La religión es fundamental para las personas y para las sociedades. Me explico. Entiendo por religión el camino de búsqueda de la experiencia de Dios. Experiencia que lleva a
cierto tipo de conocimiento. Y al intento de hablar de ello con símbolos que apuntan hacia algo, con palabras siempre insuficientes. Símbolos y palabras que a su vez devienen estímulo y camino. La religión es el ámbito antropológico donde se trabaja el espíritu, y las religiones son conjuntos simbólicos, teóricos e institucionales, generados por diferentes culturas en determinados momentos históricos, en cuyo seno se ha trabajado el espíritu.
La religión es fundamento, es base sólida para construir. Sin apertura y receptividad al misterio, sin procurar ir más allá de lo que nos viene dado, sin pasión y fascinación por adentrarse en este desconocido, no somos todo lo que podemos ser ni alcanzamos en toda su intensidad posible el vínculo comunitario que nos una fraternalmente. Nuestra identidad no alcanza todo el esplendor del que es capaz sin la dimensión religiosa.
Tener en cuenta en la dinámica social las aportaciones de los que se adentran en el camino religioso facilita a las sociedades superarse y estar un poco más regidas por relaciones de hermandad. El aglutinante social ya no es entonces sólo el interés compartido, la seguridad, la mejor supervivencia; es construir algo nuevo, trabar un tipo de interrelaciones que dan mayor calidez y propósito a nuestra existencia. El camino religioso, a nivel personal, puede hacerse en el marco de una única tradición religiosa, la que sea mientras la persona encuentre en ella impulso y vehículo para llevar a cabo su indelegable viaje. O puede hacerse con una tradición como referencia central, pero abiertos y en contacto con las sugerencias de otras tradiciones; o, quizá, con más de una referencia central. Sabiendo que ninguna tradición es la única verdadera ni tampoco la más verdadera. No tendría sentido prescindir de estas tradiciones: necesitamos las herramientas, los indicios, las orientaciones que ellas proporcionan.
No podemos actuar como si ellas no hubieran existido; no podemos sostener que ya no sirven para nada, que ha acabado su tiempo. La historia construye sobre la experiencia, recoge al pasado en su seno, aunque sea reelaborándolo o comprendiéndolo de una forma nueva. La historia abre nuevas perspectivas, pero no puede prescindir de lo que ha sido. Las tradiciones religiosas están aquí para ser asumidas, no para ser ignoradas o rechazadas.
A nivel social, la relación con la religión debe incorporar tres grandes principios:
1. libertad religiosa: emprender el camino religioso es una opción libre e individual, y adherirse a una u otra tradición es también libre;
2. diversidad religiosa: históricamente ha sido posible construir
sociedades con un único referente religioso, pero en nuestro mundo globalizado todas las tradiciones religiosas son patrimonio de todas las sociedades y de todas las personas,
y 3. respetabilidad religiosa: los caminos religiosos deben respetar siempre los derechos fundamentales de las personas y la convivencia pacífica de las sociedades; el recurso a la imposición y a la violencia no es nunca legítimo. A su vez, las sociedades deben respetar a aquellos que se internan por caminos religiosos, con un respeto activo que no significa
sólo dejar hacer, sino escuchar las aportaciones de estos caminantes.