La fatiga en tus manos. El trabajo y la familia

20 de junio de 2024
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el trabajo en la familia¿Cuánto impacto tiene el trabajo, la desocupación y la precariedad laboral en la vida familiar? Sin duda, todos sabemos que mucho. Es innegable su influencia en nuestra vida cotidiana. De ello depende nuestra alimentación, vivienda, salud, educación, vestimenta, bienestar material e incluso la confianza en un futuro.

En nuestro tiempo, la crudeza de su realidad resuena con datos alarmantes: 201 millones de personas están desempleadas a nivel mundial y la previsión para el 2019 señala un aumento a 212 millones. Esto evidentemente actúa como factor determinante para el aumento de la pobreza con todas sus consecuencias.

550 millones de personas viven en la miseria y 3.500 millones en la extrema pobreza. Es inaudito que en contraste 8 personas posean la misma riqueza que la mitad más pobre del planeta y que tan solo 10 empresas sean dueñas de un patrimonio que supera los ingresos públicos de 180 países.

Estas cifras nos permiten vislumbrar el problema enorme que existe en el mundo con respecto al trabajo, la división internacional del mismo, la distribución de los recursos que produce y por tanto, la capacidad de generación de bienestar humano y social.

Podemos afirmar que no solo las familias están en una situación amenazante sino toda nuestra familia humana global.

¿Qué nos pasa? ¿Es el sistema político el problema? ¿Es la división del mundo? ¿es la economía? o ¿es acaso que todo esto es una proyección del desorden que aqueja al ser humano y que le ha llevado a construir y sostener estas estructuras?

A veces, llevados por el pesimismo o la indiferencia no advertimos que la situación mundial es una situación provocada y sostenida por nosotros mismos.

Piénselo detenidamente y luego imagine que

usted, yo y millones en el mundo nos unimos para reflexionarlo y descubrimos que una de las raíces del problema es nuestro egoísmo. ¿Qué pasaría si cada uno de nosotros revisa el suyo propio? ¿qué pasaría si educamos a nuestros hijos para observar lo pernicioso de ser egoísta? ¿Qué pasaría si cada maestro y cada escuela, alienta a cooperar en vez de competir y erradica el valor del individualismo? ¿qué pasaría si cada ciudadano exige al político de su preferencia que acabe el discurso que nos divide entre mejores y peores? ¿qué pasaría si cada empresario observa el veneno social que representa su codicia y ambición? Es decir, ¿qué pasaría si cada persona asume su responsabilidad y cambia?

Es un hecho que el egoísmo es capaz de volver ciego al ser humano ante sus semejantes. Es un hecho que el egoísmo suele venir acompañado de codicia, ambición de poder, prestigio, dinero, etc. Es un hecho que el egoísmo humano ha creado estructuras también egoístas en donde el 1% de la población mundial parece indiferente al 99% restante.

Empecemos por cada uno. Reflexionemos sobre nuestro propio egoísmo, codicia y ambición. No olvidemos que es mejor mirar nuestra propia viga que la paja en el ojo ajeno.

Caso contrario, tenemos el peligro de caer en la apatía de quien espera que los cambios vengan de “fuera”. La precariedad del trabajo, la fatiga humana ante su propia subsistencia es un tema en el que todo cristiano debe pensar seriamente tanto a nivel personal como colectivo.

Por otro lado, vale que nos observemos en nuestra relación con el trabajo y el dinero. Revisemos por ejemplo nuestro comportamiento ante la escasez, ante la abundancia, ante la pérdida del empleo de nuestra pareja, ante su capacidad o incapacidad de aportar económicamente, etc. Revisemos también los valores que estamos transmitiendo a nuestros hijos cuando acompañamos su elección profesional, su búsqueda de trabajo, el valor de la misión, la vocación, el beneficio, la utilidad, etc.

No permitamos que la mentalidad egoísta y codiciosa que nos rodea nos contagie y nos convenza de que no podemos hacer nada ante la inequidad e injusticia mundial. Seamos reflexivos y demos el justo valor tanto al trabajo como al dinero y quizá ocurre esa revolución mental que ponga fin a esta precariedad laboral y sus efectos. Miremos al mundo en su crudeza, pero nunca con indiferencia o con resignación. Cada persona, cada familia, cada comunidad es el germen de un posible cambio.

Es urgente a nivel personal, familiar y mundial profundizar sobre las palabras de Jesús: “Así les pasa a todos los que amontonan riquezas para sí mismos. Se creen muy ricos pero en realidad ante Dios con pobres” (Lc. 12-21)

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