corresponden.
Son lo mejor de la Iglesia y algunos llevan años, queriendo hacerlos pasar por lo peor. No lo han conseguido ni lo conseguirán. Porque, "por sus frutos se les conoce". Y son frutos abundantes de buenas obras.