Cuentan que no hace mucho tiempo una delegación de robots extraterrestres visitó la Tierra. Venían en misión secreta, a espiar, a ver si aquí había algún invento que ellos no conocieran.Y sí, hubo algo que, por encima de todo, les llamó poderosamente la atención. Se trataba de unos seres extraordinarios, que ellos no habían visto nunca,, a quienes otros llamaban madres y que, a simple vista, pasaban desapercibidos. Lo que destacaba en estos seres era su entrega, su constancia, su capacidad de trabajo, su responsabilidad, su eficacia, su espíritu de servicio, su actitud pacificadora, su disponibilidad… Tomaron buena nota de todas las características y con toda la información recogida, nada más llegar a su planeta, pusieron a trabajar a todos los técnicos. Convocaron un concurso de diseño de madres. Pero el concurso fue un completo fracaso.Al primero de los concursantes le descalificaron porque construyó un monstruo con muchas manos. Él se justificó diciendo que tantas manos eran necesarias porque en el informe constaba que las madres hacen muchas cosas: cambian pañales, acarician, arropan, pellizcan, curan, dan de comer, atan los cordones de los zapatos, hacen cosquillas… Le explicaron que las madres de la tierra hacen todo eso pero sólo con dos manos y dieron paso al siguiente concursante.El segundo participante corrió la misma suerte porque su diseño de madre era horrible: tenía dos orejas enormes, necesarias, según él, para poder oír hasta dormida, el llanto, la tos, la puerta cuando alguno llega de madrugada…. le despacharon diciéndole que en la tierra las orejas de las madres son como las de los demás sólo que oyen mejor.El tercer concursante fue aún peor: había hecho un diseño con un gran ojo en la nuca. Cuando le preguntaron, explicó que, por lo que le habían contado, las madres tienen que estar haciendo la cena y corrigiendo los deberes de sus hijos, o cosiendo y, al mismo tiempo, vigilando que el más pequeño no tire del enchufe del brasero, o planchando a la vez que observa preocupada cómo otro se limpia las lágrimas por algún problema con los amigos.Y así pasaron todos los concursantes. El premio se declaró desierto y en aquel planeta siguieron sin tener madres.Dicen que Dios que lo había visto todo desde una esquina se sonreía. ¡Qué ignorantes! A pesar de tanta técnica no habían descubierto su secreto. Cuando él hizo a las madres, lo más importante fue ponerles un corazón. Un corazón enorme, capaz de amar a todas horas y que es lo que hace posible que las madres se multipliquen continuamente.Dicen también que hubo un momento en que a Dios se le nubló la mirada. ¿Cómo era posible que aquellos robots en una visita descubrieran lo que valen las madres y los que las disfrutan cada día no las valoren ni las tengan en cuenta la mayor parte de las veces?Hoy, queremos pedir perdón a las madres porque no les agradecemos como merecen todo lo que hacen por nosotros y pedimos a Dios por ellas, y por ellas le damos las gracias, porque Él sí que supo fabricarlas.
Sábado de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario. San Clemente I, papa y mártir. San Columbano, abad. Santa María en sábado.
Lc 20,27-40. No es Dios de muertos, sino de vivos.