La salvacion se realiza desde dentro

\"\"MUJER: Me encanta la Navidad y contemplar a Jesús niño, tan tierno, tan pequeño, tan débil.
HOMBRE: Sí. Es de las cosas más hermosas de nuestra fe cristiana.
MUJER: Y, ¿sabes lo que te digo? Que, a mí, hasta me da pena que luego Jesús tenga que crecer y hacerse hombre… No sé, como que desaparece todo ese encanto de la\’ encarnación" de Dios en un niño.
HOMBRE: O en una niña, ¿no? ¿Por qué no pudo encarnarse en una niña y llamarse "Jesusa"? Fíjate, recuerdo una novela que leí de niño y que decía que "no hay nada tan extravagante e irracional que algunos filósofos no hayan sostenido como verdadero". Quizás podría decirse algo parecido de los teólogos. Hoy en día, ¡escuchamos tantas cosas y tan raras…!
TEÓLOGO: Perdonen que les interrumpa, pero me gustaría entrar en su conversación. Les estaba escuchando sin querer. ¿sabe? Y no he podido aguantar la tentación de comentar con ustedes…
MUJER: Pues venga, venga, no se corte usted, que por hablar nada se pierde.
TEÓLOGO: Miren, es que, cuando han hablado de los teólogos… Yo, no es que sepa demasiado, pero algo he leído. Y, a veces, hay cosas verdaderamente sorprendentes…
HOMBRE: Cuente, cuente, que aquí somos todo oídos…
TEÓLOGO: Pues, ¡fíjense! Hace poco leí que uno de los primeros teólogos de la Iglesia, San Ireneo, que vivió en el siglo Il, sostuvo que Jesús no murió a los 33 años, sino ya anciano.
MUJER: ¡Bueno…! eso es todavía peor que lo que yo estaba diciendo…
HOMBRE: ¿Y por qué decía esas cosas?
TEÓLOGO: Pues parece ser que, para justificar tan pintoresca afirmación aportaba una única prueba y, además, poco convincente: que los judíos dijeron en cierta ocasión a Jesús "…todavía no tienes cincuenta años" (Jn 8,57) y, en opinión de San Ireneo, nadie diría eso a quien ronda los treinta años, sino a quien ya se acerca a los cincuenta.
HOMBRE: Pues, la verdad, ese argumento no es excesivamente convincente, ¿no cree?
TEÓLOGO: Sí, es verdad. En cambio el motivo por el que, en su opinión, "hacía falta" que Jesús muriera anciano es muy interesante: si la salvación se realiza por la encarnación, desde dentro, y Cristo vino a salvar a los hombres de todas las edades, debió estar presente en todas ellas… Esperen, esperen, que me lo traigo escrito, pues me parecía muy interesante. Verán… Decía así: "Fue joven con los jóvenes, haciéndose ejemplo para los jóvenes y santificándoles para el Señor. Igualmente fue viejo con los viejos, para que se le pudiera llamar maestro perfecto en todo… y finalmente llegó hasta la muerte para poder ser llamado primogénito de los muertos\’\’.
MUJER: Pues me parece muy bien lo que dijese ese San Ireneo, pero a mí me parece que andaba un poco equivocado, ¿no? Jesús murió con poco más de treinta años. No le dejaron llegar a viejo. Eso está más clarito que el agua.
HOMBRE: Sí, claro. Jesús murió en la cruz cuando tenía 33 años más o menos. Eso ya nadie lo pone en duda. Pero ¿sabe usted que me ha dejado con la mosca detrás de la oreja? Porque, en realidad, no hay salvación sin encarnación. Si Dios, para salvarnos, se hubiese quedado arriba, en los cielos… a mí me parece que sería como un pescador que está en la orilla con la caña puesta y medio dormido, y ¡allá se las entiendan los peces con el anzuelo, que yo ya he hecho suficiente…! Y, entonces, ese Dios… No sé si a ese Dios le íbamos a importar un pimiento…
TEÓLOGO: Claro. Dios no salva a los hombres desde arriba y desde lejos. sino desde dentro. Eso es la "encarnación"
MUJER: Pero Cristo no pudo encarnarse en todas las edades, como no pudo hacerlo en todos los pueblos o en todos los tiempos. Jesús fue judío y no coreano… ¿Entonces?
HOMBRE:¿Y no será que eso de la "encarnación" nos toca también un poco a nosotros?…
TEÓLOGO: ¿Cómo, cómo?
HOMBRE: Pues, se me ocurre ahora pensar que, si Cristo no ha venido al mundo en el siglo XX, ni en Corea o Nicaragua, o -digamos- en España, a lo mejor eso quiere decir que… somos nosotros los llamados a prolongar la encarnación. ¿O no?
TEÓLOGO: Pues, si no recuerdo mal, san Pablo dice que la Iglesia es el "cuerpo de Cristo". En eso lleva usted razón.
MUJER: Yo conozco un grupo de monjas, en mi pueblo que.., si eso es como dicen ustedes, tal vez ellas también se hayan "encamado"…
HOMBRE:¿Cómo es eso? No te entiendo.
MUJER: Pues sí, Yo creo que hay gente que se "encarna" de veras en su propio pueblo. Castellanos, vascos, gallegos, andaluces, catalanes.,. Y otros intentan imitar a Jesús, que dejó el cielo para venir a la tierra, y bajan de su "cielo"para "encarnarse" entre gente pobre o en países donde no nacieron.
TEÓLOGO: Perdónenme la pedantería, pero eso me recuerda a San Ignacio de Loyola, ¿saben? Dan ese paso siguiendo el mismo proceso descrito por San Ignacio en una de las meditaciones más emblemáticas de los Ejercicios Espirituales.
MUJER: ¡No me hable de "Ejercicios Espirituales…! ¡Bastante murga me dieron los jesuitas con aquello de la muerte, el juicio y el infierno, y una calavera que nos dejaba patitiesas de miedo cuando éramos jovencitas. Y, ¡hala, a confesarse todas…!
TEÓLOGO: No, no. Claro que no me refiero a eso. Me refiero a los Ejercicios de verdad, los que escribió San Ignacio- Y allí dice una cosa muy bonita. Dice que las tres personas de la Trinidad decidieron la encarnación porque miraban " toda la haz y redondez de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad", y, entonces, se dijeron: "Hagamos redemptión del género humano" y, como la salvación no tiene lugar desde lejos ni desde arriba, se pusieron a hacer "la sanctíssima incarnación" . Es algo así como esas monjas que decía usted, ¿no le parece? También ellas, sintiendo muy dentro la penuria de esos pueblos, se dijeron un día: "hagamos redemptión". Y se encarnaron allí.,
MUJER: Y allí siguen, en ese pueblo, que no sé qué es lo que hacen… El cura está muy enfadado, porque es que dicen que lo suyo es estar con la gente, no hacer de monaguillos del cura..
HOMBRE: Miren ustedes, yo también he tenido alguna experiencia de eso. Llegaron unos curas y, nada más llegar al barrio se pusieron a hacer mil cosas. Lo hacían para bien de todos, pero la gente no les seguía…. No sé yo si eso era "encarnación" o "revolución en cursillo de quince días",..
TEÓLOGO: Sí, yo creo que a veces nos gusta quemar etapas. Les voy a contar otra extravagancia de esos teólogos\"\" que decíamos al principio. Según un tal Tertuliano, hubo un señor que se llamaba Marción y que decía que Cristo "apareció" de repente en el mundo siendo ya adulto y comenzó inmediatamente a predicar. Parece ser que había otros amigos suyos que pensaban lo mismo. Un tal Cerdón, otro Saturnino, Basílides, Monoimo y Apeles .

MUJER: Pues la cosa no es tan descabellada, la verdad. Si Jesús tenía que hacer algo en el mundo, no podía perder mucho tiempo. En aquella época la gente se moría muy joven… ¿No les parece un poco absurdo que Jesús "perdiese" el tiempo treinta años oculto en Nazareth y que dedicase a lo sumo tres únicos años a anunciar la llegada del Reino de Dios y hacer el bien a los hombres?
HOMBRE: Pues eso es lo que yo quería decir con lo de los curas de mi barrio. Yo creo que esos treinta años eran absolutamente necesarios para encararse de veras.
TEÓLOGO: ¡Sí, señor! Miren, hace un tiempo leí un libro de un autor que se llama Arturo Paoli y que les decía a unas monjas que habían decidido irse a un barrio muy pobre que "primero, trataran pacientemente de purificar la relación, que no tuviesen miedo al  vacío, ni a enfrentarse durante mucho tiempo a la pregunta: "¿Qué hemos venido a hacer aquí?"
HOMBRE: ¿Y eso, qué quería decir?
TEÓLOGO: Pues que "nosotros, personas eficaces, tenemos necesidad de una larga y paciente purga, de una prolongada cuarentena que puede durar años. Si el domingo vamos a vivir entre los chabolismo y el lunes ya abrimos un dispensario y organizamos un encuentro de madres o una reunión de jóvenes, tal vez estamos perdiendo para siempre la ocasión de la pobreza (…) Ser como los pobres no significa tener exactamente el mismo número de remiendos en los pantalones, o habitar exactamente la misma casa. Significa, ante todo y esencialmente, morir, morir auténticamente, a un cierto tipo de relación a la que estamos acostumbrados, en la que somos nosotros los que saben, los que poseen, los que dan, para convertirnos en los que buscana tientas como los otros y con los otros" .
MUJER: Pues algo así decía otra monja que vivía con otras seis compañeras en un barrio marginal de Sevilla y que oí yo un día en una charla. Explicó muy bien cómo entendían eso de la "encarnación": "Para nosotras -decía- optar por los pobres significaba compartir su situación, sus dificultades, sus esperanzas,para, desde allí, desde su mundo, crecer juntos como personas y como creyentes"
HOMBRE: O sea, que eso de la Navidad con el niño Jesús tan tierno, tiene más "busilis" de lo que uno se cree, ¿no? Porque Jesús,al encamarse, tuvo que ser igualito que nosotros menos en el pecado, ¿no? (Hb 4, 15).
TEÓLOGO: Eso dice nuestra fe. Y por lo tanto, también el cristiano debe asumir todo lo que no sea malo del estilo de vida de sus contemporáneos. Encarnarse es "hacerse semejante a", ser joven entre los jóvenes, obrero entrelos obreros, etc.; estar "en el corazón de las masas" , como decía un escritor, Voillaume.
MUJER: Pero, a la vez, el Hijo de Dios se encarnó sin perder la condición divina, ¿no? Y eso quiere decir que para que la encarnación nuestra en el mundo sea redentora y liberadora para los demás, es necesario que conservemos nuestra identidad cristiana.
TEÓLOGO: Sí. Se trata de guardar un equilibrio entre "ser con" y "ser diferente".
HOMBRE: Sí, pero, la verdad es que, tiempo atrás, los cristianos éramos algo "raritos".
TEÓLOGO: Y por eso necesitábamos hacer un gran esfuerzo por "ser con" los demás.
MUJER: Y lo hemos hecho, la verdad. ¡Pues no han cambiado las cosas ni nada!
TEÓLOGO:  Pero eso nos ha puesto en peligro de ser exactamente iguales a los demás, incluso en el pecado (sería el anti Hb 4,15) y hasta en la increencia más o menos inconsciente. Por eso es igual de importante insistir ahora en la necesidad de "ser diferentes", mantener nuestra propia identidad. Aquel que haya hecho una opción radical por los valores del Reino será necesariamente "distinto" de los demás. En definitiva: "Raros", pero no "raritos".
HOMBRE: Eso ya me convence algo más: ser "raros", pero no "raritos". Pero yo sigo con lo mío. Entonces, la Navidad no es sólo ver al niño Jesús en el pesebre, ¿no?
MUJER: Yo recuerdo que hay villancicos que, ya en la cuna, ven al niño Jesús llorando porque sueña con la cruz.
HOMBRE: Pero la verdad es que eso de la "encarnación"lo relacionamos con el nacimiento de Jesús, pero no con la muerte, que eso viene después, en Semana Santa…
TEÓLOGO: Pero, en realidad la encarnación es ese "descenso" que llega hasta la cruz. Fíjense: una antigua tradición de la Iglesia unía en el 25 de marzo la conmemoración de la encarnación y de la muerte de Jesús. Y en un viejo calendario leemos: "Octavo día antes de las calendas de abril: equinoccio de primavera y primer día del mundo, día en que el Señor fue concebido y día también en que padeció". También San Agustín une ambas realidades en un libro que llama De Trinitate .
MUJER: ¿Sabe usted que es verdaderamente una enciclopedia ambulante?
TEÓLOGO: No tanto, señora. De todas formas, estudiar forma parte de mis obligaciones.
HOMBRE: Entonces, a lo que vamos: la encarnación puede tener, por tanto, serias consecuencias para cada uno de nosotros.
TEÓLOGO: Pues sí. Y es bueno no olvidarlo estos días, porque en Navidad tendemos insensiblemente a ver solamente los aspectos "tiernos" de la encarnación.
MUJER: ¿Se acuerdan ustedes de Monseñor Romero? Pues, un mes antes de que lo mataran, decía cosas como éstas, que a mí se me han quedado muy grabadas desde entonces, cuando leí su biografía:

        Créanlo, hermanos, el que se compromete con los pobres tiene que correr cl mismo destino de los pobres. Y en El Salvador ya sabemos lo que significa el destino de los pobres: ser desaparecidos. ser torturados, ser capturados, aparecer cadáveres,.. Sería triste que en una patria donde se está asesinando tan horrorosamente o contáramos entre las víctimas también a los sacerdotes. Son el testimonio de una Iglesia encarnada en los problemas del pueblo".

HOMBRE: Y apenas un mes después al mismo Mons. Romero se lo cargaron.
TEÓLOGO: Y más tarde le seguirían Ellacuría y compañeros mártires. Todos ellos comprendieron perfectamente que la encarnación es un descenso que llega hasta la cruz,