INDICACIONES A TENER EN CUENTA ANTES DE LA CELEBRACIÓN
• La capilla está en penumbra para favorecer la oración.
• Una imagen del María Inmaculada está en un lugar visible… a sus pies se coloca la Sagrada Escritura abierta que se entroniza al comienzo. Los dos cirios se colocan a su lado.
• Prever 6 cirios apagados, que se encenderán en un momento de la celebración.
• Los textos que leerán todos deben estar previamente preparados.
• Un fondo musical, más o menos suave, según las intervenciones, ayuda a la concentración.
• Los lectores y cantores de antemano saben cuándo deben intervenir y desde dónde.
• La celebración se hace sin prisas.
• Importa que hasta la postura de los participantes exprese verdaderamente la actitud de oración.
• El presidente invitará cuando lo vea necesario a mantener la intensidad de la oración.
• La celebración se debe acomodar a las circunstancias de personas, lugares, tiempos y de posibilidades.
1. RITOS INICIALES
Canto de acogida
Lector: Presentación
¿Donde serviré más y mejor a Dios y a los hermanos y podré contribuir así al crecimiento del Reino? Esta pregunta nos debe marcar a todos. A medida que pasa nuestra vida, se hace cada vez más intensa nuestra necesidad de orientar nuestra existencia de una manera estable eligiendo un estado de vida. La búsqueda de la propia vocación requiere, en efecto, un trabajo incesante y particular: conocernos a nosotros mismos, nuestras cualidades y aspiraciones; descubrir las señales a través de las cuales Dios nos llama en nuestra propia vida; dejarnos acompañar serena, confiada e inteligentemente por alguien que nos ayude. En este cenáculo de oración vamos a dirigir nuestra mirada hacia el Corazón de María, la Madre de Jesús.
Escuchando con atención el relato de su vocación descubriremos el modo habitual que la Sagrada Escritura usa para mostrarnos el misterio de la llamada de Dios: la aparición de un ángel; la reacción de temor, miedo y dudas de la persona a la que se dirige la invitación; el mensaje del ángel, que constituye el centro del relato; las objeciones de la persona llamada sobre su imposibilidad de llevar a cabo lo que se le pide; la oferta, por parte del ángel, de una señal de la intervención de Dios. A través de estos elementos y guiados por la Madre del Señor, intentemos descubrir esos mismos elementos en nuestra propia experiencia personal.
Canto de invocación al Espíritu
(Mientras se canta el Presidente entra precedido de dos que llevan la Biblia y un icono de la Madre de Dios. Al llegar al lugar de la celebración los colocan en el centro de la Asamblea)
Presidente
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Asamblea: Amén.
Presidente
El Dios de toda gracia que nos ha llamado, como a María, para una misión, y fortalece nuestros pasos en el camino de la fe, esté con todos vosotros.
Asamblea: Y con tu Espíritu.
Presidente
Oremos: (breve momento de silencio)
Padre santo y misericordioso
que llamas siempre a tus hijos
con la fuerza y la dulzura del amor,
destruye la dureza de nuestro orgullo
y crea en nosotros un corazón nuevo,
como el corazón de la Virgen María,
capaz de escuchar tu Palabra, que es tu Hijo
de acogerla en nuestra vida
y de anunciarla a todos los hombres
colaborando con tu Hijo
que es Dios y vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén
2. ADORACIÓN
Momento 1: LA LLAMADA
Monitor
El rostro de Dios, tal como aparece en la Biblia, es vitalidad irresistible, presencia activa y eficaz: “Yo soy” es su nombre, y una zarza que arde y no se consume es el símbolo de su misteriosa identidad. A diferencia de los ídolos que “tienen boca y no hablan” (Salmo 115,5), el Dios de Israel habla, llama, convoca, se comunica; no se distancia en una gélida infinidad, sino que se hace vecindad y ternura. Después de haber hablado muchas veces y de muchas maneras en el pasado al pueblo elegido, (Hb 1,1), cuando llegó el tiempo establecido manda a su Hijo “nacido de mujer” (Gal 4,4). La mujer es María. Escuchemos cómo Dios le comunica su proyecto de amor y de vida.
Lector: De evangelio de San Lucas 1,26-38
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo:
-«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:
-«No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel:
-« ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
El ángel le respondió:
-«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios».
Dijo María:
-«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel dejándola se fue.
Invitación del Presidente a acoger en silencio la Palabra.
Canto y Exposición Eucarística (De rodillas)
Oración (un solista en nombre de toda la asamblea)
Señor, parece absurdo:
lo que es más deseado por el hombre,
lo que parece más suyo,
es decir, una vida plena y un mundo feliz,
no está en su poder, ni al alcance de su mano.
Está obligado a esperar el raro milagro
de que se le ofrezca como un don la perfecta alegría.
Concédenos, Señor, el don de saber buscar y esperar:
buscar porque si estamos atentos,
con la mente y los ojos bien abiertos,
descubriremos el sentido de las cosas más pequeñas:
encontraremos explicaciones profundas
que de otra manera podríamos atribuir a la casualidad;
esperar porque la felicidad plena y verdadera
está siempre un poco más allá de nuestras esperas,
la perfecta alegría no depende sólo de nosotros.
Concédenos, en este rato, entrar en el misterio de María,
Madre tuya y también Madre nuestra,
la cual siendo virgen prometida se transformó en Madre del Señor.
Adoración y breve oración silenciosa
Momento 2: EL ENCUENTRO (1,26-28)
Monitor
La escena de la anunciación se desarrolla en una insignificante y desconocida aldea de Galilea; la protagonista es una joven virgen y pobre, prometida de un carpintero. A ella, como a tantos en algunas ocasiones de su vida, Dios se le aparece a través de un ángel. El saludo del ángel: “Alégrate” es una invitación a la alegría no a la tristeza ni al lamento. Es propio de Dios alegrar el corazón humano. El Señor está con ella: con su amor atento y benévolo manifiesta que Dios ama a su pueblo y que quiere el bien de todos.
Lector: De evangelio de San Lucas 1,26-28
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Todos
Señor, mi vida está en crisis.
Desde el lunes hasta el domingo,
desde la mañana hasta la noche,
no estoy satisfecho de mí mismo.
Me siento pobre de verdad,
vacío de amor y débil de esperanza.
Toda ayuda humana es inútil para mí;
no hay palabras humanas que me sirvan,
ni hay soluciones, ni afectos humanos que satisfagan.
Me falta algo, me falta encontrarme contigo,
Me falta dejarme seducir por ti,
me falta respirar tu propia vida.
El contacto contigo me hace libre,
el encuentro contigo me hace rico,
el diálogo contigo me hace fuerte.
No tardes, Señor, ven a mi encuentro.
Animador
Delante de la Virgen y de la Palabra hay desde el comienzo de la celebración, seis cirios apagados, con un número del 1 al 6. Después de presentar cada “ángel”, alguien se acerca a encender cada uno y permanecen un rato en silencio.
Dios ni está ausente ni está mudo. El suele aparecer y llamarnos en nuestra vida con ángeles. Recordemos algunos de los ángeles a través de los cuales nos visita y nos llama, invitándonos a la alegría como a María.
1. El ángel de las personas. Recordemos a aquellas personas que en un momento de nuestra vida con sus detalles de amor, con sus palabras, con su presencia, con su silencio, con su aguante,… fueron una señal del amor personal de Dios hacia mí.
Se enciende el cirio 1 y se hace un momento de silencio.
2. El ángel de los pobres. Recordemos el rostro de los pobres que conocemos… Enfermos, solitarios, desgraciados, vagabundos, marginados, despreciados… En ellos Dios se nos hace presente. Nos llama. No nos dejan indiferentes.
Se enciende el cirio 2 y se hace un momento de silencio.
3. El ángel de los acontecimientos. Nuestra vida está entramada de acontecimientos. Hay algunos que nos desconciertan, por que son duros y difíciles; otros nos hacen sentirnos en plenitud; otros nos invitan a la esperan… Cada momento de nuestra vida nos trae una palabra de Dios. ¿Puedes entender la que te está diciendo ahora?
Se enciende el cirio 3 y se hace un momento de silencio.
4. El ángel de la oración. Cuando abres con atención la Palabra de Dios en su presencia, ésta se vuelve muy locuaz. Nos dice cosas. Incluso cosas que no nos gusta oír. Son invitaciones, suaves pero firmes, a hacer algo… Muchos no hacen oración, porque quieren evitarse escuchar. Les da miedo Dios. Pero Él alegra siempre el alma de sus siervos.
Se enciende el cirio 4 y se hace un momento de silencio.
5. El ángel de las casualidades. Hay una mano oculta que cuida de mi, que me saca de peligros, que me conduce hacia delante, que me protege… En el fondo no son casualidades, … es mejor llamarlas Providencia. Una casualidad es la firma de Dios cuando quiere pasar desapercibido.
Se enciende el cirio 5 y se hace un momento de silencio.
6. Mis propios ángeles… Seguro que tú tienes los tuyos personales… ¿Los recuerdas? ¿Los identificas? ¿Reconoces en ellos al Señor?
Se enciende el cirio 6 y se deja un tiempo un poco más largo para la oración personal de agradecimiento….
Momento 3: EL TEMOR (1,29)
Monitor
La reacción de María en un encuentro tan imprevisto es la de todo creyente cuando tiene la experiencia de la visita de Dios y de la irrupción de su Espíritu en la propia vida. María queda fuertemente impresionada, su desconcierto sin embargo no se convierte en agitación convulsa, sino que se traduce en búsqueda atenta y en humilde reflexión sobre el sentido de aquello que le está sucediendo.
Lector: De evangelio de San Lucas 1,29
María se turbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
Oración:
(Se lee en particular… tras un tiempo –cuando se indique- pueden comenzar a repetir en alta voz la frase de la oración que recoja su experiencia personal)
Señor, tengo muchas ganas de vivir,
de vivir como a mí me gusta…
de gozar de la posibilidad de hacer lo que me apetezca.
Deseo inhibirme de todo,
Buscar nuevas experiencias, probarlo todo…
Y tengo miedo de Ti,
tengo miedo de aventurarme contigo en la vida,
tengo miedo de vivir como Tú quieres.
Me es muy difícil ser cristiano en serio.
Me falta valor, me avergüenzo del Evangelio,
me avergüenzo de mí mismo,
me avergüenzo de Ti ante los demás.
Pero no puedo dejar de ser un hombre de mi tiempo:
quiero ser fiel a Ti y a la historia donde me has llamado a vivir.
¡Sólo Tú puedes hacerme fuerte y darme vida!
¡Sólo Tú puedes hacer cosas más grandes en mí!
Concédeme aquella mirada humilde y contemplativa
que llevó al corazón de María, tu Madre,
a superar el miedo, a vencer los respetos humanos,
a buscar el significado más profundo de tu voluntad,
y hacer así una nueva historia
llena de plenitud y de sentido.
(Breve momento de oración personal)
Momento 4: EL MENSAJE (1,30-33)
Monitor
El ángel invita a María a no temer, porque ha sido elegida por Dios para representar a todo el pueblo y ser Madre del Mesías anunciado y esperado en Israel. El niño que nacerá de ella es el Dios que salva, el centro de toda la historia; es el mismo Hijo de Dios, que se hace hombre para conducir a la humanidad hasta el Reino prometido. El encuentro con Dios ilumina y da sentido a la vida de María. Eso mismo ocurre también con la vida de todo hombre y mujer que tienen la suerte de encontrarse con el Señor.
Lector: De evangelio de San Lucas 1,30-33
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
Oración de intercesión
• Del miedo al ridículo. Sácanos, Madre
• Del miedo al compromiso estable. Sácanos, Madre
• Del miedo a ser cristiano. Sácanos, Madre
• Del miedo a sufrir por el evangelio. Sácanos, Madre
• Del miedo a equivocarnos. Sácanos, Madre
• Del miedo a los que no creen en Dios. Sácanos, Madre
• Del miedo al qué dirán. Sácanos, Madre
• Del miedo a tomar decisiones. Sácanos, Madre
• Del miedo a fracasar. Sácanos, Madre
• Del miedo a poner en Dios la confianza. Sácanos, Madre
• Del miedo a la Palabra de Dios. Sácanos, Madre
• …….
• (Se añaden otras espontáneas)…. Sácanos, Madre
Canto
Momento 5: LA PREGUNTA (1,34)
Monitor
La respuesta de la Virgen es una exclamación de maravilla y de sorpresa de quien no comprende cómo se podrá realizar, desde la lógica de la razón, un proyecto tan grande. La fe no ahorra al discípulo el sentimiento de ofuscación y de confusión ante un misterio que siempre le supera. En el proceso de discernimiento de la propia vocación el creyente puede encontrar momentos de oscuridad y de incertidumbre. María no pretende entender todo rápidamente; su oración se convierte en una humilde súplica de ayuda. Dios comienza a revelarse, a explicarse, dejando al llamado en la espera perseverante del día que alcance una comprensión de fe más plena.
Lector: De evangelio de San Lucas 1,34
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
Todos
Se lee la oración en silencio… Y el animador, después de un rato, les pide a los participantes que cada uno, espontáneamente, dirija en alta voz su propia pregunta al Señor. Un ejemplo podría ser: “¿Cómo será posible, si no tengo cualidades?… ¿Cómo será posible, si no tengo fuerza para vivir mi vida cristiana?…”
Quien calcula su respuesta a la vocación
solamente desde sus propias fuerzas,
no se lanzará jamás a caminar,
sino que permanecerá sentado al borde del camino,
atrapado por sueños y miedos.
María, tú has escuchado en tu corazón, generoso y humilde,
y te has aventurado con temor y con esperanza
en el túnel de la vida que Dios te mostraba.
Ayúdanos a no tener miedo de poner nuestros pies
en el camino que el Señor nos abre por delante,
aunque nos parezca arriesgado y lleno de incógnitas.
Haz que nuestra experiencia del amor de Dios
sea más fuerte que el miedo
y que no nos haga mezquinos y cobardes
en el momento de seguir a Jesús
por el camino de la vocación a la que Él nos quiera llamar.
(Breve momento de oración personal)
Momento 6: EL CONSENTIMIENTO (1,35-38)
Monitor
La meta a la que Dios nos llama no sólo está más allá de lo que uno pudiera pensar, sino que supera también nuestras frágiles fuerzas. Sin embargo Dios Padre no nos deja solos con nuestras limitadas posibilidades, sino que nos concede el don del Espíritu y viene en nuestra ayuda mostrándonos señales que clarifican nuestro camino. De esta misma manera, María recibió como una señal de Dios la noticia inesperada de que Isabel sería madre. La joven humilde de Nazaret es llamada a salir de su pequeño mundo y a hacerse disponible al designio de Dios. La respuesta filial de María es el “sí” de la criatura que acoge con gran asombro y alegría la Vida que es Jesús y acepta ser colaboradora de Dios en la realización de una historia nueva. Es el “sí” de la fe libre y obediente al Señor. Lo reconocerá con alegría Isabel cuando proclame bienaventurada a María por haberse fiado y confiado a la Palabra de Dios: “Feliz tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45).
Lector: De evangelio de San Lucas 1, 35-38
El ángel le respondió:
-«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
Dijo María:
-«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y el ángel dejándola se fue.
(Breve momento de oración personal)
Respuesta de oración
En este momento el animador o celebrante pide a los participantes que repitan suavemente en alta voz, de uno en uno, dirigiéndose a Jesús presente en la Eucaristía…y por las veces que así lo deseen, aunque coincidan varios en el mismo momento, la expresión de María: HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR; HÁGASE EN MI SEGÚN TU PALABRA.
De esta forma se crea un clima orante con las mismas palabras de María, que deben recitarse conscientemente, suavemente, convencidamente, afectivamente, confiadamente…
Canto del Padre Nuestro (De pie)
3. BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO
Postura de oración (De rodillas)
Oración del celebrante
Ilumina, Señor, con la luz de la fe nuestros corazones
y abrásalos con el fuego de la caridad
para que adoremos, en espíritu y en verdad,
a quien reconocemos en este Sacramento
como nuestro Dios y Señor.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Bendición
Canto de reserva