La repercusión de un gesto

    La celebración de la fiesta litúrgica de la sagrada familia solía pasar bastante desapercibido. Entre  Navidad y  Año Nuevo la fiesta quedaba aprisionada como un bocadillo. Apenas lograba interesar a los más cercanos.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos. El año 2007 la festividad de la Sagrada Familia se escenificó como una celebración  masiva en la plaza pública de la ciudad de Madrid. La celebración duró unas tres horas; hubo testimonios de matrimonios, de jóvenes; hubo intervenciones de algunos líderes de organizaciones y movimientos eclesiales. También algunos obispos tomaron la palabra  e hicieron sus reflexiones sobre las familias y su situación actual en nuestra sociedad. Hubo conexión con Roma para escuchar las palabras del Papa. Concluyó con una celebración de la Palabra.

Lo que, tal vez, no estaba previsto a la hora de organizar la celebración era  la repercusión social y mediática que iba a tener. Es evidente que un acontecimiento de esta índole es muy abierto y complejo; son muchas palabras las que se pronuncian; son múltiples las motivaciones de las personas que participan.  También los organizadores persiguen objetivos prácticos diferentes. El contexto y la oportunidad, además, son susceptibles de muchas lecturas.

Visto desde una breve distancia temporal aparece como un calidoscopio. En él se reflejan y proyectan distintos intereses ideológicos y políticos. Emergen los prejuicios de los intérpretes; y naturalmente se confirman. Hacen acto de presencia miedos ancestrales. Los que luchan por el poder se preguntan: ¿a quién favorece, a nosotros o a ellos? ¿Nos va a dar votos o nos los va a restar?

Las interpretaciones interesadas, no pueden hacernos olvidar el acontecimiento.