Catedrático de Sociología en la Universidad de Deusto, ha dirigido numerosas investigaciones sobre la juventud española, que ha compilado en una veintena de libros. Destacan sus trabajos sobre la drogadicción, la violencia y el cambio en el sistema de valores de los adolescentes.
¿Cómo definirías a un adolescente?
Es una persona que está entre el niño y el joven; el adolescente es un individuo que está en continua búsqueda, en una situación de “mariposeo” que todavía no tiene ningún objetivo, está instalado en la provisionalidad, en la lógica de la emoción, entre aquello que le apetece y lo que no le apetece.
¿Se puede hacer referencia a una determinada edad, cuando hablamos de los adolescentes?
Personalmente, si tuviera que hacer una delimitación de la adolescencia y de la juventud en cuanto a la edad, propondría la siguiente clasificación, con un margen de un año por arriba o por bajo: preadolescencia, de 12 a 14 años; adolescencia, de 15 a 17 años; juventud, de 18 a 24 años; juventud prolongada, de 25 a 29 años, y ‘jóvenes tardíos’, de 30 a 35 años.
En nuestra sociedad, la llegada de la adolescencia se percibe como un foco de problemas. ¿Cómo habrían de actuar los padres, maestros y educadores para que esta etapa se pudiera vivir con normalidad?
Yo creo que el problema es que la adolescencia se ha prolongado, existe una adolescencia de la sociedad. En esta situación, los niños dejan de ser niños antes y los adolescentes dejan de ser adolescentes más tarde. Cuando llegan a jóvenes quieren que esta etapa se alargue lo más posible, el salto definitivo a la vida del trabajo y de la responsabilidad es duro, y todo se complica. El problema no radica en el adolescente, el problema está en la prolongación de la adolescencia. Es más grave aún cuando la sociedad adulta ve al adolescente con envidia, porque establecemos una sociedad poco responsable: está muy bien que el adolescente pueda “mariposear”, pueda probar, y esto en la población adulta suena muy bien… Entonces el responsable es el otro: la administración, el jefe, o la mala suerte.
La adolescencia se ha prolongado: los niños dejan de ser niños antes y los adolescentes dejan de ser adolescentes más tarde
El problema no está en el adolescente,el problema está en la prolongación de la adolescencia
¿En esta pérdida de responsabilidades hay una pérdida de valores?
Es evidente. Creo que la sociedad actual es una sociedad que, por muchas razones, tiene dificultades para adoptar sus propias responsabilidades en mayor grado que la sociedad de hace 30 o 40 años. En primer lugar, porque la sociedad de hace 30 o 40 años tenía un objetivo, cambiar el sistema; era una utopía, había una pretensión de conocimiento científico y, de pronto, nos damos cuenta de que este conocimiento científico nos trae la guerra y, para sorpresa de la gente, la religión continúa estando presente… Ésta es una sociedad que ha crecido en medio de los derechos, pero no de los deberes. A partir de este momento se crea la sociedad del bienestar y hay una real delegación de responsabilidades en la ley, en la norma, y entonces queremos resolverlo todo a través de la ley y la norma en vez de asumir cada uno las responsabilidades en la parte que nos corresponde. Esto es totalmente ilusorio en la sociedad actual. Las normas suplantan las responsabilidades personales.
Ésta es una sociedad que ha crecido en medio de los derechos,pero no de los deberes queremos resolverlo todo a través de la ley y la norma en vez de asumir cada uno las responsabilidades en la parte que nos corresponde
¿Cuáles son los valores que deberían promoverse en la sociedad?
La racionalidad. Pienso que nos movemos excesivamente por el criterio de la emoción y, sin caer en el racionalismo absoluto, necesitamos introducir el principio de racionalidad en la toma de decisiones. Esto va muy ligado a otro valor, el de la competencia. La racionalidad exige una competencia personal, que pasa, en mi opinión, por saber aprender a aprender. Esto quiere decir ser capaz de hacer las preguntas pertinentes, ser capaz de buscar las herramientas para responderlas y ser capaz de exponerlas de manera contrastada y con una capacidad de justificación ética.
Junto a estos valores, sitúa el de la espiritualidad.
Creo que en un mundo globalizado como el actual tenemos que saber ver de otro modo el fenómeno religioso. Debe haber una cierta apertura al tema de la espiritualidad, tanto por parte de creyentes como de no creyentes, que tenga como punto de confluencia el respeto a la persona humana.
¿Es más difícil ser padre ahora que hace 30 años?
Yo diría que hasta ahora ha educado básicamente la madre, porque ha sido la persona que ha estado en contacto continuo con los hijos en casa. El padre, ciertamente, ha educado algo, pero muy poco, puesto que no ha estado en casa. Ahora lo que pasa es que hay más exigencia en la educación, se les pide mucho más de lo que se les pedía hace algunos años. También hoy la sociedad es más abierta en el sentido de que las posibilidades que tiene un individuo están mucho más abiertas que las que teníamos hace 40 años: antes nacías en una familia X y se sabía tu futuro y hasta dónde llegarías. Esto se sabía, hoy no. Hoy está todo mucho más abierto, el hijo de un operario puede llegar a ser catedrático de universidad… Sumado a esto, actualmente hay muchos más agentes de socialización que antes, cuando eran menos y muy normativos: sólo estaban la Iglesia, la escuela y la familia.
Hoy hay muchos más agentes de socialización, antes había menos y muy normativos: estaban la Iglesia, la escuela y la familia
¿Y esto es peor?
Es más difícil… hoy día cada uno tiene que hacerse su propia educación. Imagínate, en la Universidad de Deusto estamos hablando de un aprendizaje autónomo y responsable… Esto es terrible. Ahora ya no se trata de buenos profesores que transmitan una buena pedagogía, ahora se trata de que el alumno tiene que ser capaz de hacer un aprendizaje autónomo y responsable… Es mucho más complicado.
¿Cómo relacionarías amigos, familia y escuela?
La familia es el eje central en los primeros diez años de la vida. A partir de aquí no es que el grupo de amigos suplante la familia, puede haber momentos de confrontación con la familia o de suplantación, a los padres nos cuesta muchísimo aceptar una cosa y es que los hijos, si son sanos y los hemos educado bien, deben irse de casa, se tienen que separar de nosotros y esto es muy duro, hacerse a la idea de que tus hijos ya no necesitan de ti.
¿Qué tipo de conversación tienen los hijos con sus padres?
Las conversaciones de los padres con sus hijos se mueven entre la excepcionalidad y la banalidad. Sospecho que, en muchas familias, falta la comunicación prolongada de cierta profundidad y tranquilidad, la que denominaré conversación de sobremesa. Estas sobremesas largas de fin de semana en las cuales, de una forma o de otra, sale todo. Quizá lo que falta en nuestros días es la comunicación fluida sobre lo que sucede en el círculo de amigos, acerca de una película que todos han visto, un comentario sobre un hecho concreto de actualidad que la televisión ha transmitido, la declaración de un político, de un artista, un profesor; la inmigración, la violencia urbana, etc. Hace falta hablar, numerosas veces, muchas veces, sobre algunas dudas, incertidumbres e, incluso, angustias que sienten nuestros hijos ante el futuro, un futuro que lo perciben demasiado abierto, con dificultades para decidir qué es lo que quieren hacer, de verdad, con sus vidas. Esto es realmente importante. No tanto ‘lo que esconden los hijos a sus padres’, sino lo que ‘no se habla’ en la intimidad del círculo familiar.
¿Y con los amigos?
Es sorprendente cómo cada vez es mayor la importancia que los jóvenes conceden al grupo de amigos. Esta realidad es un indicador evidente del espacio privilegiado que ocupan en la socialización juvenil. En efecto, los amigos conforman el espacio en el que las relaciones están menos formalizadas, son más horizontales, más próximas, con todo lo que esto comporta de participación de experiencias comunes, muchas veces en un marco no normativizado, con la percepción de vivir en libertad, de estar con los suyos, sin tutelas… Todos éstos son aspectos que, en una edad de absoluta experimentación y descubrimiento tienen una capacidad de penetración, quizás epidérmica o puntual, pero no por ello menos trascendente, en el periodo de su vida que justamente están viviendo. En este ámbito, la dimensión de la noche es central en la socialización de los adolescentes españoles.
La dimensión de la noche es central en la socialización de los adolescentes españoles
Por último, ¿cómo inciden en la educación de los adolescentes las nuevas tecnologías?
Es un tema todavía no suficientemente estudiado, pero las investigaciones apuntan a que los jóvenes las perciben, sobre todo, como una herramienta de diversión, no como un agente socializador.