LA NAVIDAD, UN NACIMIENTO SIN NIÑO: REFLEXIÓN DE NAVIDAD

2 de julio de 2005

1. INTRODUCCIÓN

Con esta reflexión queremos compartir la llamada que nos hace el Señor por medio del profeta Isaías: “algo nuevo está brotando ¿no lo notáis?” (Is 43,19).

Se acercan las fiestas navideñas y el Consejo General de la Acción Católica quiere animar a una vivencia del misterio de la encarnación en toda su profundidad.

2. NAVIDAD SOCIOLOGICA

Según un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas en el 2001, los españoles siguen considerando la Navidad como una fiesta de marcado carácter familiar, aunque no llegan al 15% los que la consideran una fiesta principalmente religiosa.

Casi un 20% de los españoles percibe la Navidad como una fiesta de carácter comercial, y 8 de cada 10 encuestados reconoce hacer gastos extraordinarios en regalos durante estas fiestas. Así, los datos reflejan una tendencia a considerar la Navidad, no sólo como una fiesta de carácter esencialmente familiar o religioso, sino también netamente comercial, e incluso a vivir los días festivos como un periodo vacacional comparable a cualquier otro. En este sentido, un 20,5% de los encuestados dice haber disfrutado durante la Navidad de una media de casi nueve días de vacaciones, sin contar los festivos ni los fines de semana.

Aun así, prácticamente todos los españoles pasan las fiestas en familia: un 96,3% se reúne con sus allegados para la cena de Nochebuena, y para la de Nochevieja un 83%. Por otro lado, celebran la Nochevieja con amigos en un domicilio particular uno de cada diez españoles, mientras que lo hacen en locales públicos de diversión casi un 5%.

Los Reyes Magos siguen conservando su popularidad entre las familias españolas: prefiere abrir sus regalos el 6 de enero un 54,5%, lo hace el día de Navidad un 15,3%. No celebran con regalos la Navidad ni el día de Reyes el 10,7 %.

3. NAVIDAD CONSUMISTA

Todo sistema, por muy duro e inhumano que sea, necesita ofrecer rostros atractivos, espacios consoladores, desahogos estéticos-emocionales. Algo de esto tienen nuestras navidades. No decimos la Navidad, que evidentemente es otra cosa: misterio de cercanía e inequívoca señal del amor de Dios. En la Navidad los creyentes celebramos el nacimiento del Hijo de Dios que quiso ser uno de nosotros para mostrarnos con su palabra y con su vida que el mejor camino para nuestro mundo es la fraternidad y la igualdad que nacen del amor y de la justicia como fuentes de donde brota la paz estable y duradera.

Las blancas y dulces navidades, las tiernas y emotivas celebraciones navideñas, las gozosas y costosas fiestas en torno al portal de Belén bien poco tienen que ver con el originario Mensaje:

-  Cristo nace pobre, nuestro sistema estimula a ser ricos;
-  Cristo nace para crear solidaridad, nuestro sistema engendra rivalidad;
-  Belén iguala y dignifica a todos, el sistema selecciona a los mejores.

La conclusión es que nuestro sistema capitalista-consumista está en el polo opuesto de lo que significa la Navidad y que no hay posible entendimiento.

Pero la estrategia capitalista es realmente inteligente. No se opone a la Navidad sino que la integra. Al capitalismo le interesa sacar provecho de lo humano y de lo divino, de todo. Para este sistema, para quienes lo sostienen, Dios no es otra cosa que una fuente de ingresos.

Todo es cuestión de mantener las palabras, pero vaciándolas previamente de sentido. Se escucha el Mensaje, pero se cierra el oído a sus exigencias; se celebra la Navidad cristiana, pero no cristianamente sino comercialmente. Esta operación resulta sumamente provechosa para el sistema. En primer lugar, porque lo pone al servicio del beneficio económico así la Navidad se convierte en fiesta consumista de primer orden. El Niño Jesús viene a ser prácticamente un mazapán. La Nochebuena equivale a la cena-buena y la alegría que no es la de la Navidad sino que brota al tiempo que se toma el champán.

La sociedad tiene mucha capacidad de integración, incluso por parte de las instancias que más se resisten y cuestionan el orden constituido. Fácilmente transforma la Navidad en fiestas de fin de año y la Semana Santa en fiestas de primavera. Se pierden las referencias religiosas, se trasforman en vacaciones y se elimina lo más genuino de la fiesta: el nacimiento o muerte de Cristo. En primer lugar vaciándolo de contenido; después, comercializando los elementos religiosos (portal) junto con los otros (comida, champán, regalos…) y, al final, prescindiendo de ellos.

4. NAVIDAD MISTERIO DE DIOS

¿Qué celebramos? El amor de Dios. Es preciso meditar incesantemente en el Padre que nos amó desde siempre por medio de su Hijo y lo envía a nuestro encuentro; meditar en Jesús que comparte con nosotros la gloria del Hijo Unigénito asumiendo la condición de Siervo; y meditar en el Espíritu Santo que es el obrero de la encarnación y del nacimiento de Cristo en nuestros corazones por la fe.

¿Cuál tiene que ser nuestra participación? Acoger con sencillez y alegría desbordante la misericordia de Dios que ha visitado a su pueblo, a todos y cada uno de nosotros, a toda la humanidad. El amor no se impone, solicita la respuesta libre del hombre convocado a la amistad y a la Alianza. Para hacerla posible, Jesús se humilla y viene como un hermano en medio de sus hermanos.

5. NUEVAS EXPRESIONES – FRATERNIDAD

Desde que Dios misericordioso por su Espíritu nos ha hecho hijos suyos en el Hijo y desde la acogida de esta misericordia por la fe, la presencia de Jesús en el pesebre es para nosotros la “morada” de Dios entre los hombres, con nuestras vidas hemos de contribuir a manifestar este misterio.

-  En el pesebre Dios nos ha nacido y está en cada uno de nosotros, es Navidad.
-  En el pesebre Dios se hace sencillo y se encuentra contigo porque es Navidad.
-  En el pesebre Dios nos reúne y está con nosotros, en nuestras oraciones y compromisos, que para eso es Navidad.

Pero Dios nació a las afueras de Belén. Dios viene para salvar a todos pero especialmente se hace presente en los pobres que viven al margen de la sociedad (mundo rural, personas solas y enfermas, víctimas de los malos tratos, prostitutas y gente sin hogar, familias rotas y jóvenes desorientados, ancianos abandonados y niños manipulados, inmigrantes, drogadictos y encarcelados, trabajadores precarios y parados…) “Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta,…” (1ª Cor 1, 28). Por ello el misterio del pesebre en el que nace Jesús será el símbolo para organizar nuestra vivienda, nuestros vestidos y nuestras comidas, nuestras vidas.

La contemplación de Jesús en el pesebre tiene que dar sentido a las relaciones con nuestros hermanos. Pastores y magos se encuentran como en su propia casa. Acogen y reciben la Noticia, salen al encuentro y buscan, aportan lo que tienen y son guiados por la luz que brilla en Belén. Aquel acontecimiento ya es suyo: una nueva fraternidad, “¿no lo notáis?”.

Nuevas relaciones, fraternales, porque los días de Navidad deben pasar de ser fiestas consumistas a ser fiestas fraternales por:
-  La alegría desbordante y sencilla que brota de dentro del corazón,
-  La austeridad hecha estilo de vida,
-  La caridad cristiana especialmente para con los pobres y los que sufren,
-  La reflexión honda,
-  Y la oración profunda y comprometida. Realizada con los hermanos y a solas, animada por la Palabra de Dios; ella es nuestra fuente de vida.

6. PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:

-  ¿Qué sentido tiene para mi la Navidad? ¿Cómo la celebro?
-  Leer Lc 2, 1-14 y Jn 1, 1-18. ¿Qué llamadas percibo en estos textos para celebrar la Navidad como experiencia de sabernos amados por Dios?
-  Desde la contemplación del misterio de Belén ¿Qué voy a hacer para que la celebración del nacimiento de Cristo tenga un rostro más fraterno y menos consumista en mí, en mi entorno, en mi familia?

Consejo General de la Acción Católica Española