Los cristianos de todos los tiempos se han servido del lenguaje simbólico para expresar su fe. Mariano Sedano nos acerca en este artículo a las imágenes y metáforas que los cristianos dé los primeros siglos utilizaron para expresar plásticamente su fe en la resurrección.
La fe que los cristianos de todos los tiempos han mantenido en la resurrección no ha quedado sólo cristalizada en formulaciones dogmáticas o litúrgicas. Desde los primeros momentos, los cristianos han dejado huellas de su fe en la resurrección de Jesús y en la propia en sus monumentos artísticos, particularmente en los funerarios.
Existen dos tipos de símbolos e imágenes: unas epigráficas (inscripciones) y otras iconográficas (imágenes pintadas o esculpidas).
Las inscripciones están más cerca del mundo del mensaje escrito, aunque pintan la fe con metáforas extraordinarias. La primera imagen es la del «sueño» o la «dormición». La misma palabra «cementerio» (frente al término «necrópolis», que era el habitualmente usado en el ambiente helenista), significa dormitorio. No es una ciudad de muertos, significado del término helenístico, sino un lugar donde los vivos duermen temporalmente.
Existe otra imagen bellísima en las inscripciones: el «depósito». Se trata de una expresión tomada del mundo jurídico y económico para designar lo que uno deja en prenda hasta que vuelva a pagar una deuda. Al referir ese término al difunto los cristianos expresaban la convicción de que el cuerpo quedaba allí depositado en prenda, hasta el momento en que el propietario regrese.
Más expresivas aún son las imágenes esculpidas o pintadas. Los cristianos no crean una nueva iconografía. Simplemente toman los símbolos ya existentes en el ambiente helenístico en que vivían y les dan un nuevo significado. Son, como las definió Basilio de Cesárea, heraldos mudos, porque gritan calladamente la resurrección. Para nosotros encierran una cierta dificultad de comprensión debido a la distancia cultural, pero hay algunos significados muy evidentes.
Un primer grupo de imágenes está formado por los símbolos cíclicos de retorno. Por ejemplo, las «cuatro estaciones», que se representan con cuatro cabezas coronadas de flores, espigas, racimos de uvas y ramos de olivo, el fruto correspondiente a cada una de ellas. Otra imagen muy repetida es el «pavo real», que pierde las plumas en el invierno y las recupera en la primavera. También es frecuente la imagen, tomada de la mitología pagana, del «ave fénix». Es también un símbolo cíclico, porque muere entre las llamas para renacer después de sus propias cenizas.
Pero entre todos los símbolos cíclicos que se aplican a la resurrección quizá el más hermoso es el de «Helios, el dios sol», que revive en el alba después de la oscuridad. La mitología lo representa montado en su carro recorriendo el cielo. La Iglesia bautizó esta imagen para representar al «Cristo-Sol invicto» que aparece coronado de rayos de luz renacida.
Existe otro grupo de figuras muy expresivas. Por ejemplo, el «pastor que lleva en sus hombros una oveja». No es Cristo, porque la imagen está tomada de la mitología. Los cristianos la aceptan pensando en Cristo que salva de la muerte. Este carácter se acentúa cuando la colocan, como hacen varios sarcófagos, entre dos grandes cabezas de leones, que por su voracidad son símbolo de la muerte. Tenemos así una frase en imágenes: muerto-salvado de la muerte.
Otra imagen es la de las «puertas del Hades», que sólo se abrían para entrar y se cerraban después para siempre. A veces, este carácter dramático se acentúa poniendo cabezas de león en ellas. Entre los cristianos aparecen estas puertas, pero abiertas, o incluso rotas. Desde que Cristo volvió de la muerte, han quedado abiertas para siempre.